martes, 19 de enero de 2016

CAMBIAR NO ES FÁCIL, PERO ES POSIBLE

- Dificultades para el cambio.

Fijando nuestra atención en las consecuencias de nuestra conducta observamos que:

1. Conductas cuyas consecuencias son gratificantes, agradables o percibidas como positivas por la persona, tienden a mantenerse. Aumentan la probabilidad de que se repitan.



2. Conductas que no obtienen consecuencia alguna, ni agradable ni desagradable, tienden progresivamente a eliminarse. Disminuye la probabilidad de respuesta futura.


3. Conductas cuyas consecuencias son desagradables, aversivas o percibidas como negativas por la persona, tienden a reducirse con más rapidez y por lo tanto disminuye la probabilidad de que se repitan.



Ahora bien, teniendo en mente este esquema, y su aplicación a comportamiento relacionados con la salud, observamos que existen múltiples conductas que a corto plazo son gratificantes, pero que a medio o largo plazo son perjudiciales para el organismo.



En este esquema podemos enmarcar las conductas adictivas, uso inadecuado del alcohol, algunos tipos de alimentos, ingesta de sal, otros comportamientos como el sedentarismo etc, … que en el momento de su realización suponen un cierto nivel de agrado o placer para la persona, pero que con el tiempo van a generar problemas en su organismo.

En las personas mayores existen muchos hábitos adquiridos y mantenidos durante años; por ello tenemos que ser conscientes de que cuanto más tiempo lleva una conducta implantada en la persona, más dificultades para el cambio existirán. La detección de este tipo de conducta gratificantes a corto plazo y de los factores de las que dependen, va a ser fundamental para poder influir sobre el estado de salud general.

Siguiendo con la atención puesta en el esquema de las consecuencias y sobre sus efectos sobre el aumento, reducción o eliminación de determinados comportamientos, también observamos que existen comportamientos cuyas consecuencias a corto plazo no se perciben como agradables e incluso como molestas o incómodas, pero... que a medio o largo plazo son beneficiosas para las salud.




Aquí se puede incluir múltiples comportamientos y hábitos que no existen en el repertorio de la persona, como es el hacer ejercicio, comer determinado tipo de alimentos, generar determinados hábitos intelectuales como la lectura, etc. Todos ellos, en un primer momento, pueden no resultar agradables y sólo después del tiempo son placenteros y tienen efectos sobre la salud.

Es por tanto necesario poner toda la voluntad para instaurar este tipo de hábitos de cara al mantenimiento del estado de salud general. Evidentemente, no va a ser fácil comenzar a realizar conductas que se perciben como molestas o costosas, cuando su posible recompensa llegará a largo plazo.

En resumen, con lo visto anteriormente tengamos presente que uno de los retos para conseguir un nivel óptimo de la salud consiste en eliminar comportamientos aparentemente gratificantes e implantar comportamientos costosos para la persona a largo plazo.


FUENTE:

Vivir con vitalidad. Envejecer bien. Qué es y cómo lograrlo. Pág 74-77. Edit. Pirámide. Autora: Rocío Fernández Ballesteros.
















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