A menudo, la gente me pregunta, ¿de todos los científicos del mundo con los que has conversado, cuál de ellos te ha impresionado más? Siempre contesto que la pregunta debería formulárseme de otra manera: ¿de cuál has aprendido más? En los primeros números de la lista está Jonathan H. Pincus, profesor de neurología en la Escuela de Medicina de la Universidad de Georgetown, de Washinton D.C. Ha examinado a docenas de asesinos en serie. ¿Cuáles son, según él, los factores que desatan los instintos violentos?
Tal vez la mejor manera de resumir su pensamiento sea: los niños maltratados no serán necesariamente psicópatas de adultos, ni tampoco las personas con enfermedades mentales o las victimas de una lesión que haya afectado al funcionamiento de su cerebro. Pero si se dan las tres circunstancias, es muy probable que uno acabe comportándose como psicópata.
Descendemos de antepasados comunes de monos y homínidos que eran tremendamente agresivos. Aunque parezcamos afables -saludamos a desconocidos; ningún reptil u otro mamífero lo hace-, podemos ejercer el poder sin miramientos. Tal vez porque somos conscientes de ello, nos preocupa mucho el efecto que las escenas violentas reproducidas en los medios de comunicación pueden tener sobre la juventud. Cuanto más popular se hace un medio de comunicación -primeros fueron los periódicos, luego el cine, la radio, la televisión, y ahora los videojuegos-, más se incrementa el miedo al impacto que las escenas violentas tienen en el comportamiento de los jóvenes. Al acabar el instituto cada chico habrá pasado unas 20.000 horas viendo televisión, frente a unas catorce mil consumidas en aprendizaje en clase.
Las últimas investigaciones indican que no son sólo los medios de comunicación los que influyen en el comportamiento de la juventud. Hay muchos otros factores. La opinión pública, a comienzos del siglos XX, estaba convencida de que los periódicos norteamericanos de tirada masiva exacerbaban el sistema nervioso de la gente. Esta preocupación se trasladó a las primeras películas en movimiento, a los cómics, y a la radio. Pero lo que realmente ha disparado la polémica ha sido la televisión y, ahora, los videojuegos y los móviles.
Steven Kirsch, profesor de psicología de la Universidad de Geneseo, Estados Unidos, asegura que lo que ha hoy día la cobertura de la violencia y la agresión. Ahora, los niños tienen teléfonos móviles. En el pasado, cuando un chaval agredía a su vecino, por muy terrible que eso fuera, nadie lo colgaba en Youtube, pero ahora sí, y por esto tenemos este clamor público sobre la violencia juvenil.
Durante mucho tiempo se creyó que ciertos tipos de música, como el heavy metal o el rap, podían influir en los comportamientos violentos. Pero ahora se sabe que no importa tanto el tipo de música que escucha un joven, sino el motivo por el que la escucha. A los muchachos agresivos les atrae la agresividad. Un estudio reciente revela que quienes escuchan ópera tienen más probabilidades de no condenar el suicidio. Un vez más constatamos la importancia de la configuración de la mente individual. Las personas con ciertas ideas se sienten atraídas hacia determinados tipos de música.
El impacto de las escenas violentas en los niños con psicopatologías tiende a ser acusado, porque no se inhiben con la misma facilidad que el resto frente a la excitación y violencia que perciben.
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