martes, 17 de julio de 2012

EL HOMBRE QUE LLEVABA SOMBRERO DE PANAMÁ

Autora: Lydia Giménez-Llort
Con la autorización expresa de la autora para poder publicar este cuento.

Hubo una vez un hombre
que era muy inteligente y amable,
el hombre más inteligente y amable
que jamás pudieras imaginar.
 
Los médicos querían descubrir
la razón de su extraordinaria sabiduría,
así que aceptó que le operaran.

Los médicos investigaron dentro de su cerebro
pero no pudieron encontrar nada especial,
nada que fuera diferente de cualquier otro hombre.
Así que hubo una gran discusión científica
sobre la ausencia de hallazgos…
y la comunidad científica sugirió
que debía ser examinado una vez más.

Así que volvió a llevar vendas alrededor de su cabeza
para evitar que escapara su ‘sabiduría’.

Pero Ángela, su bella y encantadora esposa,
decidió hacerle un regalo.
Era un bonito sombrero de Panamá.

Llevó el sombrero de Panamá
durante la primavera y todo el verano
para cubrir su cabeza y evitar que su ‘sabiduría’ escapara como predecían los médicos.

Pero el hombre se acostumbró a usar el sombrero
y lo continuó llevando durante todas
las estaciones del año.

Así que pronto los sombreros de Panamá
se pusieron de moda.

Todo el mundo quería llevarlos
porque se habían convertido en símbolo de su sabiduría.

Algunos años después, los médicos se dieron por vencidos porque no lograban encontrar ninguna pista
sobre la razón de su sabiduría, ni siquiera con las más sofisticadas técnicas de neuroimagen.

Lo que los médicos no sabían era que la sabiduría
de ese hombre no provenía de su cabeza sino de un lugar más profundo. Un lugar en el que los médicos nunca pensaron, donde nunca miraron…
y sólo su esposa y su hija, Tristin Elizabeth,  sabían.

El secreto familiar se transmitió de generación en generación.

Los descendientes del hombre sabio
continuaron usando sombreros de Panamá
 y cuando veían a una mujer hermosa
,que les recordaba a Ángela,
.. o alguien que merece respeto,
hacían un gesto aprendido de sus antecesores:
se quitaban el sombrero, inclinaban la cabeza y amablemente apoyaban el sombrero cerca del corazón.

Todavía hoy, alguna gente lo hace,
como símbolo de sabiduría, de simpatía y amabilidad
sin saber que este gesto desvela el secreto familiar…

Que la sabiduría de
‘El hombre que llevaba sombrero de Panamá’
no provenía de su cerebro sino de su gran corazón.

Fin

La autora dedicó este cuento a Bill, esposo de Ángela y padre de Tristin Elizabeth que el 13 de marzo ha sido operado por segunda vez. Y a sus amigos Efosa Oghagbon, Alejandro Lecaro que durante este fin de semana han demostrado que con un poquito de ‘Oyakudachi’ el mundo sería un poquito mejor.

Oyakudachi:   es una palabra japonesa que significa ‘'ponernos en la piel de otro'’. Un ejercicio innato de nuestra espiritualidad que la ajetreada vida cotidiana nos hace olvidar con demasiada frecuencia.


FUENTE: Psicomont

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