domingo, 28 de diciembre de 2014

RELATOS ESPIRITUALES: El Árbol Celestial


Había un hombre que llevaba muchas horas viajando a pie bajo un sol implacable. Estaba realmente extenuado y ya no podía ni siquiera dar un paso más. Exhausto se echó a descansar bajo un frondoso árbol. 

Se trataba, sin él saberlo, del árbol celestial que materializa lo que uno piensa.
El suelo estaba duro y el hombre pensó lo agradable que sería contar en esos momentos con una reconfortante cama.
Y en ese preciso instante apareció ante él una cama sumamente cómoda, sobre la que se acostó regocijado.
Estaba descansando mientras pensó lo placentero que sería que una bella joven le diese un gratificante masaje en sus cansados pies.
Al punto apareció la joven y comenzó a frotar sus doloridos pies.
Entonces, descansado y relajado, pensó en una sabrosa comida y aparecieron ante él suculentos manjares.
¡Qué a gusto se encontraba!. Estaba descansado, tranquilo, con el hambre saciada. ¿Qué más se podía pedir?
De repente le asaltó un pensamiento:
"Mira que si ahora viniera un tigre y me comiera".
En ese momento surgió un tigre y lo devoró.

REFLEXION:
La mente es muy misteriosa y, por supuesto, como una bandera expuesta al vendaval y que no deja de moverse.
El pensamiento está en sus continuos ires y venires, como el mono que no deja de saltar de la rama del apego a la del aborrecimiento, de lo que le gusta a lo que le disgusta.
La mente es inestable por su propia naturaleza, como está en la del fuego quemar. Ya sabemos que si no tiene problemas reales, los crea imaginarios y que a menudo en lugar de resolver las complicaciones añade otra. Se caracteriza por agregar sufrimiento al sufrimiento.
En lugar de pensar de una manera lúcida, voluntaria, consciente y constructiva, muchas veces lo hace de una manera insana, desoyendo la instrucción del yoga que reza: "Así como piensas, así eres" o aquella de Buda de que tenemos que combatir la oleada de pensamientos negativos mediante una oleada de pensamientos positivos.
Si uno se creé todo lo que la mente le dice está perdido. La mente es a menudo una gran impostora y va por un lado mientras que la vida va por otro. La mente origina sus propias creaciones y luego se las cree.
En pocas palabras, una mente descontrolada no es de fiar. Por eso mismo hay tantos métodos en la sabiduría oriental para poder cuidar, sanear, estabilizar y saber dirigir la mente. Es muy buena sierva pero muy mala ama.
Hay que ir aprendiendo a desidentificarse del lado caótica de la mente y conseguir que la misma mente que en principio ata, llegue a liberar.
Le preguntaron a un mentor por qué siempre estaba tranquilo y repuso: "Porque no me creo mi mente". Buena lección. La mente viene y la mente va, como la ola, pero igual que la playa permanece, podemos establecernos en un centro de consciencia que no se deje tanto arrebatar por las peripecias de la mente díscola.  Eso le llamamos la consciencia-testigo. Está en la mente, pero más allá de la mente. 

Ramiro Calle
Director del Centro de Yoga Shadak y escritor

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