Capítulo
6
LEY
Nº3: DE AUTODEFENSA (O BLOQUEO)
I
– MUY A MENUDO VIOLAMOS LA LEY DE LA CONSIDERACIÓN.
Es
muy frecuente que todos nosotros violemos, incluso inconscientemente,
la Ley de Consideración cuando mantenemos relaciones con los demás.
Entre otras situaciones podemos citar:
1º
NO PRESTANDO ATENCIÓN A LAS PERSONAS.
Debemos
entender por atención en este caso, una verdadera atención humana,
cálida, disponible.
Demasiado
a menudo creemos prestar atención a las personas nos rodean cuando,
en realidad, nos contentamos con quedarnos en la superficie de la
relación con unos “buenos días” o “buenas tardes” corteses
o bien preguntando por su salud con el formalismo “¿todo bien?”
y contentándonos con una respuesta igual de banal.
No
se llega a más profundidades: en el fondo del espíritu de la
mayoría de nosotros no se pretende hacer preguntas que sean reales:
¿cómo va realmente su salud?, y sus hijos, ¿le dan
preocupaciones o satisfacciones?, ¿cómo van las cosas realmente?.
2º
EN MUCHAS OCASIONES, CUANDO LES DAMOS A ENTENDER QUE A NUESTROS OJOS
SON POCO O NADA IMPORTANTES.
Hay
muchas ocasiones en las que se produce una situación de este tipo.
Citaremos por ejemplo:
- Cuando imponemos nuestro propio punto de vista, nuestro criterio, seguros de tener razón: “Yo creo que...”, “Estoy seguro que...”. Nosotros ya no escuchamos el punto de vista del otro. No le damos la más mínima consideración.
- Cuando damos órdenes secas. Sin explicaciones. Es decir, cuando damos órdenes del tipo: “Haz esto o aquello”. O bien a un niño: “Tienes que hacer esto”, “No hagas tal cosa”. Nos parece tan banal que no le prestamos nada de atención: en particular, está el caso de los jefes con sus colaboradores y, todavía más, el de los padres con sus hijos (tanto es así, que parece evidente que los niños no tienen más que obedecer).
Así,
a menudo me ha pasado que he perdido a una de mis hijas, muy joven,
que llevara una carta al buzón más cercano: ella lo hacía
obligada y forzada, pues yo era el padre; pero con frecuencia lo
dejaba para más tarde y después se le olvidaba y la carta en lugar
de salir rápidamente, perdía 24 horas. Hasta que un día en que yo
comprendí que había que hacer algo especial; esto fue pedirle que
me hiciera el favor de echarla pronto al correo para ganar tiempo,
mostrándole la importancia de ese servicio, pequeño en apariencia,
pero muy importante para mi: una que gana un día de camino para
alguien que, por ejemplo, la espera con impaciencia.
- Cuando imponemos nuestra voluntad sin explicar:Esto suele ocurrir cada vez que estamos en una posición de fuerza: un marido con su mujer, un superior jerárquico con sus subalternos, los padres con sus hijos, etc...De hecho, obedecemos a ese viejo instinto de autoridad arraigado en el ser humano que le lleva siempre a intentar dominar.
- Cuando charlamos sin escuchar al otro:Esta situación es muy frecuente y cuando actuamos así queremos significar que lo que decimos nosotros tiene más importancia que lo que ellos puedan decir. Escuche en los lugares públicos: despachos, talleres, cafés, transportes públicos, etc... continuamente las personas hablan, mejor dicho monologan, sin escuchar al otro.
- Cuando intentamos tener siempre razón y decir siempre la última palabra:Observe a su alrededor: estas personas son una verdadera legión. Pero en cierta medida, ¿no hacemos nosotros lo mismo? Hay bastante probabilidades que así sea.
- En la venta, en los negocios.Cuando un vendedor habla y habla, es decir, ensordece a su interlocutor con un cañoneo de palabras; o bien, cuando abruma con su ciencia a su cliente porque conoce muy bien su parte (y es natural, pues es un profesional que vende continuamente los mismos artículos o los mismos servicios) y está demasiado seguro de sí mismo.En este caso o se contradice o demuestra al cliente que tiene razón, lo que significa, en términos claros, que no admite otras opiniones, “está cerrado”, etc...
3º
CUANDO LES PRESIONAMOS
Siempre, en virtud de ese viejo
instinto de dominación al que aludíamos antes, intentamos presionar
a los demás cuando estamos seguros de nuestros argumentos y, con
mayor razón, cuando estamos en una posición de fuerza.
- El jefe sobre sus subalternos.
- Las personas que están (por diversas circunstancias) en posición de fuerza frente a sus parientes más viejos y les imponen su autoridad.
- El personal de la Administración, situados detrás de sus ventanillas, con las personas que tienen que acudir a ellas.
- El comerciante frente a los clientes cuando un artículo escasea (período de restricciones).
II
– CONSECUENCIA: REACCIÓN DE AUTODEFENSA, BLOQUEO.
Debido a nuestro instinto de
conservación, arraigado en lo más profundo de nosotros mismos,
cuando alguien nos presiona nosotros reaccionamos cada vez,
instintivamente, bloqueándonos, defendiéndonos, encarrándonos
en nosotros mismos.
Esta reacción es tanto más peligrosa
cuanto que es instantánea e inconsciente.
Esto significa que, en esta
circunstancia y sea quien sea su interlocutor: persona evolucionada,
muy inteligente o alguien más primitivo, o un niño que no analiza
lo que pasa, inmediatamente se produce un bloqueo.
Este bloqueo es tan instantáneo, tan
inmediato que me recuerda a esas inmensas redes de nylon que se
levantan súbitamente, al final de los terrenos de aviación militar,
cuando un avión de caza, habiendo sobrepasado un cierto límite en
el que no ha podido despegar, corre el riesgo de destrozarse al final
de la pista.
Ese bloqueo instintivo es tan
invisible y tan eficaz como la red de nylon; al igual que el avión
va a empotrarse en ella, si usted presiona a alguien, por poco que
sea, irá a chocarse contra sus defensas: entre usted y él se
levantará un muro invisible que le será imposible franquear.
Esta situación se puede simbolizar
con el esquema de la página siguiente: a la izquierda está usted
presionando, a veces, incluso, débil e inconscientemente.
A
la derecha las múltiples flechas de reacción muestran el bloqueo,
la barrera inconsciente levantada inmediatamente por su interlocutor.
AUTODEFENSA
INCONSCIENTE, LUEGO PELIGROSA
Repito
que esta reacción es inmediata e instintiva: de manera que hasta
personas muy evolucionadas, perfectamente dueñas de sí mismas se
bloquearán inconscientemente en el fondo de ellas si se “sienten”
atacadas, si tienen la sensación de que están haciendo la más
mínima presión sobre ellas: ¿no ha sentido en usted mismo ese
instinto cuando en una tienda un vendedor o una vendedora ha intenta
“liarlo”, es decir, cuando intenta obligarle a hacer alguna
compra que usted no ha decidido todavía o que, incluso, no quiere
comprar?.
Piense
en ello: esta situación es igual para todos los interlocutores cada
vez que, consciente o inconscientemente, se hace algún tipo de
presión sobre ellos.
III
– REGLA DE ORO DE LAS RELACIONES HUMANAS: UTILICE EL JUDO, ES DECIR
LA SUAVIDAD
1º
SUPRIMA EL BOXEO.
Desde
los orígenes de la Humanidad, lo que predomina en el mundo es la Ley
del más fuerte: es ésta la que lleva ineludiblemente a los humanos
a las guerras, a peleas entre familias, entre amigos, etc... a menudo
por motivos banales.
¿Por
qué ocurre esto?. Siempre por falta de inteligencia, por falta de
comprensión de los mecanismos psicológicos más elementales, en
donde alguien ha querido imponer su punto de vista o su ley a
alguien.
El
otro no tendrá mas remedio que aceptar si está realmente en
situación de inferioridad: por ejemplo: un chico joven dependiendo
totalmente de sus padres, trabajadores pobres y muy necesitados
dependiendo del patrón que les propone un único trabajo que pueden
encontrar; pueblos necesitados dominados por pueblos más ricos y
fuertes, etc.
Pero,
en el momento en que sea posible, el otro intentará escapar de esta
dominación, de esta presión, lo que origina situaciones diversas:
fugas o salidas de adolescentes del hogar familiar, matrimonios
precipitados poco razonables, revoluciones de pueblos o de minorías,
etc...
2º
UTILICE EL JUDO
¿Qué
significa “Judo”? Es una palabra japonesa compuesta que significa
“vía de la suavidad”.
El
Judo lo inventó en el Japón, al final del siglo XIX, un señor muy
flaco, de un peso ridículo, muy pequeño y muy acomplejado por su
debilidad, en un Japón tradicionalmente militarizado, muy
jerárquico, en el que toda la mitología y la leyenda está centrada
en los hechos de los samurais, de los “fuertes”, de las personas
de mucho peso, etc...
El
inventor del Judo quiso encontrar un método que permitiera
restablecer el equilibrio perdido para los pequeños y enclenques: su
astucia consistió en encontrar movimientos de desequilibrio que
fueran siempre en el sentido del adversario.
Dicho
en otros términos, cuando alguien se desplaza, continuamente hay
momentos en los que se está en posición de desequilibrio (momentos
fugaces): en este instante, yendo en el sentido del adversario y
utilizando la fuerza adquirida por él, resulta que, los empujones
dados en el mismo sentido desequilibran completamente al adversario
y, cuanto más pesado sea éste, más fuerte será la caída.
En
las relaciones humanas pasa lo mismo: contrólese, observe, escuche y
utilice los fallos del contrario. Cuando éstos se presenten, o
sea, cuando aparezcan los desequilibrios de su o sus contrincantes,
aprovéchelos a su favor.
Utilícelos
empujándolos en el mismo sentido, no en el sentido inverso, es decir
no intentando ejercer sobre él una presión o una dominación; pues,
en este caso, no podrá tener éxito ( el sí lo tiene será una
victoria muy pasajera) más que si usted está realmente en una
posición de fuerza, lo que, como estábamos viendo, no es
verdaderamente el caso.
3º
DEJE DE SOÑAR CONTINUAMENTE EN DOMINAR AL OTRO
En
las confidencias que me hacen, en las preguntas que me dirigen, es
muy característico observar que mis interlocutores emplean siempre
palabras reveladoras: “querría dominar a mi adversario”,
“querría ser más fuerte que él”, etc...
Esto
demuestra siempre ese sueño permanente de relaciones de fuerza, de
dominación que se aloja que se aloja en cada uno de nosotros.
Es
un cálculo erróneo; en efecto, usted puede encontrarse, en
algunos momentos, claramente en posición de fuerza; pero, esta
situación nunca dura demasiado: tarde o temprano, el otro o los
otros tendrán la posibilidad de escapar de sus manos aunque sea
dejando su empresa o su familia.
En
este caso usted, en definitiva, habrá perdido. Su objetivo
debe ser, pues, no el de abrumar o dominar, sino el de conservar
buenas relaciones con el otro o con los otros, obteniéndo
satisfacciones con ellos.
Veremos,
posteriormente, como obtener una satisfacción razonable en las
relaciones humanas.
4º
PRACTICAMENTE: APRENDA A ACTUAR CONSCIENTEMENTE
O
lo que es lo mismo: sea dueño de sus impulsos.
Actualmente
hay muchas ocasiones en las que usted actúa por impulsos:
cuando puede responde con la misma moneda, si está en posición de
fuerza hace sentir su autoridad, etc... Cuando habla, quizá se le
escapan palabras duras o hirientes, tal vez alguna vez “mete la
pata”...
Lo
anteriormente dicho significa que no es dueño de las palabras
que salen de su boca, de la mímica de su rostro, de las actitudes de
su cuerpo, etc...
Todo
esto se produce físicamente, sin que usted sea consciente de ello. Y
ello no es normal en absoluto.
Tome
el deporte como ejemplo
Notará
que el instinto nos lleva a todos a ejecutar ciertos gestos que
parecen naturales pero que, la reflexión, el entrenamiento o la
experiencia, le enseñan a controlar este instinto y, a menudo, a
hacer exactamente lo contrario para obtener buenos resultados y la
seguridad de la operación.
- Si está esquiando y atraviesa en diagonal una pendiente, el instinto le pide apoyarse sobre el esquí que está del lado de la montaña, pues aparentemente es más natural y parece más seguro. Pero la técnica y la experiencia le enseñan que para conseguir una seguridad real y una eficacia mayor debe apoyarse sobre el esquí inferior.
- Si lo que está haciendo es montar un caballo, el instinto le pide mantenerse preferentemente sobre la parte de atrás para contrabalancear el movimiento permanente del caballo hacia adelante. Por el contrario, la buena técnica consiste en encontrarse siempre en ligero desequilibrio hacia adelante, o sea, en anticiparse a los movimientos del caballo más que en frenarlo con un movimiento hacia atrás.
Otro
ejemplo: conduciendo un coche
- Cuando de pronto se presenta un obstáculo en la carretera o una dificultad, el instinto le incita inmediatamente a apoyarse sobre el pedal del freno. Y esto, a menudo, es la maniobra que no hay que hacer; por ejemplo: cuando conduce sobre un suelo mojado o sobre una pista con hielo, o a gran velocidad, un frenazo puede girar el coche, obligarlo a hacer una cabriola y mandarlo directo a la cuneta. La preparación y la experiencia, le enseñan que debe utilizar las marchas, es decir, tiene que utilizar el freno del motor y no el del pie.
Todo
esto no son más que simples ejemplos; pero, observe y reflexione y
se dará cuenta de que, para actuar en cualquier acto de la vida
ha de sentirse dueño de sí mismo, es decir, dueño de sus
impulsos.
IV
– EN LA COMUNICACIÓN
APLICACIONES
PRÁCTICAS SACADAS DE LA LEY Nº3 DE LA AUTOEDEFENSA.
Voy
a recoger aquí consideraciones ya estudiadas al final de la Ley nº2
de la Consideración: es normal, pues la Ley de Autodefensa es la
contrapartida inmediata de la Ley nº2 de Consideración.
1
– NO DISMINUYA NUNCA A NADIE.
Es
muy importante que en sus relaciones con los demás nunca disminuya a
nadie, ni siquiera, ni siquiera involuntariamente.
Si
el otro se siente herido en el fondo, aunque no haya sido esa su
intención no se lo perdonará. Entre las formas más frecuentes de
producir heridas involuntarias podemos citar: el ironizar, el bromear
sobre alguien, el burlarse, e incluso el tomar a alguna persona como
un “cabeza de turco” amistoso.
La
mayoría de la gente cree que esto no trae ninguna consecuencia y no
se privan de hacerlo, argumentando “somos amigos, ¿no?”. Es
absolutamente falso: las burlas y la ironía hieren profundamente,
aunque venga de un íntimo amigo.
Profesiones
que infantilizan al otro.
Existe
profesiones en las que tradicionalmente, y con frecuencia
inconscientemente (por ser poseedores de diplomas que les acrediten o
por estar investidos de ciertos poderes o de cierta autoridad),
infantilizan o disminuyen a los demás con las que tratan.
Por
ejemplo:
- Los médicos que tienen aires de superioridad. Estos suelen utilizar una jerga técnica totalmente incomprensible para sus clientes en lugar de explicarles los problemas de forma sencilla, o bien si se los explican lo hacen con el tono condescendiente de El Que Sabe frente al que no sabe.
- Las enfermeras. ¿Quién no ha sufrido el autoritarismo de algunas enfermeras cuando por azar se ha encontrado en un hospital, en una clínica, o en un centro de salud?. Muchas veces toman con “sus” enfermos actitudes maternales, dando la impresión de considerarlos como niños pequeños que lo único que tienen que hacer es dejarse manejar, pues ellas sabe muy bien su profesión.
- Los profesores con sus alumnos o con los padres de los alumnos y, en general, todo especialista: experto contable, abogado, ingeniero, etc... cuando tratan del tema que dominan.
- Los funcionarios. Uno de mis amigos, altamente diplomado y director durante mucho tiempo de una de las más importantes filiales de una multinacional, visitaba un día a un funcionario de la Administración del Estado; la conversación fue encantadora y llevada por personas de trato agradable; hasta el momento en que se empezó a hablar del asunto que les reunía: se trataba de un dossier banal de una pequeña sucesión.Inmediatamente el Señor Funcionario adquirió un tono paternal, seco, para indicar lo que se debía hacer; sin descansar durante todo el tiempo ni dejar un segundo a los demás expuso sus ideas y su punto de vista. El Señor Funcionario sabía y el otro no tenía nada más que ejecutar.Sin embargo mi amigo, licenciado en Derecho y especialista en estas cuestiones, sabía tanto como él. Pero esto, al parecer, no servía para nada; El Señor Funcionario, desde lo alto de su autoridad, al parecer pensaba que no tenía porque tomar en consideración al “administrado” que estaba frente a él: sólo El Sabía e Imponia su Voluntad y no hay nada más que hablar.Hoy a menudo se habla en Francia de los “Enarques”, éstos son altos funcionarios o políticos salidos de la Escuela Nacional de la Administración. Y, subrayando un slogan que hemos visto durante años pegado a los camiones en las carreteras para indicar la prepotencia de estos funcionarios: “Los Enarques” saben por todos nosotros”. De esta forma se ha llegado a unos absurdos originados por suponer que todo se sabe, tales como que Francia ha sido durante mucho tiempo un país subdesarrollado en materias de equipamiento telefónico; pues, tal como lo explicaba uno de ellos: “Nunca hubiéramos llegado a pensar que los franceses utilizarían el teléfono tanto como los americanos”.
- Los padres con sus hijos: En virtud de este instinto de dominación, todos los padres, consciente o inconscientemente, intentan, en nombre de la experiencia, imponer su voluntad a sus hijos.Ciertamente esto es lo normal con un niño pequeño. Pero, desgraciadamente, los padres no saben retirarse a tiempo para dejar a un adolescente tomar sus responsabilidades, hacer experiencias, tener ideas y probarías en la vida.Ellos, los padres, saben y, “por el bien del hijo” lamentan hacer presión sobre él para incitarle a tomar tal o cual decisión, o encaminarle hacia una determinada vía.
2
– NUNCA CRITIQUE A NADIE.
Ya
entiende por qué se lo he dicho cuando le hablé de la ley nº2: la
crítica a las personas no sirve para nada, pues la crítica, incluso
la más pequeña, desencadena inmediatamente una reacción de
bloqueo.
Recuerde
bloqueo es: cuneta – pared – red de nylon, es decir puede ser
invisible entre su interlocutor y usted pero, a partir del momento en
que la corriente no pasa entre los dos, usted ya puede tener toda la
razón que no le servirá para nada.
Considere
los hechos diversos y las explicaciones de los ladrones, truhanes,
asesinos, etc... ellos son siempre las víctimas de la sociedad, de
su familia, etc... y se consideran a fin de cuentas como “buena
gente”.
Prácticamente:
desahóguese escribiendo.
Le
recuerdo el consejo dado anteriormente: si verdaderamente se
encuentra en un estado emotivo delicado, escriba una carta a la
persona contra la que tiene reproches; desahóguese ampliamente,
explique todo lo que tiene dentro del corazón, etc... pero no
envíe nunca esa carta.
Si
le aconsejo ese truco es porque le permitirá transmitir su
emotividad, sobre lo que le perturba, en un papel: esto le vaciará
de toda emoción. Pero, sobre todo, nunca envíe esa carta, no ceda
jamás a la tentación de echarla al buzón.
Nadie
se autoacusa
Sea
objetivo: cuando usted ha cometido un error de apreciación y de
acción, ¿acepta para usted mismo, y más todavía en público,
decir que ha cometido en error?.
Esto
resulta casi imposible. Piense en ellos detenidamente, reflexione
sobre esta situación.
Reconozca,
pues, que si esto nos es difícil con nosotros mismos, cuánto más
difícil será para otro, sea quien sea (padre, amigo, hijo,
colaborador, etc...), admitir públicamente que ha cometido un error
y se ha equivocado.
Aquí
se tropieza con una de las imposibilidades del espíritu humano. Sea
realista y téngalo en cuenta.
Lo
que importa, como veremos más adelante, no es que las personas
se acusen sino que transformen su comportamiento en el futuro.
3
– NO INTENTE NUNCA CAMBIAR A NADIE.
Es
decir, no trate de presionarle.
Le
repito aquí el consejo que le di al final de Ley nº 2: seguramente,
ahora comprenderá porque es inútil presionar (aunque se tenga
razón): el otro se bloquea, se repliega, se cierra. Y, aunque usted
tenga mil veces razón, en el sentido literal del término, el otro
no lo entenderá: sus palabras, sus argumentos le resbalarán
(seguramente de forma inconsciente) como gotas de agua las plumas de
un pato.
Acuérdese
de lo que decía Edouard Michelin: “No podemo hacer nada con
sus defectos. Hagamos el máximo para sacar partido de sus
cualidades y para desarrollarlas”.
“Sólo
las personas se pueden cambiar a sí mismas, no usted”
Su
objetivo debe ser conseguir que ellos mismos deseen cambiar. Porque
esto es lo que les interesa a ellos.
Para
lograr esta meta hay que ver las cosas desde su punto de vista
(Ley nº1). Utilice su forma de ser, utilice sus intereses (o sea,
sus desequilibrios: haga “judo”).
Las
personas sólo aceptarán el hacer un esfuerzo si ven en ello su
interés: por ejemplo, presionar a un fumador a base de
argumentos centrados sobre los riesgos del cáncer, y de las
enfermedades es, desgraciadamente, totalmente ineficaz: estos
argumentos tienen que ser científicamente probados, y no por eso un
fumador parará de fumar.
Al
contrario, cuanto más intenta demostrarle por esa vía que debe
dejar de fumar, más se bloqueará y se refugiará en su actitud.
Por
el contrario, se obtienen buenos resultados si el mismo fumador
decide que debe parar; en este caso se le puede ayudar desde el
exterior con curas, con ayuda moral, con una ayuda entre fumadores,
etc... Pero lo primero que tiene que ocurrir es que él decida que ha
de dejar de fumar.
DOS
EJEMPLOS CORRIENTES DE PRESIÓN
1º
La venta
Un
caso muy frecuente de presión, que para muchos es casi una
debilidad, es la de los vendedores que están persuadidos de que
tienen que presionar a sus clientes para conseguir resultados. Sin
embargo, este método es antiguo y está abandonado por todas las
personas evolucionadas que han aprendido las reglas de la venta
moderna.
Hace
algún tiempo visitaba yo el SICOB (Salón Internacional de
Equipamiento de Despacho) para examinar una serie de aparatos que
necesitaba.
En
uno de los stands que pertenecía a una marca conocida fuí acogido
primeramente por un joven que me escuchó y una vez que había
comprendido cual era exactamente mi objetivo me orientó, entre toda
una gama de máquinas, sobre la que me convenía más para mi
problema. Cuando me explicó su funcionamiento, lo hizo calmadamente
dejándome tiempo para asimilar sus explicaciones, hacer preguntas
complementarias, etc... Yo tomé notas y guardé de esta entrevista
un agradable recuerdo, no sólo del vendedor, sino también de la
marca que representaba.
Después,
fuí a ver otras marcas de la competencia, que me había prometido
visitar. Posteriormente, como habíamos convenido volví al primer
stand para comprobar ciertos detalles que me habían aparecido a la
vista de los materiales de la competencia.
Cuando
llegué no vi a mi primer demostrador, sino que literalmente fui
agredido por un vendedor joven, de estilo dinámico, tipo bulldozer
que me secuestró, no paró de hablar, forzándome totalmente a decir
lo que yo debería querer, mientras que, lo único que pedía era ver
al primer demostrador, al que ya había expuesto todos mis problemas,
pues no tenía ganas de recomendar mis explicaciones.
Sin
embargo, el segundo continuaba agrediéndome, todo con sonrisas
artificiales, diciéndome que “era la misma cosa”, etc...
Realmente me indispuso, pues ejercía una presión estúpida sobre
mí, en lugar de tomarme en consideración y de entender que yo
no tenía ganas de vovler a empezar una explicación desde cero y que
preferiría continuar con el primero.
Conclusión:
El primer vendedor era un buen vendedor; me dejó una excelente
impresión y a través de él, de su casa. El segundo era un vendedor
impertinente pero, seguramente persuadido de que él era un vendedor
dinámico, muy “vendedor”, etc...
En
efecto, la mayoría de las personas están persuadidas de que la
venta es “charlar y charlar”. Jamás han comprendido que nunca
vendían a la gente, sino era ésta quien compraba; o sea, que
los compradores tomaban por sí mismos su decisión. Sobre todo
cuando se trataba de material que requería una reflexión y un
análisis atento de los problemas a resolver.
2º
Los padres con los hijos
En
la infancia, es normal que los padres tomen continuamente las
decisiones en lugar de sus hijos, pues, éstos son frágiles, les
falta experiencia y a menudo serían incapaces de decidir por sí
mismos.
Desgraciadamente,
no se dan cuenta de que a partir de los 14 o 15 años el niño se
convierte en un adolescente que necesita reflexionar, tener sus
experiencias, aprender poco a poco a decidir por sí mismo su
porvenir, sus distracciones, etc...
Por
este motivo, muchos padres continúan imponiéndoles su voluntad en
nombre de “su experiencia”: “en mis tiempos, esto no se hacía
así” me decían continuamente mis padres. Es muy posible, pero
actualmente es otro el caso.
Hay
que respetar a los jóvenes que deben adquirir su plena personalidad
y aprender a decidir.
Los
padres no están para imponerles continuamente sus puntos de vista;
ni aunque tengan más experiencia. De todas formas no tienen el mismo
temperamento que sus hijos; no pueden tener los mismos sentimientos
íntimos que aquéllos. Nosotros, los padres debemos considerarnos
como “horticultores” y lo que podemos hacer es: regar la planta
joven, tallarla, o sea, cortar un poco aquí y un poco allá las
ramas inútiles, canalizar su crecimiento, abonarla, etc... ; pero,
al igual que el árbol y la planta crecen por ellos mismos, el joven
también lo hará. Y nadie puede “crecer” en su lugar, empezando
por sus familiares más cercanos, o sea sus padres.
Todas
las incomprensiones, todas las zanjas abiertas entre padres e hijos
vienen de esta situación.
Recientemente,
una madre devota, inteligente, experimentada nos decía en un Grupo
de Entrenamiento: “sé que yo tengo razón”; hablaba de una de
sus hijas de 18 años que, en su opinión, había tomado una mala
decisión con sus estudios.
Es
seguro que, bien pensadas las cosas, esta madre tenía razón. Pero
lo importante es que su hija de 18 años tomara la decisión después
de haberse convencido ella misma de que la vía escogida era la
mejor.
Si
ella toma esta decisión presionada por los padres, ¿qué pasa?; que
tarde o temprano abandonará sus estudios, pues, no encuentra
satisfacciones en ellos, se mete en una vía sin salida y el proceso
de mediocridad se inicia: falla en su vida, falla en sus exámenes,
se asquea de sí misma y no consigue nada pues va de pequeñas
experiencias en pequeñas experiencias.
Es
mejor que en estos casos el joven o la joven tomen por sí mismos la
decisión con conocimiento de causa. Normalmente, si no ha habido
presión y, en consecuencia, no se ha producido una reacción
automática de bloqueo, 9 de cada 10 casos llegarán por ellos mismos
a idéntícas conclusiones que sus padres pero, en este caso, será
una decisión personal, constituyendo, por lo tanto, un camino que
seguirán hasta el fin, pues lo han escogido voluntariamente.
Aparentemente,
el resultado será quizás el mismo. Pero en el caso de haber presión
aparecerá tarde o temprano una reacción de rechazo: el joven hará
sus estudios sin ganas en lugar de estar motivado y es posible que
acabe por dejarlos. Yo veo casi todas las semanas demasiados ejemplos
de ello para no estar seguro.
En
el otro caso, si el joven ha llegado por sí mismo a la conclusión
que debe meterse en un cierto camino: será él el que haya tomado la
decisión; estará motivado y probablmente irá hasta el final.
Verá,
pues, que lo que cuenta para las personas no es obtener una
satisfacción inmediata, sino obtener resultados a largo plazo.
V
– CONCLUSIÓN
Muchas
veces en la vida es necesario escoger entre tener razón o
conseguir resultados.
1º
Tener razón.
El
tener razón puede adquirir dos matices diferenciados:
- Puede ser que se tenga real y objetivamente razón; por ejemplo, el especialista que conoce su profesión, los padres a quienes la experiencia adquirida por tal o cual vía haya sido nefasta, etc...
- O, simplemente, porque “crea” tener razón: porque esas son sus ideas, sus tradiciones, etc...
Muchas
personas se consumen por las situaciones de nervios y de tensión que
tienen que pasar (mala atmósfera en las familias, en las empresas o
en la política) para que sus ideas triunfen, para “tener razón”.
2º
Conseguir resultados
Sin
embargo, lo que cuenta no es el tener razón, el hacer admitir al
otro que estaba equivocado y que sus razones son mejores.
Lo
que cuenta: es que él cambie su comportamiento:
Por
ejemplo, en el acto de venta lo que cuenta en realidad es que el
cliente decida comprar o firmar el contrato y no que él reconozca
que usted tiene razón, que usted es alguien de bien o que su casa es
formidable; esto es secundario.
En
el caso de los hijos lo importante es que decidan por ellos mismos el
meterse en una vía razonable, dejándoles todas las oportunidades
posibles a medida que avancen, si deciden orientarse en una forma
diferente.
El
fin no es conseguir que reconozcan que su padre o su madre tenían
razón sino que decidan una orientación correspondiente a su
temperamento y a sus gustos profundos.
- No olvide nunca:
“En
todas las relaciones humanas lo que cuenta es el resultado no las
satisfacciones de su amor propio”.
1. LO QUE PUEDO APORTARLE Y PORQUÉ
2. ¿QUE SON LAS RELACIONES HUMANAS?
3. LA FABULOSA IMPORTANCIA DE LAS RELACIONES HUMANAS
4. LAS LEYES FUND. DE LAS RELACIONES HUMANAS: LA LEY Nº 1 DEL YO
5. LAS LEYES FUND. DE LAS RELACIONES HUMANAS: LA LEY Nº 2 DE CONSIDERACIÓN
5. LAS LEYES FUND. DE LAS RELACIONES HUMANAS: LA LEY Nº3 DE AUTODEFENSA (O BLOQUEO)
7. LAS LEYES FUND. DE LAS RELACIONES HUMANAS: LEY Nº 4 DE AMOR O LA AFECTIVIDAD
8. SEA BUEN PSICOLOGO
9. RELACIONES DE LA PSICOLOGIA CON LA MORAL Y LA RELIGIÓN
10. USTED PUEDE ORIENTAR EL COMPORTAMIENTO DE LOS DEMÁS RESPECTO A USTED
11. COMO TRIUNFAR CON LOS DEMÁS O COMO HACER AMIGOS, RELACIONES O CLIENTES Y CONSERVARLOS
12. LA TÉCNICA DEL DIÁLOGO. TODO DIÁLOGO DEBE TENER UNA ESTRUCTURA
13. LA TÉCNICA DEL DIÁLOGO (Cont.) TECNICA COMPLETA DE LA CONVERSACIÓN, DE LA ENTREVISTA Y LA NEGOCIACIÓN
14. LA TÉCNICA DE LAS PREGUNTAS
15. EL ARTE DE ESCUCHAR
16. ¿COMO OBTENER LA COOPERACIÓN DE LOS DEMÁS?
17. COMO CONVENCER
18. ANIME CONTINUAMENTE A LOS DEMÁS. APRENDA A DAR LAS GRACIAS, FELICITAR Y ALABAR.
19. CRITIQUE SIN OFENDER
20. PARA TRINFAR EN SUS RELACIONES SOCIALES
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