Pregunta: Empiezo a darme cuenta que estoy muy solo. ¿Qué debo hacer?
KRISHNAMURTI: El interlocutor desea saber por qué siente la soledad. ¿Sabéis qué significa la soledad, y os dais cuenta de ella? Lo dudo mucho, porque nos hemos sumidos en actividades, libros, relaciones, ideas que nos impiden darnos realmente cuenta de la soledad. ¿Qué entendemos por soledad? Es una sensación de vacío, de no tener nada, de estar extraordinariamente inseguros, sin puerto donde anclar. No es desesperación ni falta de esperanza, sino una sensación de vacuidad, de vacío, y de frustración. Estoy seguro de que hemos sentido eso, los felices como los desdichados, los muy, muy activos como los que tienen afición a saber. Todos conocemos esto. Es una sensación de dolor real e inextinguible, un dolor que no puede disimular aunque intentemos disimularlo.
Abordemos este problema de nuevo para ver qué es lo que realmente ocurre, para ver qué hacéis cuando sentís esa soledad. Tratáis de esquivar vuestra sensación de soledad, intentáis evitarla con un libro, seguís a algún líder, o vais al cine, o socialmente os volvéis muy, muy activos, u os dedicáis al culto y a la oración, o pintáis un cuadro, o escribís un poema sobre la soledad. Eso es lo que de hecho ocurre. Dándoos cuenta de la soledad, del dolor que la acompaña, del temor extraordinario e insondable que ella provoca, buscáis una evasión, esa evasión llega a ser más importante; y por lo tanto, vuestras actividades, vuestros conocimientos, vuestros dioses, vuestras radios, todo ello os resulta importante, ¿no es así? Cuando dais importancia a valores secundario, ellos os llevan a la desdicha y al caos; los valores secundarios son inevitablemente los valores sensorios; y la civilización moderna, que se basa en esto, os brinda estas evasiones: evasión mediante vuestro trabajo, vuestra familia, vuestro nombre, vuestros estudios, mediante la pintura, y lo demás. Toda nuestra cultura tiene por base esa evasión. Nuestra civilización se funda en ella, lo cual es un hecho.
¿Habéis tratado alguna vez de estar solos? Cuando lo intentéis, veréis cuan extraordinariamente difícil ello es y cuán extraordinariamente inteligentes debemos ser para estar solos, porque la mente no nos dejará estar solos. La mente se vuelve inquieta, se ocupa en evadirse. ¿Qué hacemos, pues? Tratamos de llenar ese extraordinario vacío con lo conocido. Descubrimos cómo estar activos, cómo ser sociables; sabemos estudiar, escuchar la radio. Llenamos esa cosa que no conocemos con las cosas que conocemos. Intentamos llenar ese vacío con diversas clases de conocimiento, relaciones o cosas. ¿No es así? Ese es nuestro proceso, esa es nuestra existencia. Ahora bien, cuando os dais cuenta de que eso qué hacéis, ¿seguís creyendo que podéis llenar ese vacío? Habéis probado todos los medios de llenar ese vacío de la soledad. ¿Lo habéis logrado? Lo habéis intentado con el cine, sin éxito; Y por eso en seguís a vuestros guías espirituales o a vuestros libros, u os volvéis muy activos socialmente. ¿Habéis conseguido llenar el vacío, o simplemente lo habéis encubierto? Si sólo lo habéis encubierto, siempre está ahí; por lo tanto volverá. Si sois capaces de huir totalmente, entonces vais a parar a un manicomio u os volvéis sumamente torpes. Eso es lo que está ocurriendo en el mundo.
¿Es posible llenar esa vacuidad, ese vacío? Si no lo es, ¿podemos huir de él, escapándonos? Si hemos experimentado y encontrado que una evasión carece de valor, ¿no carecen de valor todas las otras evasiones? Es indiferente que llenéis el vacío con esto o con aquello. La llamada “meditación” es también una escapatoria. Poco importa que cambiéis vuestro medio de evasión.
¿Cómo, entonces, hallaréis qué hacer con esta soledad? Sólo podréis saber qué hacer cuando hayáis dejado de evadiros. ¿No es así? Cuando estéis dispuestos a enfrentaros con lo que es –lo cual significa que no debéis recurrir a la radio, y que debéis volver la espalda a la “civilización”-, entonces aquella soledad termina, porque ha sufrido una completa transformación. Ya no es soledad. Si comprendéis lo que es, entonces lo que es es lo real. Es porque la mente está continuamente evitando, evadiéndose, rehusando ver lo que es, que ella crea sus propios estorbos. Como tenemos tantos estorbos que nos impiden ver, no comprendemos lo que es y por lo tanto nos alejamos de la realidad; todos esos estorbos han sido creados por la mente para no ver lo que es. El ver lo que es no sólo requiere buena dosis de capacidad y comprensión de la acción, sino que también significa volver la espalda a todo lo que habéis fabricado: vuestra cuenta bancaria, vuestro nombre y todo aquello que llamáis “civilización”. Cuando veáis lo que es, veréis cómo se transforma la soledad.
Fragmento del libro: “La libertad primera y última” pág 177-179, Autor: Krihnamurti, Editorial Edhasa
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KRISHNAMURTI: El interlocutor desea saber por qué siente la soledad. ¿Sabéis qué significa la soledad, y os dais cuenta de ella? Lo dudo mucho, porque nos hemos sumidos en actividades, libros, relaciones, ideas que nos impiden darnos realmente cuenta de la soledad. ¿Qué entendemos por soledad? Es una sensación de vacío, de no tener nada, de estar extraordinariamente inseguros, sin puerto donde anclar. No es desesperación ni falta de esperanza, sino una sensación de vacuidad, de vacío, y de frustración. Estoy seguro de que hemos sentido eso, los felices como los desdichados, los muy, muy activos como los que tienen afición a saber. Todos conocemos esto. Es una sensación de dolor real e inextinguible, un dolor que no puede disimular aunque intentemos disimularlo.
Abordemos este problema de nuevo para ver qué es lo que realmente ocurre, para ver qué hacéis cuando sentís esa soledad. Tratáis de esquivar vuestra sensación de soledad, intentáis evitarla con un libro, seguís a algún líder, o vais al cine, o socialmente os volvéis muy, muy activos, u os dedicáis al culto y a la oración, o pintáis un cuadro, o escribís un poema sobre la soledad. Eso es lo que de hecho ocurre. Dándoos cuenta de la soledad, del dolor que la acompaña, del temor extraordinario e insondable que ella provoca, buscáis una evasión, esa evasión llega a ser más importante; y por lo tanto, vuestras actividades, vuestros conocimientos, vuestros dioses, vuestras radios, todo ello os resulta importante, ¿no es así? Cuando dais importancia a valores secundario, ellos os llevan a la desdicha y al caos; los valores secundarios son inevitablemente los valores sensorios; y la civilización moderna, que se basa en esto, os brinda estas evasiones: evasión mediante vuestro trabajo, vuestra familia, vuestro nombre, vuestros estudios, mediante la pintura, y lo demás. Toda nuestra cultura tiene por base esa evasión. Nuestra civilización se funda en ella, lo cual es un hecho.
¿Habéis tratado alguna vez de estar solos? Cuando lo intentéis, veréis cuan extraordinariamente difícil ello es y cuán extraordinariamente inteligentes debemos ser para estar solos, porque la mente no nos dejará estar solos. La mente se vuelve inquieta, se ocupa en evadirse. ¿Qué hacemos, pues? Tratamos de llenar ese extraordinario vacío con lo conocido. Descubrimos cómo estar activos, cómo ser sociables; sabemos estudiar, escuchar la radio. Llenamos esa cosa que no conocemos con las cosas que conocemos. Intentamos llenar ese vacío con diversas clases de conocimiento, relaciones o cosas. ¿No es así? Ese es nuestro proceso, esa es nuestra existencia. Ahora bien, cuando os dais cuenta de que eso qué hacéis, ¿seguís creyendo que podéis llenar ese vacío? Habéis probado todos los medios de llenar ese vacío de la soledad. ¿Lo habéis logrado? Lo habéis intentado con el cine, sin éxito; Y por eso en seguís a vuestros guías espirituales o a vuestros libros, u os volvéis muy activos socialmente. ¿Habéis conseguido llenar el vacío, o simplemente lo habéis encubierto? Si sólo lo habéis encubierto, siempre está ahí; por lo tanto volverá. Si sois capaces de huir totalmente, entonces vais a parar a un manicomio u os volvéis sumamente torpes. Eso es lo que está ocurriendo en el mundo.
¿Es posible llenar esa vacuidad, ese vacío? Si no lo es, ¿podemos huir de él, escapándonos? Si hemos experimentado y encontrado que una evasión carece de valor, ¿no carecen de valor todas las otras evasiones? Es indiferente que llenéis el vacío con esto o con aquello. La llamada “meditación” es también una escapatoria. Poco importa que cambiéis vuestro medio de evasión.
¿Cómo, entonces, hallaréis qué hacer con esta soledad? Sólo podréis saber qué hacer cuando hayáis dejado de evadiros. ¿No es así? Cuando estéis dispuestos a enfrentaros con lo que es –lo cual significa que no debéis recurrir a la radio, y que debéis volver la espalda a la “civilización”-, entonces aquella soledad termina, porque ha sufrido una completa transformación. Ya no es soledad. Si comprendéis lo que es, entonces lo que es es lo real. Es porque la mente está continuamente evitando, evadiéndose, rehusando ver lo que es, que ella crea sus propios estorbos. Como tenemos tantos estorbos que nos impiden ver, no comprendemos lo que es y por lo tanto nos alejamos de la realidad; todos esos estorbos han sido creados por la mente para no ver lo que es. El ver lo que es no sólo requiere buena dosis de capacidad y comprensión de la acción, sino que también significa volver la espalda a todo lo que habéis fabricado: vuestra cuenta bancaria, vuestro nombre y todo aquello que llamáis “civilización”. Cuando veáis lo que es, veréis cómo se transforma la soledad.
Fragmento del libro: “La libertad primera y última” pág 177-179, Autor: Krihnamurti, Editorial Edhasa
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