domingo, 6 de enero de 2008

EL VALOR DE LA AMISTAD

Una vez, cuando era joven y recién casada, me tomaba un té frío en un día caliente de verano bajo la sombra de un árbol. Hablaba con mi cuñada, nos estábamos conociendo, a medida que me contaba de su vida yo le contaba de la mía. No era mucho mayor que yo, pero tenía tres hijos, y parecía ser ya una madre sabia... ¡con experiencia! .

Jamás olvidaré el consejo que me dio aquel día: "Consíguete amigas", me dijo, mientras sonaba los hielos que le quedaban en el vaso. "Necesitarás amigas. Ir a sitios con ellas, salir de la rutina y hacer cosas, para variar".

Consideré que el consejo sonaba absurdo en el momento porque me acababa de casar y pensaba que entraba en un mundo diferente: el de las parejas. ¿O no?. Yo era una mujer casada, santos cielos, no la niña aquella que necesitaba amigas. Pero seguí su consejo al pie de la letra y fui cultivando las relaciones con unas buenas amigas.

Según pasaron los años iba entendiendo paulatinamente a lo que se refería mi cuñada aquel día cuando me brindó su sabio consejo...

Las amigas llegan a tu casa, te traen comida y te arreglan el baño cuando estás enferma.

Las amigas cuidan a tus hijos y guardan tus secretos.

Las amigas te dan consejos cuando se los pides (aunque a veces los sigas y a veces no).

Las amigas no siempre están de acuerdo contigo y no siempre te dan la razón, pero al menos son honestas contigo (la mayoría del tiempo).

Las amigas te quieren aun cuando no están de acuerdo con tus decisiones.

Las amigas se ríen contigo y no necesitan de chistes tontos para empezar a reírse.

Las amigas te sacan de apuros.

Están ahí cuando las necesitas... ¡al instante!.

Están ahí cuando llegan esos momentos difíciles. No te dan la espalda.

Las amigas escuchan cuando pierdes tu trabajo, cuando pierdes o te separas de tu marido.

Las amigas te escuchan cuando tus hijos te rompen el corazón.

Te escuchan cuando la mente y el cuerpo de tus padres van decayendo.

Mis amigas hacen de mi vida... ¡una bendición!.

Alguna vez fuimos más jóvenes, sin idea de lo que nos esperaba más adelante, ni de las alegrías o los momentos tristes que nos faltaban por pasar. Jamás tuvimos idea de lo mucho que necesitaríamos la una de la otra.

¡Ahora sé el valor que tiene una buena amiga!.


Gentileza de Jorge Luiz Zorrilla



.