Numerosas personalidades conocieron una gloria súbita después de atravesar períodos muy oscuros.
Así fue, por ejemplo, para Pablo Picasso, quien, poco tiempo antes de ser revelado al público gracias a la estadounidense Gertrude Stein, a quien retrató, atravesó un período de desaliento tal que hasta llegó a tirar sus telas, pues no conseguía ubicarlas en ningún marchand. Obras lamentablemente perdidas para la posteridad, sin contar las que Picasso quemó para calentarse en los inviernos de sus épocas más duras.
Si Picasso hubiera renunciado poco antes de conocer a esa estadounidense, si hubiera decidido dedicarse a otra cosa, por cierto no habría conocido la misma gloria, y no se habría convertido en multimillonario gracias a la pintura. De hecho, ese pobre pintor, ilustre desconocido, iba a convertirse en el artista más rico de la historia.
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