¿Por qué un coaching social específico para la mujer?
¿Qué quiere una mujer?
Esta pregunta la escribió Sigmund Freud a una discípula y nunca, casi 100 años después, ha podido ser resuelta. Sexólogos, psicólogos, biólogos, neurólogos y todo tipo de terapeutas continúan investigando los anhelos femeninos no encontrando más que un enigma aún hoy irresoluble. Más allá de qué es lo que quiere una mujer, nuestro coaching se pregunta y te pregunta ¿qué quieres tú?.
¿Por qué un coaching social específico para mujeres?
Porque tan social como la práctica del coaching en beneficio de la creatividad, la vocación y la diversidad socio-laboral o la discapacidad física, es la práctica del coaching que facilita a la mujer superar los estereotipos que lastran su desarrollo personal, tales como los que le atribuyen su principal responsabilidad social y personal en las esferas de madre, esposa y subordinada.
En este sentido queremos contribuir a situarla en otro sistema de hábitos y creencias que la libere del sentimiento de culpabilidad inherente a dicho estereotipo, es decir, haber sido educadas en una actitud sumisa, abnegada, generosa, protectora y cuidadora y en consecuencia tener integrados estos valores en su personalidad de forma inconsciente y la culpabilidad que les provoca apartarse de ellos.
Este coaching proporciona a nuestras clientes una planificación de los objetivos y prioridades de su vida personal y profesional, un aliado para superar el miedo al cambio y un apoyo para su compromiso con la acción. Ejemplos de las áreas que se trabajan son la gestión del tiempo, de los conflictos, entrenamiento en otros hábitos, la gestión del estrés y de las emociones, la negociación con su entorno familiar y profesional, etc.
Si no quieres perder el tren de la nueva posición social que la mujer se merece, si tus expectativas son superiores a la realidad que vives, si deseas sentirte renovada desde dentro, si intuyes que el coaching puede servirte para enfocar y encaminar tu propia realización, ponte en marcha y llámame. Hablemos.
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