Hay dos caminos bien distintos para alcanzar lo que deseamos, para uno fuimos educados, para el otro no, en este último en vez partir de lo conocido hemos de hacerlo de nuestra intuición.
El primero es el del guerrero en la dualidad, que lucha contra enemigos fuera y dentro de él y que, en el fondo, busca por medio de la fuerza reconocer un poder que siempre ha tenido.
El segundo es el camino de la sincronicidad basado en el principio de que primero reconoces tu propio poder buscando la coherencia entre lo que sientes, lo que piensas y lo que haces, comprendiendo que si no luchamos, en el sentido de dividir nuestras fuerzas, contra nadie ni contra nada no hay ninguna razón para que no consigamos lo que anhelamos: nuestro andar crea su propio camino, favorecido por las sincronías, y la aventura consiste en sorprendernos en cómo éstas nos van a favorecer.
Lo que sentimos, lo que pensamos y lo que hacemos en vez de luchar entre sí forman un equipo, caminan en armonía, y nuestro andar se torna sutil danza , tanto que parece que volemos ...
Querido lector, ¿qué te parece empezar a ver la vida desde el camino de la sincronicidad ... ? ¿Difícil ...? Eso es porque no estás comenzando por reconocer tu propio poder, por alinear tus fuerzas en vez de dividirlas. El juicio sobre ti y sobre los demás impiden esta alineación, es el juego de la dualidad que te mantiene fragmentado ¿Qué tal si hoy en vez remar contra corriente te decides a unir tu poder, es decir, a hacer que la corriente siga tu rumbo ... ? Examina hoy algunos de esos problemas, que siempre has intentado resolver desde el guerrero, bajo la perspectiva del camino de la sincronicidad, sin contrincantes no hay lucha. Ya me contarás ...
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