martes, 1 de enero de 2008

EL CUENTO DE LOS ELEFANTES


"Cuando de niña iba al circo, me llamaba la atención la conducta del elefante. Durante la función, la enorme bestia hacia despliegue de tamaño, peso y fuerza descomunal... Pero después de su actuación, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada en el suelo.

Sin embargo, la estaca era solo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa me parecía obvio que ese animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza, podría, con facilidad, arrancar la estaca y huir.

El misterio era evidente:

¿Que lo mantenía entonces? ¿Por que no huía?

Pregunté entonces a algún maestro, a mi padre, o a algún tío por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explico que el elefante no escapaba porque estaba amaestrado.

Hice entonces la pregunta obvia: Si está amaestrado, ¿por que lo encadenan? No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente.

Con el tiempo me olvide del misterio del elefante y la estaca... y solo lo recordaba cuando me encontraba con otros que también se habían hecho la misma pregunta.

Hace algunos años descubrí que por suerte para mi, alguien había sido lo bastante sabio como para encontrar la respuesta:El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy, muy pequeño.

Cerré los ojos y me imagine al pequeño recién nacido sujeto a la estaca.

Estoy seguro de que en aquel momento el elefantito empujó, tiró y sudó, tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo, no pudo.La estaca era ciertamente muy fuerte para el.

Juraría que se durmió agotado y que al día siguiente volvió a probar, y también al otro y al que le seguía...

Hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal acepto su impotencia y se resigno a su destino.

Este elefante enorme y poderoso, que vemos en el circo, no escapa porque cree - pobre- que NO PUEDE.

El tiene registro y recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia que sintió poco después de nacer.

Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese registro.

Jamás... jamás... intento poner a prueba su fuerza otra vez..."





Facilitado por María Flavia Losinno






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