jueves, 1 de septiembre de 2011

CONDICIONAMIENTO MENTAL


¿Sabe cómo se entrena a una pulga? Colóquela en un frasco y ciérrelo. A la pulga no le gusta sentirse presa y comienza a saltar. Salta, golpea en la tapa con del frasco y regresa al suelo, salta y golpea varias veces hasta que llega a la conclusión de que no sirve de nada y empieza a dar saltos a una altura menor, sin tocar la tapa. En este momento, se puede retirar la tapa del frasco, ya que la pulga no saltará hacia afuera. Su cerebro se hizo a la idea de la existencia de una tapa y nunca se dará cuenta de su desaparición.


¿Cómo se entrena a los elefantes? El principio es el mismo que el utilizado con las pulgas. El entrenador coge al elefante cuando es un cachorro, le pasa una cuerda por el cuello y lo ata a un árbol. El elefantito intenta escaparse, pero el árbol es grande y resistente y no lo consigue. Después de intentarlo varias veces desiste. El elefante crece, es llevado al circo, y la única cosa que el payaso tiene que hacer para que se esté quieto es atarlo con una cuerda a la pata de un taburete. El elefante continuará pensando que está amarrado a un árbol.


Al igual que el elefante y la pulga, también nosotros, los seres humanos, tenemos una serie de condicionamientos programados en nuestra mente sin darnos cuenta de ello.


A los 7 años es importante que mi madre me enseñe a no cruzar la calle solo, ya que me puede atropellar un coche. Hoy, ya adulto, esto no tendría sentido. Sería un trastorno en mi vida tener que llamar a mi madre cada vez que quiero cruzar la calle. De esta limitación (como si fuese la de la tapa del frasco de la pulga) ya me libré; pero, ¿cuántas “tapas” conservo aún en mi vida de las que no soy consciente? ¿Cuántas entraron a formar parte de mi estructura junto con las 100.000 veces que me dijeron “no” en la infancia, sin que yo repare en su importancia en mi vida presente y futura?





Fragm. “El éxito no llega por casualidad” pág 39-40, Edit.Urano, Autor Dr. Lair Ribeiro










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