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Dificultades para el cambio.
Fijando
nuestra atención en las consecuencias de nuestra conducta observamos
que:
1.
Conductas cuyas consecuencias son gratificantes, agradables o
percibidas como positivas por la persona, tienden a mantenerse.
Aumentan la probabilidad de que se repitan.
2.
Conductas que no obtienen consecuencia alguna, ni agradable ni
desagradable, tienden progresivamente a eliminarse. Disminuye la
probabilidad de respuesta futura.
3.
Conductas cuyas consecuencias son desagradables, aversivas o
percibidas como negativas por la persona, tienden a reducirse con
más rapidez y por lo tanto disminuye la probabilidad de que se
repitan.
Ahora
bien, teniendo en mente este esquema, y su aplicación a
comportamiento relacionados con la salud, observamos que existen
múltiples conductas que a corto plazo son gratificantes, pero que a
medio o largo plazo son perjudiciales para el organismo.
En
este esquema podemos enmarcar las conductas adictivas, uso inadecuado
del alcohol, algunos tipos de alimentos, ingesta de sal, otros
comportamientos como el sedentarismo etc, … que en el momento de su
realización suponen un cierto nivel de agrado o placer para la
persona, pero que con el tiempo van a generar problemas en su
organismo.
En
las personas mayores existen muchos hábitos adquiridos y mantenidos
durante años; por ello tenemos que ser conscientes de que cuanto más
tiempo lleva una conducta implantada en la persona, más dificultades
para el cambio existirán. La detección de este tipo de conducta
gratificantes a corto plazo y de los factores de las que dependen, va
a ser fundamental para poder influir sobre el estado de salud
general.
Siguiendo
con la atención puesta en el esquema de las consecuencias y sobre
sus efectos sobre el aumento, reducción o eliminación de
determinados comportamientos, también observamos que existen
comportamientos cuyas consecuencias a corto plazo no se perciben como
agradables e incluso como molestas o incómodas, pero... que a medio
o largo plazo son beneficiosas para las salud.
Aquí
se puede incluir múltiples comportamientos y hábitos que no existen
en el repertorio de la persona, como es el hacer ejercicio, comer
determinado tipo de alimentos, generar determinados hábitos
intelectuales como la lectura, etc. Todos ellos, en un primer
momento, pueden no resultar agradables y sólo después del tiempo
son placenteros y tienen efectos sobre la salud.
Es
por tanto necesario poner toda la voluntad para instaurar este tipo
de hábitos de cara al mantenimiento del estado de salud general.
Evidentemente, no va a ser fácil comenzar a realizar conductas que
se perciben como molestas o costosas, cuando su posible recompensa
llegará a largo plazo.
En
resumen, con lo visto anteriormente tengamos presente que uno de los
retos para conseguir un nivel óptimo de la salud consiste en
eliminar comportamientos aparentemente gratificantes e implantar
comportamientos costosos para la persona a largo plazo.
FUENTE:
Vivir
con vitalidad. Envejecer bien. Qué es y cómo lograrlo. Pág 74-77.
Edit. Pirámide. Autora: Rocío Fernández Ballesteros.
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