Lo que no sabemos cómo usar lo llamamos inútil, pero en realidad es todo lo contrario porque nos habla de nuestra ignorancia, de los límites que estamos poniendo a nuestro pensar.
Estamos tan acostumbrados a repetir pensamientos y argumentos de “autoridades” que los vivimos como si fuesen nuestros. En algún momento decidimos que en nuestro huerto sólo se plantaría lo que nos hace sentir seguros, aquello que nunca nos pueda indigestar, no por casualidad las creencias comunes de una sociedad se llaman cultura, de cultivo. Pero hay venenos que actúan a muy largo plazo, por acumulación en nuestro organismo, tardan tanto en hacerse síntomas visibles que cuando estos aparecen no los ligamos con lo que habitualmente comemos, son los venenos de toda una cultura.
Tal vez si dejamos una parcela salvaje en nuestro terreno, de forma natural crezcan algunas hierbas medicinales, por supuesto que nadie nos las habrá recomendado tomar, tendremos que confiar sólo en nuestro sentir para decidir si las ingerimos o no. Si regamos con la presencia de nuestro corazón a este reducto de la inocencia cultural, nos sorprenderá en la primavera con la belleza del arco iris de mil flores salvajes, es el fruto de la libertad …
¿Quién habrá puesto las semillas en nuestra zona salvaje …?
¿Habrá sido nuestra propia sabiduría …? "
La Danza de la Vida
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