sábado, 2 de enero de 2010

El problema de la valía



El aprender facultades de compasión le ayuda a contactar con su propio sentido de valía personal. Pero esta sensación puede ser escurridiza si padece una baja autoestima. En ocasiones parece como si usted no valiera nada. Puede parecer que nadie vale gran cosa.

¿Qué hace valiosas a las personas? ¿Dónde busca usted pruebas de valía? ¿Cuáles son los criterios?

A lo largo de la historia se han ideado muchos criterios del valor humano.

Los antiguos griegos valoraban la virtud personal en sentido humano y político. Si uno se adecuaba a los ideales de armonía y moderación y contribuía al orden social, era considerado valioso y podía gozar de alta autoestima.

Los romanos de valía habían de mostrar patriotismo y valor.

Los primeros cristianos valoraban el amor de Dios y la humanidad sobre la filiación al reino temporal.

Los budistas valiosos se esfuerzan por liberarse de todo deseo.

Los hinduistas valiosos contemplan las formas de profundizar su reverencia a todos los seres vivos.

Los musulmanes valiosos respetan la ley, la tradición y el honor.

Los liberales valoran el amor del hombre y las buenas obras.

Los conservadores valoran la industria y el respeto de la tradición.

Los mercaderes de valía son los ricos.

Los artistas valiosos son los dotados de talento.

Los políticos valiosos son los que tienen poder. Los actos valiosos son los más conocidos.

Y así sucesivamente.

En nuestra cultura, la solución más común al problema es identificar el valor con el trabajo. Uno es lo que hace, y los demás puestos y profesiones son más o menos valiosos que el propio. Los médicos son mejor que los psicólogos, éstos son mejores que los abogados, éstos que los contables, éstos que los agentes de cambio y bolsa, éstos que los disk-jockeys, éstos mejores que los vendedores de informática, etc.

Dentro de una determinada posición o nivel social, nuestra cultura valora a continuación la valía basada en los logros. Obtener un aumento, un grado, un ascenso o ganar en una competición valen mucho. Adquirir una buena casa, un coche, mobiliario, una barca o dar educación universitaria a los hijos, todos estos logros también valen mucho.

Si uno es despedido o cesado, pierde su casa, o desciende de otro modo en la escala de logros, siente serios problemas. Pierde todos sus activos y se vuelve una persona socialmente sin valor. La compra de estos conceptos culturales de valor puede ser mortal.

Por ejemplo, John era un auditor de banca que identificaba su valía con su logro en el trabajo. Cuando llegaba tarde a cumplir un plazo importante, se sentía indigno. Cuando se sentía indigno, se deprimía. Cuando se deprimía, trabajaba más lento e incumplía más plazos. Se sentía entonces más indigno, se volvía más deprimido, trabajaba menos diligentemente, etc., en una infernal espiral descendente.

John no carecía de valía. Estaba atormentado por un concepto irracional del valor. Y como su concepto irracional era muy común en nuestra sociedad, no tenía a nadie cerca que le revelase el dilema. El supervisor de John estaba de acuerdo en que carecía de valor si no podía cumplir los plazos. Su esposa y hermano estaban de acuerdo en que le pasaba algo malo. Incluso su terapeuta tendía a estar de acuerdo en que un mal rendimiento en el trabajo era realmente algo para sentirse deprimido. De forma sutil, todos re forzaban la creencia de John de que carecía de valor. Se había metido en un carrusel autopropulsado de depresión y sus allegados no podían sacarle de él. Estaban contribuyendo a meterle más.

Cuando usted se encuentra en semejante lío cultural, puede ayudarle un poco recordarse que todo criterio concebido para medir la valía depende de su contexto cultural. El monje Zen de grandes virtudes carece totalmente de valor en Wall Street. El muy reputado agente de cambio y bolsa carece de valor en las junglas de Borneo. El curandero más poderoso carece de valor en las paredes del Pentágono. John intentó aprenderse de memoria esto: «¿Qué importancia tiene si la auditoría First Intercity se acaba esta semana o la siguiente? ¿Se van a caer las estrellas?

¿Depende realmente tanto mi valía como ser humano de si cuadran dos columnas de números del balance? Ni siquiera tendría este problema en la playa tropical o en el Londres de Shakespeare».

Esta alocución interior permitió a John cierto distanciamiento de la situación, pero no elevó mucho su autoestima. El hecho es que había elegido operar y competir en la arena de la auditoría bancaria y no el rastreo de la playa tropical o la escritura renacentista. Era miembro de una cultura occidental urbana y pensaba que había que medir su éxito de acuerdo con los estándares dominantes, aun si éstos estándares eran irracionales o subjetivos.

Un ámbito más provechoso al que puede recurrir es el de su propia experiencia y observaciones. Los criterios culturales de valía más «obvios» y «razonables» pueden confundirse mediante la observación.

Por ejemplo, si los pediatras son más valiosos que las personas que les limpian las ventanas, de ahí se sigue que los pediatras deberían tener un superior sentido de autoestima. Todos los pediatras deberían deleitarse en el plácido resplandor de su autoestima, mientras que los limpiaventanas deberían estar buceando en las simas de la desesperación. Pero no es así. Las estadísticas muestran que su profesión está sólo ligeramente relacionada con su nivel de autoestima o salud mental. El hecho observable es que hay pediatras y limpiaventanas que se agradan a sí mismos, y que hay proporciones similares de pediatras y limpiaventanas que no se agradan a sí mismos.

Las observaciones personales de John le ratificaron esto. John conocía a otras personas con puestos en las finanzas que tenían una buena autoestima, pero no eran realmente más competentes o exitosos que él. Por el lado negativo, uno de los compañeros de clase de John era vicepresidente de una gran empresa, pero John sabía que a pesar de su éxito le atormentaba una profunda sensación de falta de valía.

Obviamente, algunas personas han resuelto este problema de valía personal y otras no. Si usted quiere gozar de una alta autoestima, tendrá que familiarizarse con el concepto de valía humana. Cuando llegue a la conclusión de que la solución debe estar fuera de los criterios culturalmente determinados, esto le deja cuatro formas de abordar el concepto de valía y salir con una autoestima intacta.




AUTOESTIMA Evaluación y Mejora Pág 85-86, Aut. Matthew McKay y Patrick Fanning de. Martinez Roca





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