Las personas son el motor y la fuerza de trabajo que convierte una situación o un Plan en adecuado y viable. Nada ni nadie puede suplir esta exigencia, por competente que sea.
La comunicación en sus múltiples vertientes y estadios, desde la información inicial, pasando por la participación interactiva, hasta la retroalimentación transversal, es la clave insustituible para intentar el asalto a la motivación y la obtención de resultados exitosos y perdurables.
Debemos ser críticos y estar atentos a las informaciones inexactas o manipuladas porque pueden llevarnos a estigmatizar a personas o grupos. Esta, se puede considerar como la realidad presente más extendida relacionada con la comunicación vertical, horizontal y transversal como paradigma en la organización.
Ante la situación de conflicto siempre existen vías de solución, aunque se precisa la equidad, el respeto y, sobre todo, clarificar las posturas y los roles que cada parte desempeña en la situación concreta en la que se hallen.
El apoyo mutuo es la única estrategia válida a largo plazo y fuente de motivación sostenible. Los dilemas éticos pueden interferir la toma de decisiones sino se enfrentan con reflexión asumiendo los errores y limitaciones personales.
Es importante ser consciente de que la interacción facilita el desarrollo personal, aunque no lo asegura.
Toma de decisiones y prácticas ejecutadas
-Las decisiones son hipótesis de intervención que deben ser revisadas a la luz de su evolución.
-Las intervenciones deben ser preparadas y apoyadas durante su desarrollo. Ello incluye vías de seguimiento y retroalimentación.
-Las consecuencias de la intervención producen su propia evaluación tanto durante como después de la misma.
-Equivocarse es inevitable. Cambiar es imprescindible. Aprender es la vida misma y el objetivo deseable.-Sólo el riesgo nos aboca a acertar. Tener conciencia del mismo riesgo no nos debe impedir actuar. Es probable no poder acertar.
-Cuestionar las prácticas, pedir su justificación o preguntar por su finalidad son derechos asertivos y recursos para quienes, desde la ética, quieran y sepan aprovecharlo.
-Una de las peores prácticas es el formalismo vacío. No hay principio ético más perverso que el que se queda en su estadio verbalizado o el que se utiliza para justificar prácticas contrarias. Esta práctica se manifiesta de forma encubierta o disfrazada de modo que no se permita atacarla abiertamente.
-No hay posibilidad de mejorar la calidad en cualquier ámbito si la acción y la conducta no se orienta por un código ético. Esta necesidad es mucho mayor cuando las acciones tienen como destino último personas en situación de riesgo o vulnerabilidad, como es nuestro caso.
Alberto Salvia.
Jefe Turno Bomberos (Castellón de la Plana)
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