Más recientemente, un notable neuropsiquiatra, cirujano de la Universidad de Harvard, publicó un libro que sorprendió a las universidades americanas y mundiales, el Dr. Eben Alexander afirma en él: «el Cielo existe». Él era materialista confeso, neurocirujano, uno de los más importantes de EEUU. Fue acometido de una enfermedad infecciosa que ataca el cerebro y durante siete días estuvo en coma. Durante ese periodo que estuvo intubado, la familia, muy cristiana, empezó a orar para su curación, a pedir a los grupos de oración americanos para que volviera en sí. Los médicos veían en el electroencefalógrafo la línea horizontal, la línea de la muerte, y por lo tanto que no había la más mínima esperanza de vida, por lo menos cerebral y posteriormente orgánica para él.
Al séptimo día, los médicos resolvieron desconectarlo de los aparatos para impedir que ese estado de muerte prosiguiera indefinidamente, sin ninguna posibilidad remota de retornar a la vida mental. La familia les rogó una noche más, que se hiciera la desconexión al día siguiente. Y cual no fue la sorpresa, que al amanecer del octavo día el Dr. Eben se despertó, absolutamente lúcido, sin cualquier secuela cerebral de la falta de oxígeno durante tanto tiempo, y dijo: «He retornado del Cielo» en su concepto arquetípico de las creencias ancestrales. «El Cielo existe.
Mientras vosotros estabais ante mi cuerpo en estado cadavérico, yo me movía, yo podía caminar, yo salía del hospital. Visité una ciudad maravillosa, más bella que todas las ciudades norteamericanas, y me di cuenta que los árboles, las flores, el agua allí son más preciosos que aquellas que yo conocí en la Tierra. He visto pájaros, aves bellísimas, de plumaje superior. He dialogado con personas, sin la necesidad del habla, nos mirábamos y dialogábamos mentalmente. Quiero decir que la divinidad me ha elegido para demostrar que hay vida después de la muerte.» Y en un lenguaje muy americano narra lo que fue esa experiencia, y dijo: «Nadie podrá decir que estos fenómenos son alucinatorios, resultado de las medicinas, de las sustancias químicas en mi cerebro, porque mi cerebro técnicamente estaba muerto.
Yo soy uno de los más grandes conocedores del cerebro en los EEUU, nadie tiene cómo argumentar que es un fenómeno de naturaleza psicológica, no, es un fenómeno real.» Y eso produjo un “shock”, porque era el primer científico de Harvard en creer y divulgar que hay un mundo más allá del mundo físico terrestre.
REVISTA ESPÍRITA 11, abril de 2015, página 8
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