Cuentan que un hombre murió de hambre y al morir bajó primero al infierno y el demonio le preguntó:
Pero había algo que no encajaba. Todos los comensales que estaban sentados a la mesa estaban más flacos y demacrados que él. Entonces fue cuando se dio cuenta de lo que sucedía. Estaban atados a la silla ante la comida, pero tenían atados en una mano un cuchillo de un metro y en la otra un tenedor de la misma medida y por más que lo intentaban no conseguían ponerse la comida en la boca. Aquel era su tormento, habían muerto de hambre y ahora estaban ante la comida pero no podían comer.
El hombre cuando vio aquello subió al cielo a ver que le ofrecían. Al llegar, San Pedro le preguntó:
Los que se encontraban allí tenían los mismos cuchillos y tenedores atados a las manos, incluso las personas parecían las mismas, pero estas se veían bien alimentadas, felices, contentas y el hombre pensó: “¿cómo es posible que en la misma situación los resultados sean tan distintos?”. Fue entonces cuando se dio cuenta de donde estaba la diferencia: los de abajo eran unos egoístas que sólo preocupaban de comer ellos aunque no lo lograran y los de arriba cogían la comida con su largo tenedor y se la daban al de enfrente y el de enfrente les alimentaba a ellos.
Fragmento del libro: ¡Éxito! Pág 82,83; Autor: Jordi Vila Porta; Edit. EMPRESA ACTIVA
- ¿De qué has muerto, hermano?
- He muerto de hambre -le contestó el hombre.
- Pues ven, que te vamos a dar de comer -le contestó el diablo mostrándole un comedor precioso, con una gran mesa repleta de los más suculentos manjares-. Si te quedas con nosotros siempre tendrás toda esta comida -le dijo tratando de convencerle.
Pero había algo que no encajaba. Todos los comensales que estaban sentados a la mesa estaban más flacos y demacrados que él. Entonces fue cuando se dio cuenta de lo que sucedía. Estaban atados a la silla ante la comida, pero tenían atados en una mano un cuchillo de un metro y en la otra un tenedor de la misma medida y por más que lo intentaban no conseguían ponerse la comida en la boca. Aquel era su tormento, habían muerto de hambre y ahora estaban ante la comida pero no podían comer.
El hombre cuando vio aquello subió al cielo a ver que le ofrecían. Al llegar, San Pedro le preguntó:
- ¿De qué has muerto, hermano?
- He muerto de hambre -le contestó el hombre-. Pues ven, que te daremos de comer -le dijo Pedro mostrándole un comedor similar con los mismos manjares.
Los que se encontraban allí tenían los mismos cuchillos y tenedores atados a las manos, incluso las personas parecían las mismas, pero estas se veían bien alimentadas, felices, contentas y el hombre pensó: “¿cómo es posible que en la misma situación los resultados sean tan distintos?”. Fue entonces cuando se dio cuenta de donde estaba la diferencia: los de abajo eran unos egoístas que sólo preocupaban de comer ellos aunque no lo lograran y los de arriba cogían la comida con su largo tenedor y se la daban al de enfrente y el de enfrente les alimentaba a ellos.
Fragmento del libro: ¡Éxito! Pág 82,83; Autor: Jordi Vila Porta; Edit. EMPRESA ACTIVA
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2 comentarios:
Me parece muy interesante, entendiendo que hay imaginación, y que las cosas no son siempre lo que parecen. A veces hay que salir del encorsetamiento que tenemos.
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Unir estos 9 puntos con cuatro lineas sin interrupción. Probablemente lo sepas, pero quere decir lo mismo que el texto citado.
Aunque los puntos salen en esta situación, están en forma de cuadrado. Un saludo
Muy Bueno,una elección ilustrada de las diferencias entre compartir y alimentar el alma.,y el engaño del egoismo de los de abajo. Gracias. Juan.
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