Nada ni nadie tiene derecho a esclavizarnos, a quitarnos nuestra libertad, a decidir por nosotros, a hacernos sentir que no somos merecedores y a quitarnos la alegría de vivir, la paz y la felicidad que son nuestra herencia. Pero debemos presentar batalla todos los días para ganar nuestra independencia. ¿Dónde? En la mente. En esta lucha diaria el amor es fundamental. Amarnos debería ser más importante que comer, que beber, que vestirnos, que trabajar, que relacionarnos con los demás. El amor debería ser el principal sentimiento que llene nuestro corazón cada mañana al despertarnos.
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