Frederick Irving Herzberg
Uno de los aspectos más seductores de la teoría de la motivación de Frederick Irving Herzberg es la distinción entre aquellos factores que provocan realmente el cambio de actitud, de comportamiento y, aquellos otros, que sencillamente se agradecen, pero no van a incidir en un cambio real de conducta.
Estos últimos son los factores higiénicos: únicamente sirven para verificar que nuestros líderes hacen lo que se debe; están a lo que hay que estar; cumplen con lo mínimo que se espera de ellos. Si no aseguraran esto, el cabreo del personal sería mayúsculo, nada más. No deberían esperar, por tanto, un reconocimiento más allá del agradecimiento por el trabajo bien hecho.
Uno siempre tiene la tentación de acercarse a nuestros gestores políticos y explicarles la teoría de Herzberg. Les diría algo así: «¡Abra los ojos!. Los colectores, asfaltar viales, acondicionar plazas, hacer eficientes los servicios de limpieza o de seguridad, e incluso los servicios sociales y culturales del municipio; que probablemente antes eran un desastre o se mostraron decadentes y prescindibles, no les va a garantizar una nueva elección». Esperamos algo más de ustedes. Algo realmente «motivador». Aquello que realmente puede hacer ilusionar al electorado y motivar o reforzar un cambio es de otra índole. Algo distinto de lo prosaico.
Por ejemplo, un estilo diferenciado de ejercicio del liderazgo social y político. Muestra de una cierta independencia de criterio que suele ser mezcla de creatividad y osadía. Despliegue de acciones que supongan un valor añadido más allá de la pedestre cotidianidad. Evidentemente el éxito en las empresas que el líder se proponga. Más aún cuando uno se pone a la cabeza y lidera este o aquel proceso, candidatura o infraestructura de altísimos vuelos. Amigos, el éxito es la principal comparsa de la band wagon electoral.
FUENTE: HOY.ES
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