¿Quién no tiene en su historia de vida alguna experiencia que pueda llamarse fracaso? ¿Entonces es un fracasado? Según esto todas las personas somos fracasadas ¿no? Sin embargo, la persona es más que la suma de sus características, experiencias o conductas. Nunca lo olvides, en este sentido, todas las personas somos iguales, personas. Cierto que tenemos diferentes oportunidades y experiencias y nuestra personalidad tiene sus matices, pero estas diferencias lejos de hacernos menos humanos, nos aportan individualidad. Verse como un fracasado, conlleva sentirse fracasado y esta emoción, lejos de venir sola está acompañada y alimentada por otras que desvían tu atención del objetivo que pretendías. Cierto es que para levantarse de un batacazo muchas personas han de sentir que tocan fondo, y que este fondo pare su caída en picado. Bueno, es una manera de hacerlo, pero a mi entender una manera que resta muchísima energía por no hablar del sufrimiento que conlleva. La necesidad de entender nuestras limitaciones y saber perdonar, nuestros errores, es un recurso tan importante como la capacidad de sacar partido a las habilidades que poseamos.
Cuando uno no está acostumbrado a perder se encuentra, de repente, experimentando emociones que antes difícilmente vivía en sus responsabilidades: culpa, frustración, ira, miedo, etc. Parece que se hubiese acostumbrado a ganar tanto, que ya ni siquiera se permita reconocer que tarde o temprano la derrota llegaría, y claro, no estaba preparado para ella. Lo vivas con temor o no igualmente esta se presentará, tal vez la clave esté en encontrar ese equilibrio que te permita disfrutar y saborear de tus circunstancias aunque siendo consciente de las trampas que hay a la “vuelta”.
¿Cómo afrontar algo que no se espera y resulta doloroso? Cada persona tiene un estilo de vida propio, que depende de su actividad y características particulares, de sus creencias y anhelos personales, así como del nivel educativo y experiencias previas, etc. En base a esto organiza su vida y busca la satisfacción de la misma. Cuando por algún motivo se halla en una situación que pone en peligro su estatus, profesional, económico o relacional, es cuando toma mayor conciencia de los recursos de los que dispone y puede descubrir que no estaba preparada para lo que venía en camino.
Afrontar una situación, ante todo, conlleva valorar las posibilidades existentes para resolverla y sacar el máximo beneficio de la misma. Afrontar no es enfrentar, no conlleva luchar negando la realidad, pues la situación está ahí, por tanto si se quiere mejorarla hay que aceptarla tal y como se presenta. Lejos de resignarse o quedarse pasivo sin reacción, afrontar supone desarrollar una actitud activa y participativa.
Perder puede ser la semilla de un futuro éxito si te permites sacar partido ¿Cómo?
- Sólo tú puedes cambiar lo que piensas y sientes al vivir una experiencia de pérdida. Asume este principio y podrás empezar a cambiarla
- Si te lo permites puedes sacar un valioso aprendizaje de la situación que vives. ¿Vas a dejar pasar esta oportunidad de mejorar?
- Lo que te hace daño no es el fracaso en sí, más bien el valor que le das al mismo. Es decir, tu forma de pensar sobre el mismo
- Cada fracaso es una lección por aprender para llegar al éxito
- Potencia tu autoconfianza para encontrar alternativas o soluciones distintas, permitiéndote que estas, tal vez, no sean las que deseas
- Fortalece tus relaciones personales, busca ayuda y pide consejo si es necesario
- Aprende de otros, deja que tu manera de entender la situación asuma otras perspectivas y por tanto otras posibilidades
- Lucha, asume una actitud activa para transformar la situación, dedica tiempo y el cambio llegará
- Céntrate en tus objetivos, no los pierdas de vista y ten a mano caminos alternativos para llegar a ellos
FUENTE: EMOCIONATE
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