Prácticas inadecuadas de crianza generan gente agresiva y sin control
Conductas como agresión física y verbal, hostigamiento sicológico o exclusión social son consecuencia de prácticas de crianza en las que no se incluye enseñar a los hijos a controlar el enojo o la ira.
Esa omisión en la educación ocasiona en el futuro que las personas sean incapaces de gestionar correctamente sus emociones, advirtió Benilde García Cabrero, académica de la Facultad de Psicología (FP) de la Universidad Nacional de México (UNAM).
A raíz de ello también es las víctimas se generan sentimientos de inferioridad, disminución y desmotivación, abundó la doctora en psicología por la Facultad de Educación de la Universidad de McGill en Canadá, quien también advirtió que las manifestaciones actuales de violencia tienen un sustrato emocional importante.
No se puede decir que el enojo y la ira sean malos o que a edades tempranas deban evitarse o reprimirse ni mucho menos; eso depende de las circunstancias, con qué magnitud se presentan y sus consecuencias tanto para quienes los experimentan como para los demás, explicó en un comunicado.
En los niños la ira es una emoción básica, normal y adaptativa porque les sirve para llamar la atención de los padres y externar sus necesidades; se manifiesta como berrinche, tensión o llanto, e indica que hay una necesidad no satisfecha, que existe una frustración.
Si esa situación se potencia en interacción con las prácticas de crianza de los padres, puede generar falta de control, que en años posteriores podrían ser el origen de enfermedades sicosomáticas, además de involucrar a la persona en situaciones en las que enfrentaría problemas serios, como infracciones a las normas y las leyes, alertó.
La especialista en Sicología Educativa aseveró que los esfuerzos de control, que constituyen uno de los mecanismos básicos para manejar las emociones, son medidos por la manera en que los adultos han enseñado a los menores de edad a gestionarlas.
Para hacer frente a cualquier situación, particularmente en caso de una situación frustrante, es necesario encontrar los mecanismos que permitan administrar los recursos emocionales de manera adecuada y adaptativa.
La forma en que los progenitores modelan y apoyan al infante es esencial en el proceso de afrontamiento; si se hace de manera correcta aprenderá a distraerse, calmarse o involucrarse en una actividad alternativa como forma de regulación, recalcó.
Los modelos parentales de control incluyen también la regulación de la simpatía y la empatía, lo cual permite que desarrollen conductas prosociales de ayuda y cuidado hacia los demás, detalló Benilde García Cabrero.
uniradioinforma.com
FUENTE: PEDIATRIA7
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