viernes, 4 de enero de 2008

EL SECRETO DEL ESCLAVO

Ayaz era el compañero y esclavo del monarca de Ghazna. Había llegado a la corte como un esclavo mendigo, y el rey le había hecho su consejero y amigo.Los demás cortesanos estaban celosos de Ayaz y observaban todos sus movimientos con la intención de denunciarlo por alguna falta, y así ver su caída.

Un día, estos celosos cortesanos, fueron al rey y le dijeron:

— Sombra de Alá sobre la tierra. Debes saber que, infatigables siempre a tu servicio, hemos tenido a tu esclavo Ayaz bajo minuciosa vigilancia, y que todos los días, tan pronto como se retira de la corte, Ayaz va a un cuarto donde a nadie se le permite entrar, pasa algún tiempo allí y después se dirige a sus propios aposentos.

Tememos que este hábito suyo pueda estar relacionado con un secreto culpable: quizá trama algo para matar a su Majestad.

Durante largo tiempo el monarca se negó a oír algo en contra de Ayaz, pero el misterio del cuarto cerrado le inquietaba, hasta que decidió que tenía que preguntarle a Aya. Un día cuando Ayaz salía de su cuarto misterioso, el rey, rodeado por cortesanos, apareció y ordenó que se le enseñara el cuarto.

— No –dijo Ayaz.

— Si no me permites entrar en el cuarto, desaparecerá toda mi confianza en ti como persona leal y de confianza, y en adelante nunca podremos seguir en los mismos términos.

— Escoge –respondió el furioso conquistador.

Ayaz lloró, y después abrió la puerta del cuarto dejando que entraran también los cortesanos. El cuarto estaba vacío. Todo lo que había era un gancho en la pared y del gancho colgaban un manto raído con parches, un bastón y un tazón de mendigar.

El rey y su corte no pudieron comprender el significado de este descubrimiento. Cuando el rey pidió una explicación, Ayaz dijo:

— Majestad, por años he sido tu esclavo, amigo y consejero. He tratado de no olvidar mis orígenes, y por esta razón he venido todos los días a este cuarto a recordar lo que fui.

Yo te pertenezco, y todo lo que me pertenece a mí son mis harapos, mi bastón, mi tazón de mendigar y mis travesías por la faz de la tierra.

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