lunes, 17 de septiembre de 2012

Autoritarismo, Fundamentalismo Religioso y Corteza Prefrontal Ventromedial



Ptsd-brain

La Corteza Prefrontal Ventromedial (CPV) es un área que ha despertado interés en investigación desde múltiples flancos, y particularmente en pacientes con daños de esta región cortical:
  • La Hipótesis del Marcador Somático de Antonio Damasio. Para esta propuesta la CPV es una región vinculada con la asignación de valencias emocionales para cada una de las decisiones que tomamos. Sin la valencia emocional correspondiente sería difícil estar motivado para tomar un curso de acción cualquiera.
  • La elaboración de “Decisiones Morales.” Es decir, la capacidad para reaccionar negativamente cuando las personas tienen intenciones negativas, aún y que no existan consecuencias derivadas de ellas (Ver El Daño a la Corteza Prefrontal Ventromedial afecta el juicio de las intenciones dañinas).
  • En el origen de los Delirios de Capgras “reversibles.”  Ryan McKay hace una revisión muy completa del tema (Ver “Inferencia Delirante”), de como los pacientes con daño a la CPV pueden momentáneamente desarrollar la creencia equívoca de que una persona conocida es en realidad un impostor (el delirio de Capgras), pero que sin embargo teniendo la capacidad de reflexión intacta –que depende de otras áreas (ej. Corteza Prefrontal Dorsolateral)- se conserva la posibilidad de revertir el delirio.
  • La Teoría del Etiquetado de Falsedad (TEF)Aquí la CPV se le ha relacionado con nuestra capacidad de dudar, pero donde “dudar” es más que proceso racional: es un estado afectivo. Pienso que esta es una propuesta teórica de cierta originalidad por lo que cito directamente a los autores:
“Brevemente, la TEF afirma que (1) el proceso de creencia ocurre en dos etapas, representación mental y evaluación (Gilbert,1991); (2) todas las ideas que son representadas son inicialmente creídas, pero un análisis psicológico secundario (evaluación) puede producir descreencia (o duda) (Gilbert, 1991; Gilbert et al., 1993); (3) la representación mental de la idea, que inicialmente es creída o considerada cierta, debe ser “etiquetada” para indicar un valor falso, produciendo duda (Gilbert, 1991); (4) la corteza prefrontal es necesaria para la “etiqueta de falsedad” en el componente de evaluación de la creencia; y (5) el “etiquetado de falsedad” es de naturaleza afectiva, de forma similar a las consideraciones de Damasio (1994) en su “hipótesis del marcador somático.”
Mucha de esta literatura parte de alguna forma del llamado “síndrome de desconexión” como explicación para las alteraciones conductuales secundarias, es decir, que en un cerebro compuesto de áreas funcionales localizadas pero interconectadas la desconexión originaría una disfunción.  Sin embargo, esta no es la única posible explicación de lo que puede suceder en el cerebro de estos pacientes. Alternativamente se plantea el modelo hodológico (hodos=camino) que se refiere a la disfunción de las vías de conexión, indistintamente si la disfunción sea causada por desconexión, hiperconexión o una combinación de ambas.
Por lo tanto la valencia afectiva que asigna  la CPV es mucho más diversa de lo que se pudiera pensar, y es necesario incluir también vagos estados afectivos de “familiaridad” (déficit en el Delirio de Capgras), “disgusto moral” (ej. déficit en trastorno antisocial),  y de “falsedad.” Esta última formulación, la TEF, cristalizó recientemente en una investigación en pacientes con daño a la CPV para ver su grado de credulidad.  Es decir, si en una primera instancia creemos, aún por fracciones de segundo, todas las representaciones cognitivas que se nos presentan ello indicaría que si se tiene dañada la CPV seríamos más crédulos.  Esta investigación se llevó a cabo por Asp E, Ramachandran K, y Tranel:Autoritarismo, Fundamentalismo Religioso y la Corteza Prefrontal Humanainteresante en el contexto de las creencias religiosas:
OBJETIVO:
El proceso psicológico de la duda y el escepticismo recientemente se han convertido en tópicos de la investigación neurocientífica. En este contexto hemos desarrollado la Teoría del Etiquetado de Falsedad (TEF), un modelo neurobiológico del proceso de la creencia y la duda, que propone que la corteza prefrontal es crítica para la duda normativa en referencia a la comprensión de las representaciones cognitivas. Aquí sometimos nuestra teoría a un test empírico, elaborando la hipótesis que aquellos pacientes con daño prefrontal tendrían un déficit de la capacidad de dudar que se manifestaría en un mayor autoritarismo y fundamentalismo religioso.
METODO:
Diez paciente con daño bilateral a la corteza preforntal ventromedial (CPVm). 10 pacientes con daño a otras áreas ajenas a la CPVm, y 16 pacientes médicos para comparación, quienes experimentaron situaciones que amenazaron la vida (pero no-neurológicas), completaron una serie de escalas para medir el autoritarismo, fundamentalismo religioso, y creencias religiosas específicas.
RESULTADOS:
Los pacientes con daño a la CPVm reportaron significativamente mayor autoritarismo y fundamentalismo religioso que los demás grupos. Los grados de autoritarismo y fundamentalismo religioso para el grupo de pacientes con daño en CPVm fueron significativamente mayores en valores normativos, e igualmente, los grupos control no difirieron en valores normativos. Es más, los pacientes con daño en CPVm reportaron aumentos de creencias religiosas específicas después del daño cerebral.
CONCLUSIONES:
Los hallazgos apoyan la Teoría del Etiquetado de Falsedad y sugiere que la CPVm es crítica para la duda psicológica, y resistencia a la persuasión autoritaria.
Claro, ello no significa que todos los fundamentalistas van a tener Cortezas Prefrontales Ventromediales disfuncionales, por ejemplo el 30-40% de la población NorteAmericana, sino que simplemente es un factor que predispone a ser crédulo. Más relevante es la consideración neurofisiológica que se desprende de todo lo anterior: si por cualquier razón -biológica, médica o cultural-  la CPVm no “etiqueta” con la duda tal o cuál representación, no estaremos demasiado inclinados a reclutar áreas que favorecen el escepticismo (ej. la corteza prefrontal dorsomedial). 
FUENTE: ALETHEIA


















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