Hay personas que nunca paran de quejarse y lamentarse. ¿Por qué actúan así?
Cualquier persona, en alguna situación de su vida, ha tenido que asumir el rol de víctima. La mayoría de las veces, este papel se asume en base a hechos objetivos que justifican que podamos sentirnos más vulnerables o desamparados.
Victimismo como personalidad
No obstante, existen personas que hacen gala de un victimismo crónico: se encuentran en un estado permanente de quejas y lamentos infundados. Estos individuos se escudan en una personalidad victimista, aunque algunos de ellos adoptan esta actitud de forma inconsciente. De este modo se liberan de cualquier responsabilidad en sus acciones y culpabilizan al resto de lo que les ocurre.
Mantener durante un período largo de tiempo este tipo de actitud que hemos denominado “victimismo crónico” no es en sí una patología clasificada en el DSM-5, pero podría sentar las bases psicológicas que podrían acabar desarrollando un trastorno paranoide de la personalidad. Esto ocurre porque la persona culpa persistentemente a los demás de las cosas malas que le suceden.
Victimismo y pesimismo van de la mano
Este modo de afrontar el día a día puede traer más consecuencias negativas. Uno de los perjuicios más claros es la visión pesimista de la vida que acarrea el victimismo crónico, ya que crea un entorno de malestar y desconfianza tanto para la persona que siempre se queja como para las personas de su alrededor, que se sienten injustamente tratadas.
En una gran cantidad de casos, la persona que muestra esta tendencia hacia el victimismo crónico acaba por alimentar una serie de malos sentimientos, tales como el rencor o la ira, que pueden degenerar en un victimismo agresivo. El victimista agresivo no solo culpa a los demás y se lamenta por todo, sino que también puede adoptar actitudes agresivas y violentas, intolerancia y desprecio hacia la integridad física y moral de las personas que considera culpables por algún motivo.
¿Cómo son las personas victimistas?
1) Deforman sistemáticamente la realidad
Las personas con victimismo crónico creen sinceramente que toda la culpa de lo que les ocurre es culpa de otras personas; nunca asumen responsabilidad alguna por sus acciones. El problema de fondo es que ven la realidad de forma distorsionada, con un locus de control externo. Tienden a pensar que tanto las cosas positivas como los malos momentos dependen de causas externas a su voluntad.
También es cierto que suelen exagerar inconscientemente lo negativo, de tal modo que caen en un fuerte pesimismo que les impide ver las cosas positivas de la vida.
2) El lamento constante les refuerza
Los individuos victimistas creen que su situación personal se debe a los malos actos de los demás y de las circunstancias, por tanto no se sienten responsables de nada de lo que les ocurre. En consecuencia, se pasan el día lamentándose, hasta el punto que encuentran un importante refuerzo a su actitud en el lamento y la queja, asumiendo su rol de víctimas y tratando de llamar la atención de su entorno.
No son capaces de pedir ayudar a nadie, se limitan a lamentarse por su mala suerte de toparse con indeseables. Esto no es otra cosa que una búsqueda inconsciente de atención y protagonismo.
3) Su objetivo es encontrar culpables
El estado de víctima permanente también va muy asociado a una actitud desconfiada. Creen que los demás siempre se mueve por intereses espurios y actúan de mala fe contra ellos. Por esta razón inspeccionan al milímetro cualquier detalle o gesto de las personas de su alrededor intentando descubrir algún agravio, por pequeño o inexistente que sea, para reforzarse así en su rol de víctimas.
A base de actuar así, acaban reafirmando su personalidad y son muy susceptibles con el trato que los demás les dispensan, exagerando cualquier pequeño detalle hasta un límite patológico.
4) Nula autocrítica
No son capaces de hacer autocrítica sobre su actitud o sus acciones. Las personas con victimismo crónico están plenamente convencidas de que no tienen la culpa de nada,con lo cual no conciben que nada en ellos sea reprochable o mejorable. Como ya se ha comentado, responsabilizan de todo a las demás personas, son incapaces de aceptar crítica alguna y, por supuesto, están lejos de poder reflexionar sobre su actitud o sus actos para poder mejorar en alguna faceta de sus vidas.
Se muestran intolerantes ante los fallos y defectos de otras personas, pero sus propios errores los perciben como nimios y, en cualquier caso, justificables.
Las tácticas que usan las personas victimistas
Cuando hay una persona que asume el rol de víctima, debe haber otra que sea percibida como culpable. Con este objetivo, los victimistas crónicos emplean una serie de tácticas y estrategias que para conseguir que otra persona se sienta culpable.
Si ignoramos este modus operandi de los victimistas es más fácil que caigamos en su marco mental y que logren convencernos de que toda la culpa es nuestra.
1. Retórica y oratoria del victimista
Es muy habitual que este tipo de personas traten de ridiculizar y descalificar cualquier argumento de su “enemigo”. No obstante, no tratan de refutar al adversario en base a datos o argumentos mejores, sino que se dedican a descalificar e intentan que la otra persona asuma el rol de “atacante”.
¿Cómo lo consiguen? Asumiendo el papel de víctima en la discusión, de modo que el adversario quede como una persona autoritaria, con poca empatía y hasta agresiva. Este punto es conocido en la disciplina que estudia las argumentaciones como “retórica centrista”, puesto que es una táctica que pretende presentar al enemigo como un radical, en vez de refutar o mejorar sus argumentos. De este modo, todo argumento del bando contrario solo es una demostración de agresividad y extremismo.
Si se ven acorralados por una afirmación o un dato irrefutable, la persona victimista no contestará con argumentos o aportando otros datos sino que dirá algo así:“Siempre me atacas, ¿me estás diciendo que miento?” o bien “No me gusta que impongas tu punto de vista”.
2. La “retirada a tiempo” del victimista
En ocasiones, el discurso de la persona victimista está enfocado a evadir su responsabilidad para intentar evitar tener que reconocer un fallo o pedir perdón por algo que ha hecho mal. Para ello, intentará salir de la situación como pueda. La estrategia más habitual, además de descalificar el argumento de su interlocutor (ver punto 1), consiste enescurrir el bulto para no reconocer que estaba errado en su postura.
¿Cómo lo consiguen? Asumiendo el papel de víctima y manipulando la situación para que la interacción entre en un espiral de confusión. Esto se traduce en que el victimista intenta proyectar sus errores hacia el adversario.
Por ejemplo, si en el hilo de una discusión, el oponente aporta un dato comprobado y fiable que contradice la postura de la persona victimista, ésta última no reconocerá que estaba equivocado. En lugar de eso, intentará retirarse usando estas frases típicas. “Este dato no contradice lo que yo decía. Por favor, para de confundirnos con números que no vienen al caso” o “Me estás culpabilizando por haber dado mi simple opinión, no tiene sentido seguir discutiendo con alguien así”. Y, tras estas palabras, lo normal es que abandone el lugar de los hechos sintiéndose “ganador”.
3. Chantaje emocional
La última de las estrategias que más frecuentemente usan los victimistas crónicos es el chantaje emocional. Cuando conocen bien las virtudes y defectos de su “adversario”, no dudan en manipular sus emociones para intentar salirse con la suya y mostrarse como víctima. Las personas que van de víctimas tienen una gran capacidad para reconocer emociones, y usan las dudas y flaquezas de las otras personas en su propio beneficio.
¿Cómo lo consiguen? Son capaces de detectar los puntos débiles de su oponente y tratan de sacar rendimiento a la empatía que pueda dispensarle. Así, van fraguando la situación para que el otro asuma el papel de verdugo y ellos se afianzan en la posición de víctimas.
Este tipo de actitud puede materializarse, por ejemplo, con aquella madre que intenta culpabilizar a su hijo con frases del estilo: “Con todo lo que hago siempre por ti, y así me lo pagas”. El chantaje emocional también es una estrategia de manipulación típica de las relaciones de pareja. Te lo explicamos a fondo en este artículo:
“Chantaje emocional: una forma de manipular los sentimientos de tu pareja"
¿Cómo lidiar con una persona así?
Lo primordial es que, si tienes un victimista crónico en tu círculo cercano, seas capaz de identificarlo. Después, has de intentar que no te enrede en su juego de manipulación. Basta con hacerle saber que sus lamentos siempre son los mismos y que lo valiente en esta vida es intentar hallar soluciones. Si está dispuesto a encontrar salidas a sus problemas, debemos echarles una mano y hacerles notar que estamos con ellos, pero también hay que dejarles claro que no vamos a perder el tiempo escuchando sus quejas.
Siendo pragmático, deberías preocuparte por ti mismo y evitar en lo posible que te contagie las malas vibraciones. No debes aceptar que te intenten hacer sentir culpable de sus problemas. Solo podrá herir tus sentimientos si le dejas que tenga ese poder sobre ti.
FUENTE: Psicologia y Mente
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