lunes, 15 de septiembre de 2008

LA PACIENCIA



"La paciencia no trata de cuánto puedes esperar, habla de lo bien que te comportas mientras esperas..."


La paciencia es una de las habilidades más difíciles de lograr para cualquier persona, porque ella implica desprenderse de las expectativas y resignarse a que las cosas sigan su curso. Es decir, sentarse en la cresta de la ola, dejar que ella lo lleve y aceptar lo peor que pueda ocurrir. Más específicamente, si tienes una cita importante y de pronto te encuentras en la mitad de un embotellamiento de tránsito, puedes insultar al ministro del transporte, patear el carro, maldecir el día de tu nacimiento, pelear con una señora que mira absorta desde el carro vecino, pitar como un desaforado, o por el contrario, recostarte, colocar tu música favorita, sacar los pies por la ventanilla, y entregarte a los designios de Dios con beneficio de inventario.


La primera estrategia segrega adrenalina y cortisona en cantidades industriales, además de hacerte ver como un idiota; la segunda te regala años de vida y, de paso, le agrega un toque de distinción a tu personalidad, que nunca sobra.


Walter Risso - De regreso a casa



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Siempre podemos decidir como reaccionar. ¡Ah! Pero esto significa que tenemos que observarnos. Y eso, es un trabajo diario, una tarea de cada momento. Puede ser que estés trabajando en ese sentido. Y de repente te das cuenta que has dado un traspié, que te ha ganado la inconsciencia. "¡Pero si ésto yo lo sabía! ¿Otra vez caí en lo mismo?" No importa. Por experiencia sabemos que la observación de nosotros mismos se aprende, que el estado de alerta se consigue pasito a pasito. Hasta que nos vamos dando cuenta que cada vez más hay "alguien" muy seguro dentro, de nosotros, que dirige nuestros actos. Otras veces el estar conscientes nos advierte que vamos por un carril inapropiado, sin embargo seguimos al "abismo". Podemos ver que hay otra vía, la de dejar ir, no reaccionar, pero no lo hacemos. ¿Y luego? nos sentimos como un idiota con nosotros mismos. No importa. Reprimirnos no sirve, culparnos tampoco. Significa eso que no estábamos listos para tomar la decisión adecuada. Pero ya hubo un punto de atención, un semáforo en rojo y eso es la observación.

Si somos consecuentes, podemos estar seguros que cada vez más seremos conscientes de cada momento y actuaremos apropiadamente. Pero todo comienza, y sigue con la observación. Si no nos observamos, seremos como hojas llevadas por el viento.



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Jessica Boyer Vallejos
CPsP 3937
990547014