Ralph Waldo Emerson y su hijo trataron un día de meter un ternero en el establo.
Pero cometieron el error común de pensar solamente en lo que querían ellos: Emerson empujaba y su hijo tironeaba.
Pero el ternero hacía como ellos: pensaba solamente en lo que quería; atiesó las patas, y se negó empecinadamente a salir del prado.
Una criada irlandesa vio la dificultad en que estaban sus amos. No era capaz de escribir ensayos ni libros pero, al menos en esta ocasión, mostró más sentido común que Emerson.
Pensó en lo que quería el ternero, puso un dedo maternal en la boca del ternero y lo dejó que chupara y chupara mientras lo conducía lentamente al establo.
Dale Carnegie
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1 comentario:
La experiencia recobra su espacio, por sobre el deseo. y en esto es importante valorar en el proceso de intervención, cómo motivar antes que presionar.
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