Muchas veces proyectamos las cualidades que vemos en los demás, aquellas que nos afectan profundamente, y la característica principal es que siempre son las opuestas de aquellas que creemos poseer.
Una de las maneras que tenemos de proyectarnos es a través de las relaciones. Formamos pareja o equipo con personas que son en apariencia lo opuesto a nosotros. En realidad nos complementamos como la metáfora del «poli bueno» y del «poli malo».
Quizás hay algo de verdad en aquel refrán que nos dice que nos casamos con la persona que tiene los aspectos que nos hemos negado a desarrollar. Victima y victimario, introvertido y extravertida, creyente y ateo, reservada y hablador, sumiso y agresiva.
En la mayoría de las ocasiones la persona a la que amamos tiene los rasgos y las características de nuestra sombra. Nunca nos enamoramos por aquello que creemos, más bien por aquello de lo que no somos conscientes.
No debemos caer en la trampa de creer que todo lo que nos altera es una proyección. No debemos ser simplistas en esto; sentir emociones negativas y desagradables frente a un hecho que los justifique, como puede ser una agresión, una violación nos permite realizar acciones contra las que debemos oponernos o simplemente actuar.
Nuestro trabajo con la sombra y su proyección consiste en darnos cuenta de qué es una proyección y qué es simplemente una información. La primera es la que nos permite actuar en nosotros mismos y la segunda es la que nos permite actuar frente a los demás mediante nuestro rechazo u oposición.
FUENTE: Frag. del libro EL OBSERVADOR EN BIONEUROEMOCIÓN, pág 221-222, Autor: Enric Corbera, Editorial ULM PRODUCTIONS SCP
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FUENTE: Frag. del libro EL OBSERVADOR EN BIONEUROEMOCIÓN, pág 221-222, Autor: Enric Corbera, Editorial ULM PRODUCTIONS SCP
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