Una ilusión mental incluso más espectacular es la persistente tendencia que tienen algunos individuos a transformar las experiencias neutras o incluso positivas en negativas.
No se trata sólo de ignorar las experiencias positivas, usted las transforma inteligente y rápidamente en su opuesto de pesadilla. A esto le llamo “alquimia al revés”. Los alquimistas medievales soñaban con encontrar algún método para transformar ciertos metales en oro. Si usted ha estado deprimido, es probable que haya desarrollado el talento de hacer exactamente lo contrario: usted puede puede transformar un instante de felicidad de oro en un plomo emocional. Sin embargo, no lo hace intencionalmente; es probable que usted ni siquiera se dé cuenta de lo que está haciendo a sí mismo.
Un ejemplo cotidiano sería la forma en que la mayoría de nosotros hemos sido condicionados para responder a los elogios. Cuando alguien alaba su aspecto o su trabajo, puede que usted se diga a sí mismo: “Quieren quedar bien, y nada más”. Con un golpe rápido, usted descalifica mentalmente su elogio. Y hace lo mismo con ellos cuando les dice: “Oh, no tiene importancia, de verdad”. Si usted arroja continuamente agua fría sobre las cosas buenas que le suceden, ¡no se sorprenda si la vida le parece húmeda e inhóspita!
Descalificar lo positivo es una de las formas más destructivas de la distorsión cognitiva. Lo que usted hace se parece a un intento científico para encontrar pruebas que confirmen alguna hipótesis personal. La hipótesis que predomina en su pensamiento depresivo es por lo general alguna versión de “yo soy de segunda clase”. Cada vez que tiene una experiencia negativa, usted se detiene en ella y llega a esta conclusión: “Eso prueba lo que he sabido siempre”. En cambio, cuando tiene una experiencia positiva, se dice a sí mismo: “Ha sido una casualidad. No tiene importancia”. El precio que paga por esta tendencia suya es una intensa tristeza y la incapacidad para apreciar las cosas buenas que le suceden.
Si bien este tipo de distorsión cognitiva es un lugar común, tambien puede constituir la base de una de las formas más extremas e intratables de depresión. Por ejemplo, una joven hospitalizada durante un grave episodio depresivo, me dijo: “No puedo importarle a nadie porque soy una persona horrible. Soy solitaria. No hay nadie en el mundo que dé un centavo por mí”. Cuando ella fue dada de alta del hospital, muchos pacientes y miembros del personal manifestaron una gran simpatía por ella.
Me respondió: “Ellos tampoco cuentan, porque no me conocen mi verdadera personalidad. Mire, doctor Burns, por dentro estoy absolutamente podrida. Soy la peor persona del mundo. ¡Sería imposible que le gustase realmente a alguien ni siquiera durante un momento!”. Al descalificar las experiencias positivas de este modo, la joven pudo mantener una creencia negativa que evidentemente no era real y no coincidía con sus experiencias cotidianas.
Aunque su pensamiento negativo no sea probablemente tan extremo como el de esa paciente, puede que esté ignorando muchas veces al día, inadvertidamente, cosas positivas que le hayan sucedido.
Esta actitud elimina gran parte de la riqueza de la vida y hace que las cosas parezcan innecesariamente tristes.
No se trata sólo de ignorar las experiencias positivas, usted las transforma inteligente y rápidamente en su opuesto de pesadilla. A esto le llamo “alquimia al revés”. Los alquimistas medievales soñaban con encontrar algún método para transformar ciertos metales en oro. Si usted ha estado deprimido, es probable que haya desarrollado el talento de hacer exactamente lo contrario: usted puede puede transformar un instante de felicidad de oro en un plomo emocional. Sin embargo, no lo hace intencionalmente; es probable que usted ni siquiera se dé cuenta de lo que está haciendo a sí mismo.
Un ejemplo cotidiano sería la forma en que la mayoría de nosotros hemos sido condicionados para responder a los elogios. Cuando alguien alaba su aspecto o su trabajo, puede que usted se diga a sí mismo: “Quieren quedar bien, y nada más”. Con un golpe rápido, usted descalifica mentalmente su elogio. Y hace lo mismo con ellos cuando les dice: “Oh, no tiene importancia, de verdad”. Si usted arroja continuamente agua fría sobre las cosas buenas que le suceden, ¡no se sorprenda si la vida le parece húmeda e inhóspita!
Descalificar lo positivo es una de las formas más destructivas de la distorsión cognitiva. Lo que usted hace se parece a un intento científico para encontrar pruebas que confirmen alguna hipótesis personal. La hipótesis que predomina en su pensamiento depresivo es por lo general alguna versión de “yo soy de segunda clase”. Cada vez que tiene una experiencia negativa, usted se detiene en ella y llega a esta conclusión: “Eso prueba lo que he sabido siempre”. En cambio, cuando tiene una experiencia positiva, se dice a sí mismo: “Ha sido una casualidad. No tiene importancia”. El precio que paga por esta tendencia suya es una intensa tristeza y la incapacidad para apreciar las cosas buenas que le suceden.
Si bien este tipo de distorsión cognitiva es un lugar común, tambien puede constituir la base de una de las formas más extremas e intratables de depresión. Por ejemplo, una joven hospitalizada durante un grave episodio depresivo, me dijo: “No puedo importarle a nadie porque soy una persona horrible. Soy solitaria. No hay nadie en el mundo que dé un centavo por mí”. Cuando ella fue dada de alta del hospital, muchos pacientes y miembros del personal manifestaron una gran simpatía por ella.
Me respondió: “Ellos tampoco cuentan, porque no me conocen mi verdadera personalidad. Mire, doctor Burns, por dentro estoy absolutamente podrida. Soy la peor persona del mundo. ¡Sería imposible que le gustase realmente a alguien ni siquiera durante un momento!”. Al descalificar las experiencias positivas de este modo, la joven pudo mantener una creencia negativa que evidentemente no era real y no coincidía con sus experiencias cotidianas.
Aunque su pensamiento negativo no sea probablemente tan extremo como el de esa paciente, puede que esté ignorando muchas veces al día, inadvertidamente, cosas positivas que le hayan sucedido.
Esta actitud elimina gran parte de la riqueza de la vida y hace que las cosas parezcan innecesariamente tristes.
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