Pensamiento Alicia como racionalidad simplista y abierta / Pensamiento Utópico
El Pensamiento Alicia procede representándose un mundo distinto al mundo real y, lo que es más interesante, un mundo al revés de nuestro mundo, como es propio del mundo de los espejos. Al representarse el mundo al revés, el pensamiento Alicia no quiere tener conciencia de las dificultades que habría que vencer para llegar a él, ni, por tanto, los métodos o caminos que sería preciso habilitar. Todo es mucho más sencillo: se tiene la voluntad de pasar a ese mundo al revés y basta. Un mundo maravilloso y al revés del nuestro, como el que L. Carroll representó en Alicia en el país de las maravillas (1865) y Al otro lado del espejo, y lo que Alicia encontró allí (1871).
Y en esto se diferencia el “Pensamiento Alicia” del modo de pensar utópico [787]. Porque el pensamiento utópico (el “Pensamiento Mao”, el “Pensamiento Gonzalo”, el de Sendero Luminoso), aunque también suele representar un mundo maravilloso, incluso un mundo al revés (“otro Mundo es posible”), mantiene la conciencia de las dificultades que median para llegar a él, dificultades que exigen incluso una o muchas revoluciones sangrientas. Precisamente la conciencia de esta dificultad de acceso a otro mundo mejor, cuando está fundada en la misma rareza de las instituciones que se nos ofrecen, sirve para medir la distancia entre la realidad efectiva y la ideal, y ello puede tener gran utilidad y alcance para formar un juicio sobre la estructura de nuestro propio mundo y sobre las dificultades para darle la vuelta, para medir también lo peligroso de las esperanzas infundadas y locas puestas en los proyectos de transformación de nuestro mundo, y para medir y analizar la capacidad de las palancas transformadoras de las que disponemos.
Pero ninguna de estas utilidades, ninguno de estos alcances técnicos o filosóficos, pueden ser atribuidos al Pensamiento Alicia, porque él no mantiene la conciencia crítica de la distancia entre el mundo real y el País de las Maravillas. El pensamiento Alicia pierde todo su mordiente crítico y funciona como una ensoñación simplista, propia del adolescente que habiendo ya alcanzado, desde luego, el uso de la razón (por tanto, la posibilidad de una coherencia interna en sus discursos), sin embargo se deja llevar por las razones abstractas que corresponden a una única línea de discurso y, por tanto, procede acríticamente, encubriendo la realidad en lugar de analizarla. Una racionalidad simplista, una coherencia formal, que se atiene a unas líneas muy simples de concatenación, sin tener en cuenta otras líneas involucradas y entrecruzadas con ellas; una racionalidad abierta, precisamente porque no posee el control de las líneas de variables que intervienen en el discurso. Una racionalidad abstracta (simplista y abierta) y, por tanto, ciega y rígida. El pensamiento Alicia, en efecto, solo tira de un hilo de la madeja, sin querer saber nada de los otros hilos en los que está enredado, y por eso este pensamiento es simplista. El pensamiento Alicia procede, por ejemplo, de este modo: constando una semejanza particular entre dos realidades o sistemas diferentes, extiende su semejanza a toda la realidad o sistema, sin tener en cuenta que la composición de esos contenidos semejantes con las otras partes del sistema da lugar también a resultados diferentes; es el mismo procedimiento del niño con sed que bebe el líquido contenido en una botella llena de una disolución alcohólica transparente, apoyándose en la semejanza que esa disolución tiene con el agua clara de las botellas de su despensa.
De este modo, cuando el pensamiento Alicia (como, por ejemplo, el “pensamiento” de los socialistas españoles tras los atentados del 11-M de 2004) se aplica a materias políticas, procederá así: “Como las parejas homosexuales viven de un modo similar a como viven las parejas de matrimonios ordinarios, llamémoslas también matrimonios; y, para evitar el escollo de distinguir en ellas el marido y la esposa, llamémosles progenitor A y progenitor B, aunque no tengan hijos” (Orden de 8 de febrero de 2006 que adecua la Ley 13/2005). O bien: “Como los chimpancés o los gorilas se comportan en la jaula o en el zoo como si fueran niños o adolescentes humanos (tienen sentimientos, habilidades… incluso guardan sus herramientas), tratémosles como si fueran humanos y apliquémosles los derechos humanos que la ONU definió en 1948 para los hombres” (proposición socialista de 24 de abril de 2006). O bien: “Como las comunidades autónomas, tales como Cataluña, País Vasco, Valencia, Andalucía, Galicia… tienen Parlamento (porque así se ha ido desarrollando la Constitución de 1978), Gobierno, Tribunal de Justicia y aun Fuerzas Armadas a sus órdenes, y el Estado español también tiene Parlamento, Gobierno, Tribunal de Justicia y Fuerzas Armadas, llamemos Estados o naciones políticas a Cataluña, País Vasco, Galicia, etc.)”.
En Zapatero y el Pensamiento Alicia. Un presidente en el país de las Maravillas, Gustavo Bueno circunscribe sus análisis a algunos “ejercicios” de pensamiento Alicia en el terreno de la política, seleccionando aquellos que tienen una presencia relevante en la política española, tal como se llevó adelante [por el Gobierno Zapatero], tras la masacre del 11-M de 2004. El “pensamiento Zapatero” encarna admirablemente la metodología del pensamiento Alicia; y esta consideración es menos ofensiva de la que estaba implícita en la denominación que le asignaron, desde su propio partido, al llamarlo Bambi, como Alfonso Guerra sugirió al principio de la legislatura. Los pensamientos Alicia analizados versan sobre la Alianza de las Civilizaciones, la mujer, el diálogo, Franco y el franquismo, los derechos de los simios [816], la solidaridad, la memoria histórica, el pluralismo cultural, España y la Nación española, la democracia y el humanismo.
El racionalismo simplista [713] propio del pensamiento Alicia tiene las ideas muy claras, pero muy cortas, cuando con ellas tratamos de analizar asuntos realmente existentes que son muy complejos y enrevesados, y que pueden tomar caminos muy diversos. El pensamiento Alicia no se circunscribe al terreno político; puede reconocerse ejercitado en los campos más heterogéneos [714], y desde las ideologías más diversas.
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