-Coge del suelo los guijarros que quieras, ponlos en tu bolsillo y mañana te sentirás, a la vez, triste y contento.
Aquel hombre obedeció. Se inclinó, recogió un puñado de guijarros y se los metió en el bolsillo.
A la mañana siguiente vio que los guijarros se habían convertido en diamantes, rubíes y esmeraldas. Y se sintió feliz y triste. Feliz, por haber cogido guijaros; triste por no haber cogido más.
Dos reflexiones:
A veces nos limitamos al recibir lo que la vida nos ofrece y sólo nos damos cuenta del error cuando ya no está presente la oportunidad.
Mejor que mirar al pasado para lamentarnos de los errores cometidos, es vivir el presente, aprendiendo de ellos y disfrutando de los tesoros del ahora.
Fuente: cuento del libro “Aplícate el cuento”, relatos de ecología emocional de Jaume Soler y Mercè Conangla
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