martes, 25 de diciembre de 2007

Los consejeros




Todo consejero da consejos,
pero hay quien aconseja en su interés.

Ten cuidado con el consejero,
entérate primero de sus necesidades,
porque en su propio provecho te aconsejará;
no sea que eche sobre ti la suerte,
y te diga: «Vas por buen camino»,
y luego se quede esperando para ver qué te sucede.

No te aconsejes con uno que te mira con desprecio,
y esconde tus proyectos a los que te envidian.

No te aconsejes con una mujer sobre su rival,
con un cobarde sobre la guerra,
con un negociante sobre el comercio,
con un comprador sobre la venta,
con un envidioso sobre la gratitud,
con un despiadado sobre la generosidad,
con un perezoso sobre cualquier trabajo,
con un empleado eventual sobre el fin de una obra,
con un siervo holgazán sobre una gran tarea:
no cuentes con ninguno de ellos para un consejo.

Recurre siempre a un hombre piadoso, de quien sabes seguro que guarda los mandamientos, que comparte tus anhelos, y que, si caes, sufrirá contigo.

Manténte firme en el consejo de tu corazón, que nadie te será más fiel que él.

Pues el corazón del hombre puede a veces advertir más que siete centinelas sentados en su torre de vigilancia.

Pero por encima de todo suplica al Altísimo, para que dirija tus pasos en la verdad.


Eclesiastico




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