jueves, 28 de noviembre de 2013

CARTA DE ABRAHAM LINCOLN AL PROFESOR DE SU HIJO



«Querido profesor, mi hijo tiene que aprender que no todos los hombres son justos ni todos son veraces, enséñele que por cada villano, hay un héroe, y que por cada egoísta, hay un ser generoso. También enséñele que por cada enemigo hay un amigo y que más vale moneda ganada que moneda encontrada. Quiero que aprenda a perder y también a gozar correctamente de las victorias. 


Aléjelo de la envidia y que conozca la alegría profunda del contentamiento. Haga que aprecie la lectura de buenos libros, sin que deje de entretenerse con los pájaros, las flores del campo y las maravillosas vistas de lagos y montañas Que aprenda a jugar sin violencia con sus amigos.

Explíquele que vale más una derrota honrosa que una victoria vergonzosa. Que crea en sí mismo y en sus capacidades aunque se quede solo, y tenga que lidiar contra todos. Enséñele a ser bueno y gentil con los buenos y duro con los perversos. Instrúyalo a que no haga las cosas porque simplemente otros lo hacen, que sea amante de los valores. Que aprenda a oír a todos, pero que a la hora de la verdad, decida por sí mismo.

Enséñele a sonreír y mantener el humor cuando esté triste y explíquele que a veces los hombres también lloran. Trátelo bien pero no lo mime ni lo adule, déjelo que se haga fuerte solo. Incúlquele valor y coraje pero también paciencia, constancia y sobriedad. 

Transmítale una fe firme y sólida en el Creador. Teniendo fe en Dios también la tendrá en los hombres. Entiendo que le estoy pidiendo mucho, pero haga todo aquello que pueda.»


Abraham Lincoln, 1830


1 comentario:

Psicologo Barcelona dijo...

Gran reflexión de uno de los hombres más famosos de la historia.

Parece el ideal con el que todos deberíamos educar a nuestros hijos, quizás no dejándolo en manos de los profesores, sino desde casa, con nuestro ejemplo, ocupándonos directamente de todos esos valores que se quieren transmitir.

El tema de la religión... bueno cada uno es libre de escoger y de educar. Al fin y al cabo, no deja de ser cultural.