viernes, 1 de agosto de 2008

La crueldad humana y la exclusión social


La exclusión social surge cuando una sociedad justifica el trato no equitativo hacia unos grupos, debido a características que los hacen `diferentes´.

· Existen formas sutiles y fuertes para excluir a otros, y siempre las formas más crueles de comportamiento inician con formas menos agresivas.

· La persona cuenta con un mecanismo de autosanción que se activa cuando va a cometer o ha cometido un acto incorrecto.

· Esta autosanción se debilita cuando la sociedad es permisiva con los actos agresivos hacia ciertos grupos sociales.

· Cuando la persona realiza una conducta reprobable, crea justificaciones y eufemismos para demostrar a otros que su acción fue correcta.

· Si la persona, cuando realiza la conducta reprobable, no se siente culpable directo de sus actos tendrá más facilidad para llevarlo a cabo y minimizar el daño que le ha causado a otros.

· De esta forma, no se activará su autosanción al ver a las víctimas de sus actos, porque pensará que son inferiores y no merecen el mismo trato que otras personas, o son éstas han sido culpables de su situación, o simplemente han tenido mala suerte.
Reflexión final:

La `ley cruda de las relaciones sociales´ de Deutsch indica que los síntomas que incitan a la exclusión son disparados por la misma exclusión, instigando un círculo vicioso que se refuerza en el tiempo.

Por este motivo, cada persona debe identificar y rechazar las actitudes en su sociedad que estimulan el trato desigual (por ejemplo, la permisividad hacia casos aislados de agresión a inmigrantes) porque, de otra forma, lentamente cambiarán el entorno social, generando ambientes propicios para la agresión a gran escala.

· El genocidio Ruandés ocurrió en una sociedad tribal atrasada económicamente, mientras el Holocausto se desarrolló en países altamente desarrollados. El Holocausto fue impulsado por el fascismo y el genocidio Camboyano por el socialismo: ninguna sociedad está libre de caer en comportamientos de gran crueldad.


Gentileza de Esperanza Navarro
.
.
.
.
.
.
.