El amor no conoce de comienzos ni de finales, aparece cuando menos lo esperas. Es un sentimiento que no entiende de razones porque no pasa por la mente; no se analiza, sólo se siente; tampoco conoce el egoísmo porque se entrega a través de lo que siente. Amar a alguien más es ser suficientemente humilde como para recibir su ternura y su cariño sin representar el papel de que nada necesitas; es aceptar con gusto lo que te brinda sin exigir que te dé lo que no puede o no desea; es agradecerle a la vida el prodigio de su existencia y sentir en su presencia una auténtica bendición en tu sendero.
Amar a alguien es poder disfrutar cualquier experiencia sabiendo que cada día es una aventura incierta; es vivir cada instante como si fuera el último que puedes compartir, de tal manera que cada reencuentro sea tan intenso y tan profundo como si fuera la primera vez que le tomas de la mano, haciendo que lo cotidiano sea siempre una creación distinta y milagrosa. Amar es atreverte a mostrarte indefenso y sin poses, revelando tu verdad honesta y transparente; es descubrir frente a la otra persona tus propios sentimientos y tus áreas vulnerables; permitirle que conozca quien verdaderamente eres sin adoptar actitudes prefabricadas para causar una impresión favorable; es exponer tus deseos y necesidades sin esperar que se haga responsable de saciarlas; es expresar tus ideas sin pretender convencerle de que son correctas; es disfrutar del privilegio de ser tú mismo sin pedir reconocimiento alguno, y de esta forma, irte encontrando a ti mismo en facetas siempre nuevas y distintas; amar es ser veraz, sin miedo ni vergüenza.
Amar a alguien es ir más allá de su individualidad como persona; es percibirla y valorarla como una muestra de la humanidad entera; es reconocer a través de ella el milagro indescriptible de la naturaleza humana con toda su grandeza y sus limitaciones; amar es apreciar tanto las facetas luminosas y radiantes de la humanidad como sus lados oscuros y sombríos; amar a alguien es amarte a ti mismo y sentirte orgulloso de ser una nota en la sinfonía de este mundo.
Amar es también atreverte a establecer tus propios límites y mantenerte firme; es respetarte a ti mismo y no permitir que la otra persona viole aquello que consideras tus derechos; es tener tanta confianza en ti mismo y en la otra persona, que sin temor a que la relación se perjudique te sientas en libertad de expresar tu enojo sin ofender al ser querido, y puedas manifestar lo que te molesta e incomoda sin intentar herirla o lastimarla. Es reconocer y respetar sus limitaciones y verla con aprecio, sin idealizarla; es compartir y disfrutar de los acuerdos y aceptar los desacuerdos, y si llegara un día en el que, evidentemente los caminos se separaran sin remedio, amar es ser capaz de despedirte en paz y en armonía, de tal manera que ambos se recuerden con gratitud por los tesoros compartidos."
("LIBRO DEL BIOQUANTUM" de Martín Peña)
Fuente: Suzanne Powell
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