Eduardo Amblar Burgos
Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat del Vallès (Barcelona)
Las creencias son el motor de funcionamiento del individuo. Las personas actuamos, valoramos, juzgamos y pensamos en función de éstas. En situaciones límites, donde saber tolerar la ansiedad o el miedo y donde la capacidad de concentración es fundamental, las creencias son aun más determinantes. En el deporte de alto nivel continuamente hay situaciones de este tipo, por tanto, las creencias deportivas juegan un papel primordial en el rendimiento final. |
Las creencias deportivas son juicios de valor que tiene el sujeto relacionados con el deporte en general y con su deporte en particular e incluyen cómo entiende el deportista el entrenamiento, la competición; cómo cree que debe gestionarse en entrenamiento y en competición; cómo ve sus posibilidades en la consecución de los objetivos propuestos; cómo atribuye éxitos y fracasos deportivos; cómo valora el trabajo para conseguir estos objetivos; etc.
El rendimiento deportivo depende directamente de cómo sean esas creencias, ya que modulan directamente la concentración y el nivel de ansiedad del deportista. Veamos un ejemplo de una deportista de alto nivel para entender mejor el proceso:
Un entrenador y una nadadora se ponen en contacto con el Departamento de Psicología del CAR de Sant Cugat. Según argumentaba la nadadora, "me pongo muy nerviosa y pocas veces rindo como esperamos".
La intervención psicológica comienza analizando sus creencias deportivas para comprobar cuáles dificultan el rendimiento. Para detectar dichas creencias, se interroga a la deportista para conocer su foco atencional y sus objetivos, tanto en entrenamiento como en competición.
En entrenamiento normalmente está muy pendiente de nadar muy bien técnicamente. En cambio, en competición su foco atencional cambia. Desde el principio está pendiente de ir delante con sus rivales directas.
Del análisis de su foco atencional se desprenden sus objetivos: "Mi objetivo en entrenamiento es mejorar mi estilo y de esta forma ir poco a poco mejorando marcas". "Mi objetivo en competición es salir muy rápida para que mis rivales no me saquen una distancia que después no pueda remontar".
Lo más importante en competición ya no es nadar bien, lo importante ahora es ir al ritmo que salgan sus rivales. Al priorizar sobre su posición en carrera, deja en un segundo plano su técnica de nado.
A partir de aquí, es fácil concretar las creencias que marcan su concentración.
Foco atencional:
- Entrenamiento: Pendiente de nadar bien.
- Competición: Pendiente de mis rivales. Que no me saquen diferencia al principio.
Objetivos:
- Entrenamiento: Mejorar la técnica para ir poco a poco mejorando los tiempos.
- Competición: Salir con las rivales para que al final no me cueste recuperar los metros "perdidos".
Creencias:
- En entrenamiento, lo más importante es nadar bien técnicamente para ir mejorando. En competición lo más importante es nadar rápido e ir delante desde el principio.
- En competición, para ir delante desde el principio y mantener las opciones de hacerlo bien, mi prueba la gestiono en función de lo que hagan mis rivales. Si salen a un ritmo fuerte, tengo que ir con ellas, si no, la prueba la puedo dar por perdida.
El siguiente paso a trabajar será reestructurar las creencias limitantes del rendimiento. Para ello, tendremos que saber cuáles son aquellas que están mermando la capacidad de rendir y decidir qué creencias se instaurarán para reemplazarlas (ver Tabla I).
Tabla I. Criterios para detectar si las creencias son limitantes del rendimiento
"Siempre en las carreras debo salir con ellas, sino, no haré bien la competición."
"En entrenamiento me fijo en...., en cambio en competición me fijo en...."
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"Salir delante de ellas" no depende sólo de la nadadora, depende del ritmo que impongan las rivales. El ritmo al que saldrán los rivales no es controlable por ella. Por lo tanto, las creencias a instaurar en este caso son:
- En competición hay que nadar lo más rápido posible, para ello debo nadar técnicamente bien, dándole prioridad a mi estilo por encima de las rivales.
- Si en entrenamiento gestiono mi prueba en función de mi forma de nadar, en competición no debo gestionarla en función de mis rivales. Si controlo a mis rivales, me olvido de lo fundamental que es nadar bien.
- En competición y en entrenamiento debo estar pendiente de lo mismo. Cambiar mi atención en una situación y otra implicará errores, ya que no estoy acostumbrada a fijarme en esos nuevos estímulos.
Estas creencias se desglosan en los siguientes objetivos:
- Debo nadar en progresión toda la prueba. Empezar a un ritmo fuerte, controlando el estilo, e ir aumentando a lo largo de la prueba hasta terminar a tope.
- Debo empezar nadando rápido pero sin cansarme. Para ello debo empezar la carrera nadando muy bien técnicamente (para economizar al máximo mis fuerzas) y llegar al final de la prueba de la mejor forma posible.
- Para hacer mi mejor carrera, debo ir pendiente de mí, sobre todo, en la primera parte de la prueba.
Y a su vez, se diferencian las siguientes claves atencionales:
- Al principio de la prueba, iré pendiente de mi forma de nadar (posición del brazo, etc.).
- Al final, aumentaré la fuerza en cada brazada y la frecuencia del batido de pies.
Estas nuevas pautas se comienzan a probar en competiciones menos importantes. Se comprueba cómo va reaccionando la nadadora y cómo fluctúa su nivel de ansiedad en competición. Según sea su evolución, se prueban también en las grandes citas.
En definitiva, las creencias determinan si el deportista rendirá o no al nivel esperado. Reestructurar aquellas que no predisponen al rendimiento, favorecerá los buenos resultados en su deporte.
FUENTE:
http://www.infocop.es/view_article_admin.asp?id=3282&cat=38
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