Los bibliotecarios suelen caer mal porque su trabajo consiste en hacer cumplir unas normas para que la biblioteca funcione: no se hable en voz alta, no se pinten los libros, no se tiren papeles o nadie se ria a carcajadas.
A veces pecan por exceso otras por defecto pero en cualquier caso, la sala de estudio no funciona si este trabajador esta ausente o no hace sus funciones.
Enseguida aparecen los gritos, gente vociferando o contando chistes alzando la voz. Por alguna razon los humanos tendemos a no respetar las normas (aunque sea por consideración a los demas).
La paradoja del bibliotecario es que cae mal pero es imprescindible.
Juan Carlos Medina
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