viernes, 4 de junio de 2010

El Erudito Arrogante



Era un arrogante erudito que oyó hablar de un sabio y se dijo: “No tendrá nada que enseñar, pero tampoco pierdo nada por acudir a visitarle”. Así que fue para allá.

Ya en casa del sabio, éste y el erudito se sentaron juntos en el salón. Al punto el erudito comenzó a hacer gala de sus saberes librescos, utilizando toda suerte de sentencias y explayándose sobre muy diferentes materias y disciplinas. De repente el sabio dijo:

Un momento, señor, voy a traer el té.

El sabio regresó poco después con una bandeja sobre la que había dos tazas y la tetera. Comenzó a echar té en la taza del invitado y, tras llenarla, siguió haciéndolo, y el té se desparramó por toda la mesa. El invitado, malhumorado, exclamó:

¡Pero si no cabe más té! ¿Es que no lo ve?

Y el sabio repuso serenamente:

¿Y no ve usted que con tanto conocimiento prestado no puede aprender nada más?


Reflexión

El conocimiento intelectual no transforma, no modifica interiormente, no mejora. Puede ser de ayuda si pone en marcha energías transformativas y seguimos los métodos de transformación y bienestar, pero de otro modo se queda en meros propósitos huecos, en inútiles abstracciones intelectuales.

La comprensión intelectual tiene que tornarse comprensión visceral y reveladora, para que así uno pueda proceder en consecuencia, pues de otro modo la vida es una sucesión de intenciones y propósitos que no se materializan y quedan en suspensos, incluso provocando amargura y frustración.

Para que algo pueda florecer, algo debe morir; para que el recipiente pueda albergar más liquido, una parte debe ser desalojada. No solo hay que aprender.

Muchas personas utilizan el conocimiento como un escapisimo o subterfugio y no evolucionan, no maduran, incluso dejan que ese caudal de conocimientos asesine la vida.

No es solo pensar, es más bien vivir, y hacerlo con plenitud y rectitud. El pensamiento juega su lugar en un plano determinado, pero la vida es mucho más amplia que el pensamiento, la erudición o el saber libresco.

Se corre el riesgo de que el conocimiento interfiera la vida y ocupe el lugar de la realidad y, en cualquier caso, que atiborre tanto la mente que la diseque y cese todo aprendizaje ulterior.

Hay también que asimilar el conocimiento y soltarlo, no aferrarse a él, del mismo modo que no es lo que la experiencia haga con uno, sino lo que uno sea capaz de hacer con la experiencia. El conocimiento no es sabiduría. El conocimiento son datos e información que nos pasamos los unos a los otros, pero la sabiduría es personal e intransferible. Nos pueden entregar métodos y actitudes para que nosotros, por nosotros mismos, ganemos la sabiduría, pero nadie nos la puede dar.

El conocimiento es prestado; la sabiduría es una energía de visión clara que eclosiona en lo más profundo de uno. El conocimiento no modifica, pero la sabiduría transforma en lo más intimo. Se puede tener mucho conocimiento y una visión muy limitada y oscurecida, pero la sabiduría es siempre claridad, entendimiento correcto y comprensión clara de lo que es.

LIBRO: LOS MEJORES CUENTOS ESPIRITUALES PARA LA VIDA DIARIA pág. 39-40 / AUTOR: Ramiro Calle / EDITORIAL: Kailas













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1 comentario:

Anónimo dijo...

Malisimo entendimiento de el sentido metaforico del te.