En sus relaciones con los demás (sean las que sean) puede escoger entre tres y sólo tres modalidades:
1º La Fuerza
Desde el origen de la humanidad ha prevalecido normalmente este método.
Esa actitud nació en el pasado porque el hombre es un ser frágil con respecto a los elementos, las cosas, sobre todo, con respecto a sus congéneres. Tiene a menudo miedo y para dominar su miedo (osea sus dudas, sus temores, sus angustias, sus aprensiones, etc...) intenta situarse en posición de fuerza para imponerse.
2º La Mendicidad
Suplicamos a los demás que nos presten su interés; que sean simpáticos con nosotros, que nos den empleo, etc...
La vida está llena de seres humanos que se pasan la vida intentando inspirar piedad y buscando ayuda, un empujón, una palmada en la espalda, etc... Este comportamiento no puede acarrear, en la parte así solicitada, más que una actitud negativa, por no decir el desdén o el desprecio.
Con este método no se pueden obtener más que pequeñas cosas, nunca grandes, pues se pierde toda dignidad ante el otro.
3º El intercambio equilibrado
Desde los orígenes de la humanidad, y por lo menos a nivel de lo material, el hombre se acostumbró a cambiar lo que poseía por lo que deseaba; la idea base era que las dos partes del cambio fueran del mismo valor en espíritu.
En las relaciones humanas el intercambio equilibrado significa que en lugar de querer recibir siempre de los demás sin dar nada, se acepta el dar a los otros lo que necesitan para recibir de ellos lo que nosotros necesitamos.
En estas condiciones las dos partes conservan su dignidad; no hay rencor, todo el mundo está contento.
Fragm. Pag. 8,9, 10 del libro I de “Contactos y Dialogos”, Instituto de Dinámica Mental (IDM), Autor Maurice Ogier
1º La Fuerza
Desde el origen de la humanidad ha prevalecido normalmente este método.
Esa actitud nació en el pasado porque el hombre es un ser frágil con respecto a los elementos, las cosas, sobre todo, con respecto a sus congéneres. Tiene a menudo miedo y para dominar su miedo (osea sus dudas, sus temores, sus angustias, sus aprensiones, etc...) intenta situarse en posición de fuerza para imponerse.
2º La Mendicidad
Suplicamos a los demás que nos presten su interés; que sean simpáticos con nosotros, que nos den empleo, etc...
La vida está llena de seres humanos que se pasan la vida intentando inspirar piedad y buscando ayuda, un empujón, una palmada en la espalda, etc... Este comportamiento no puede acarrear, en la parte así solicitada, más que una actitud negativa, por no decir el desdén o el desprecio.
Con este método no se pueden obtener más que pequeñas cosas, nunca grandes, pues se pierde toda dignidad ante el otro.
3º El intercambio equilibrado
Desde los orígenes de la humanidad, y por lo menos a nivel de lo material, el hombre se acostumbró a cambiar lo que poseía por lo que deseaba; la idea base era que las dos partes del cambio fueran del mismo valor en espíritu.
En las relaciones humanas el intercambio equilibrado significa que en lugar de querer recibir siempre de los demás sin dar nada, se acepta el dar a los otros lo que necesitan para recibir de ellos lo que nosotros necesitamos.
En estas condiciones las dos partes conservan su dignidad; no hay rencor, todo el mundo está contento.
Fragm. Pag. 8,9, 10 del libro I de “Contactos y Dialogos”, Instituto de Dinámica Mental (IDM), Autor Maurice Ogier
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