El género Chiton de la clase Polyplacophora o Amphineura también recibe los nombres de quitón, apretador, cucaracha de mar y piragüero. Las diferentes especies se caracterizan por tener el cuerpo cubierto de placas calcáreas (ocho), articuladas entre sí, que conforman un caparazón. Si bien son algo duros, suelen consumirse por su buen sabor.
Pero ahí no acaba la cosa. Los científicos desde hace algún tiempo son sabedores de que los quitones tienen cientos de estructuras similares a las cuentas de un collar, parecidas a ojos en la parte trasera de su caparazón. Estas “lentes” en realidad son pedazos de roca. Algo relativamente extraño que puede serlo aún más.
Dan Speiser, biólogo marino en la Universidad de California, en Santa Bárbara ha realizado un estudio sobre estos piragüeros, llegando a sorprendentes conclusiones.
“Desde hace más de cien años sabemos que esos ojos existen, pero nadie había valorado hasta ahora qué tipo de visión proporcionan”.
Como lo lee. Esas piedras son ojos. Dicho de otro modo, esos ojos son de piedra.
Hasta ahora no estaba claro si estas criaturas podían ver en realidad utilizando estos órganos, o si sólo servían para percibir cambios en la intensidad de la luz (que dicho sea, al fin y al cabo es lo que podemos definir como visión).
La investigación, que Speiser llevó a cabo cuando era estudiante de grado en la Universidad de Duke, en Carolina del Norte, reveló que los ojos de estas criaturas marinas son los primeros conocidos hechos del mineral aragonita. Este material es el mismo que conforma el caparazón de las cucharas de mar. Speiser y su equipo recogieron quitones velludos indios (Acanthopleura granulate) del Caribe para realizar su estudio.
Cuando se les deja solos, los quitones levantan parte de su cuerpo ovalado para respirar. Sin embargo, cuando se sienten amenazados, estos animales se aferran con fuerza al suelo marino para proteger su zona ventral, más blanda y delicada.
En el laboratorio, los científicos colocaron animales por separado sobre una losa de piedra por debajo de una pantalla blanca capaz de cambiar de color. Una vez los quitones se hubieron relajado, los investigadores colocaban un disco negro directamente por encima de los moluscos o cambiaban el color de la pantalla de blanco a gris.
El disco negro estaba diseñado para simular un predador que aparecía de repente, mientras que la pantalla que se oscurecía imitaba cambios sutiles en la luz natural que los quitones pueden experimentar en su hábitat natural (por ejemplo, cuando una nube pasa por delante del sol).
En este experimento, los apretadores se bloqueaban cuando se les mostraba el disco negro, pero se quedaban más tranquilos cuando la pantalla se oscurecía. Lo cual sugiere que dicha actitud se debe a que los ojos del quitón son capaces de distinguir formas, un requisito previo para considerar la existencia de vista.
“Estos ojos permiten a los quitones ver objetos sin mucho detalle, pero pueden distinguir entre objetos que se acercan y simples disminuciones en la intensidad de la luz”
Speiser estima que la vista del quitón es unas mil veces más corta que la humana, y es probable que sólo vea en blanco y negro.
“Incluso comparados con otros animales de ojos pequeños, los quitones no ven especialmente bien”, afirmó Speiser.
Los ojos rocosos de los piragüeros parecen tener una serie de ventajas específicas. Por ejemplo, la dureza de la aragonita la hace muy resistente, algo importante para los quitones, que se ven empujados constantemente por las olas.
“Si sus ojos estuvieran hechos de proteinas (como en el caso de los seres humanos y la mayoría de animales) se desgastarían en seguida”.
Por otro lado, los experimentos sugieren que la aragonita permite que los quitones vean igual de bien tanto al aire libre como bajo el agua, algo que probablemente sea útil cuando el flujo de la marea cubre a los moluscos.
“En lo que respecta a su actitud, los quitones reaccionan del mismo modoen ambos medios”.
Esto es sumamente curioso ya que la aragonita posee dos índices diferentes de refracción. Por lo que cada uno de ellos podría emplearse para ver fuera del agua o dentro de ella.
A pesar de todo, aún quedan unos cuantos misterios acerca de los ojos de los quitones. Por ejemplo, aún no se sabe por qué sólo ciertas especies de quitón tienen ojos, ni cómo estos animales utilizan el mismo material para formar ojos y caparazones.
Como puede ver, aunque no sea un quitón, la naturaleza es increible y diversos los medios que los organismos emplean para solventar cierto tipo de necesidades. Quizás ahí fuera – a parte de mal educados y marisabidillos, entiéndase la sorna – también existan algunas formas de vida tan sorprendentes como los quitones.
FUENTE: MUNDODESCONOCIDO.ES
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