lunes, 12 de octubre de 2009

Carta de un hijo a todos los padres del mundo


No me des todo lo que te pido. A veces sólo pido para ver hasta dónde puedo coger. No me grites. Te respeto menos cuando lo haces y me enseñas a gritar a mí también. No me des siempre órdenes .Si en vez de órdenes a veces me pidieras las cosas, yo lo haría más rápido y con más gusto.

Cumple tus promesas, buenas o malas. Si me prometes un premio, dámelo, pero también si es un castigo. No me compares con nadie, especialmente con mi hermano o hermana. Si tú me haces lucir mejor que los demás, alguien va a sufrir. Y si es al contrario, seré yo quien sufra.

No cambies de opinión tan a menudo sobre lo que debo hacer. Decide y mantén tu decisión.

Déjame valerme por mí mismo. Si tú lo haces todo por mí, yo nunca aprenderé. No digas mentiras delante de mí, ni me pidas que las diga por ti, aunque sea para sacarme de un apuro. Me haces sentir mal y pierdo la fe en lo que me dices.

Cuando yo hago algo malo, no me exijas que te diga el porqué lo hice. A veces ni yo mismo lo sé. Cuando estés equivocado en algo, admítelo y crecerá la opinión que yo tengo de ti y me enseñarás a admitir mis equivocaciones.

Trátame con la misma amabilidad y cordialidad con que tratas a tus amigos, ya que, porque seamos familia, eso no quiere decir que no podamos ser amigos también. No me digas que haga una cosa y tú no lo haces. Yo aprenderé y haré siempre lo que tú hagas, aunque no lo digas. Pero nunca haré lo que tú digas y no hagas

Cuando te cuente un problema mío no me digas:”No tengo tiempo para boberías” o ” Eso no tiene importancia”. Trata de comprenderme y ayudarme

Y quiéreme y dímelo. A mí me gusta oírtelo decir, aunque tú no creas necesario decírmelo.


Gentileza de Susana Blanca Allonge







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