Pregunta: ¿Qué pregunta nos ayuda a enfrentar mejor un problema?
- Preguntarnos por qué sucedió.
- O preguntarnos qué podemos hacer para solucionarlo
Respuesta: Obviamente la respuesta depende del ámbito en el cual te mueves. Si eres un científico el por qué es vital. Sin embargo, si eres una persona común y corriente como tú y yo, y te preguntas por qué se dio un problema, esa pregunta no te va a ayudar a resolverlo. Más bien esa pregunta te invita a rumiar sobre el asunto y perderte en la justificación o aun peor, en la autoflagelación.
Por otro lado si te preguntas ¿qué puedo aprender de ello? y sobre todo ¿qué puedo hacer al respecto? Estas preguntas disparan respuestas totalmente diferentes. Estas preguntas son liberadoras, propositivas y llenas de ánimo, porque abre la mente a nuevas posibilidades y enfocan nuestras baterías hacia el presente y el futuro.
Entonces es importante entender que el tipo de pregunta que nos hacemos nos puede animar o desanimar, porque la pregunta cambia nuestro punto de vista. Por eso aprender a hacer la pregunta correcta en el momento preciso es una de las habilidades más importante que podemos adquirir en la vida.
Déjame ilustrar. Hazte la siguiente pregunta: ¿Qué está súper bien en tu vida, hoy, aquí y ahora? ¿De que estas agradecido o agradecida? Piensa. Visualiza. Interioriza. ¿Cómo te sientes? Si eres como la mayoría de nosotros te sientes inspirado, fuerte, y con ánimo. ¡Verdad!
Ahora, cambiemos de canal. Déjame hacerte otro tipo de pregunta ¿Cuál es la mayor bronca que tienes en tu vida? ¿Qué está de la fregada? Piensa. Visualiza. Interioriza. ¿Sientes la diferencia? Cómo unas preguntas te limitan, encierran y aíslan y otras te inspiran, te dan fuerza y te liberan.
Lo que pasa es que las preguntas programan nuestra mente para buscar problemas o soluciones.
Hay preguntas que nos frenan y otras que nos impulsan. Unas que lastima y otras que inspiran.
Podríamos decir que dentro de nuestra mente vive el genio de la linterna de Aladino que nos da todo lo que le pedimos. ¡Por lo tanto hay que tener mucho cuidado con lo que le pidamos!
¡Hay que aprender a hacerle preguntas que nos faculten, animen y liberen!
Recuerda lo que dice la Biblia: Pedid y se os dará… por lo tanto si le haces al genio una pregunta terrible, recibirás una respuesta terrible. Porque tu mente siempre está lista para responder. A ella no le importa si la respuesta te construye o destruye, está programada para responder a las preguntas que le hagas.
Seguramente, tú al igual que yo conocemos a gente que se hacen preguntas inútiles, torturándose sobre el pasado con el ¿por qué; por qué; por qué?
Imagínate a una persona que se pregunta ¿Por qué siempre me va mal? Nada más la pregunta es hiriente ¿por qué SIEMPRE me va mal? Cómo si a alguien SIEMPRE le fuera mal. Sin duda se está poniendo de pechito para que el genio en su cabeza le de una respuesta terrible. Y el genio en su cabeza buscará la mejor respuesta para contestar a su pregunta hiriente, aunque se la tenga que inventar. Posiblemente le responderá, “por que eres un inútil” o “por que te lo mereces” o al la mejor buscará salirse por la tangente acusando a un agente externo como “es culpa de la economía” “del gobierno” o “de la suegra”.
Ahora fíjate que pasaría si cambiara la pregunta: de ¿por qué? a ¿cómo puedo usar esto que me sucedió para crecer? ¿Qué puedo aprender de ello? ¿Qué puedo hacer para que me vaya mejor?
Ves la diferencia entre ¿Por qué siempre me va mal? A ¿Qué puedo hacer para que me vaya mejor?
Son preguntas que conducen en diferentes direcciones. Resulta que en la pregunta que nos hacemos está implícita la respuesta.
Imagínate la fuerza que conlleva una pregunta. Puedes cambiar tus sentimientos al simplemente cambiar tu enfoque.
Para concluir te invito a hacerte dos poderosas preguntas que te ayudaran a enfrentar y a cambiar algo que no te gusta en tu vida. ¿Va?
Primero, piensa en algo que te fastidia. Por ejemplo un mal hábito. A la mejor comes o bebes demasiado, o explotas muy fácilmente o estás metido en una relación destructiva. O simplemente hay algo que sabes que tienes que hacer y que por desidia lo vas dejando. ¿Lo tienes? Bien.
Ahora, pregúntate:¿Qué implica no cambiar esto que no me gusta en mi vida? ¿A qué conducirá en los próximos dos, tres, cuatro o cinco años?¿Cómo afectará mi autoestima?¿ Cómo afectará mi vida profesional?¿Cómo afectará las relaciones con la gente importante en mi vida?
La idea es interiorizarlo, y en tu ser más íntimo sentir el dolor de tu desidia.
Ahora, una vez que sientes toda la opresión de la pregunta, hazte la siguiente pregunta liberadora que te ayudará a sacudir tu desidia e impulsarte a actuar de inmediato: ¿Cómo se transformará mi vida si cambio esto que no me gusta aquí y ahora? Piensa en todas las cosas buenas que recibirás si te pones a trabajar sobre estos puntos en este instante. Haz una lista exhaustiva de todos los beneficios que vas a recibir. Emociónate. Cárgate de energía positiva. Piensa en cómo te convertirás en esa persona más sana, más feliz, más próspera, más segura en ti misma que amarás incondicionalmente. Suena bien ¿verdad? Pues entonces ¡Hazlo ya!
Te invito a aprovechar estos días de descanso para recargar tus pilas preguntándote poderosas preguntas transformadoras.
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