El término “eugeroico” procede del griego y significa “estimulante beneficioso”. En la actualidad se aplica para definir a una nueva generación de fármacos que impiden el sueño durante horas y, supuestamente, sin efectos secundarios importantes.
Como se ha comprobado que los eugeroicos también potencian la memoria, se están haciendo experimentos con ellos para tratar el alzheimer y otras enfermedades neurológicas. Pero, al margen de su posible utilidad en este terreno, resulta clave determinar su posible inocuidad cuando se aplican con los citados fines dinamizantes.
¿Son realmente inofensivos, como pretenden hacer creer las altas esferas militares y las multinacionales farmacéuticas que los comercializan?
Tras décadas de empleo indiscriminado, se dispone ya de mucha información al respecto, y no es precisamente tranquilizadora.
La dexedrina, por ejemplo, una anfetamina utilizada por primera vez durante la II Guerra Mundial, ha resultado ser veinte años después gravemente adictiva y perniciosa: los consumidores regulares tienen que elevar las dosis para conseguir los mismos efectos, además de tener que tomar somníferos después para poder dormir.
La supresión del fármaco genera otros problemas, entre ellos ansiedad, alucinaciones y brotes de violencia. Se prohibió su empleo sin receta en 1970, pero siguió utilizándose en ocasiones: los astronautas del Apolo 13, por ejemplo, la tomaron para no cometer errores graves derivados de la falta de sueño.
En la actualidad, al igual que sucede con otras drogas sintéticas, no es difícil conseguir dexedrina sin receta. A finales de los años setenta los científicos franceses creyeron haber encontrado una solución mejor que la anterior con el modafinilo, droga desarrollada en principio para tratar a personas que sufrían narcolepsia pero que luego se popularizaría entre los universitarios para la preparación de exámenes y, sobre todo, una vez más, entre los militares.
Las primeras pruebas con soldados fueron tan espectaculares –el modafinilo permite mantenerse despierto durante unas 40 horas seguidas sin desfallecer y sin tener que tomar somníferos después para conciliar el sueño, como sucede con la dexedrina– que pronto se le encontró aplicación. Fue suministrado a las tropas de la Legión Francesa Extranjera enviadas a la Guerra del Golfo en 1991.
La Fuerza Aérea estadounidense también se lo suministró a sus pilotos en 2003 tras haber aprobado su empleo. Aunque es sabido que los británicos utilizan otras sustancias similares, han sido cautos con el modafinilo. Dicen llevar estudiando sus efectos desde finales de los años noventa, pero no han dado luz verde a su utilización todavía.
Tal cautela no está de más, porque, al parecer, hay pruebas de que produce nauseas y ansiedad, entre otros efectos de mayor o menor gravedad. Según los investigadores de la Universidad de Vanderbilt en Nashville (EE.UU.), el modafinilo eleva la presión sanguínea y el ritmo cardiaco, con lo cual resulta muy peligroso para personas con enfermedades cardiovasculares. Pero estos trastornos también se presentan sin necesidad de tomar modafinilo. La falta de sueño es suficiente por sí sola para desatarlos, según confirmó en septiembre de 2007 un estudio realizado por un equipo de investigadores de la Universidad de Warwick (Reino Unido) y el University College de Londres con 10.000 ciudadanos (ver recuadro en la pág. 66).
Además del modafinilo hay otras drogas o agentes nootrópicos –también se las llama así– que, sin haber sido suficientemente probados para asegurar su inocuidad, se venden por Internet. Con algunos de ellos –el orexin, por ejemplo– se ha comprobado que reducen la necesidad de sueño en los animales, pero no está claro cómo funcionan con humanos y, en todo caso, todavía se desconocen sus efectos a largo plazo.
Fuente: Revista Más Alla
.
Como se ha comprobado que los eugeroicos también potencian la memoria, se están haciendo experimentos con ellos para tratar el alzheimer y otras enfermedades neurológicas. Pero, al margen de su posible utilidad en este terreno, resulta clave determinar su posible inocuidad cuando se aplican con los citados fines dinamizantes.
¿Son realmente inofensivos, como pretenden hacer creer las altas esferas militares y las multinacionales farmacéuticas que los comercializan?
Tras décadas de empleo indiscriminado, se dispone ya de mucha información al respecto, y no es precisamente tranquilizadora.
La dexedrina, por ejemplo, una anfetamina utilizada por primera vez durante la II Guerra Mundial, ha resultado ser veinte años después gravemente adictiva y perniciosa: los consumidores regulares tienen que elevar las dosis para conseguir los mismos efectos, además de tener que tomar somníferos después para poder dormir.
La supresión del fármaco genera otros problemas, entre ellos ansiedad, alucinaciones y brotes de violencia. Se prohibió su empleo sin receta en 1970, pero siguió utilizándose en ocasiones: los astronautas del Apolo 13, por ejemplo, la tomaron para no cometer errores graves derivados de la falta de sueño.
En la actualidad, al igual que sucede con otras drogas sintéticas, no es difícil conseguir dexedrina sin receta. A finales de los años setenta los científicos franceses creyeron haber encontrado una solución mejor que la anterior con el modafinilo, droga desarrollada en principio para tratar a personas que sufrían narcolepsia pero que luego se popularizaría entre los universitarios para la preparación de exámenes y, sobre todo, una vez más, entre los militares.
Las primeras pruebas con soldados fueron tan espectaculares –el modafinilo permite mantenerse despierto durante unas 40 horas seguidas sin desfallecer y sin tener que tomar somníferos después para conciliar el sueño, como sucede con la dexedrina– que pronto se le encontró aplicación. Fue suministrado a las tropas de la Legión Francesa Extranjera enviadas a la Guerra del Golfo en 1991.
La Fuerza Aérea estadounidense también se lo suministró a sus pilotos en 2003 tras haber aprobado su empleo. Aunque es sabido que los británicos utilizan otras sustancias similares, han sido cautos con el modafinilo. Dicen llevar estudiando sus efectos desde finales de los años noventa, pero no han dado luz verde a su utilización todavía.
Tal cautela no está de más, porque, al parecer, hay pruebas de que produce nauseas y ansiedad, entre otros efectos de mayor o menor gravedad. Según los investigadores de la Universidad de Vanderbilt en Nashville (EE.UU.), el modafinilo eleva la presión sanguínea y el ritmo cardiaco, con lo cual resulta muy peligroso para personas con enfermedades cardiovasculares. Pero estos trastornos también se presentan sin necesidad de tomar modafinilo. La falta de sueño es suficiente por sí sola para desatarlos, según confirmó en septiembre de 2007 un estudio realizado por un equipo de investigadores de la Universidad de Warwick (Reino Unido) y el University College de Londres con 10.000 ciudadanos (ver recuadro en la pág. 66).
Además del modafinilo hay otras drogas o agentes nootrópicos –también se las llama así– que, sin haber sido suficientemente probados para asegurar su inocuidad, se venden por Internet. Con algunos de ellos –el orexin, por ejemplo– se ha comprobado que reducen la necesidad de sueño en los animales, pero no está claro cómo funcionan con humanos y, en todo caso, todavía se desconocen sus efectos a largo plazo.
Fuente: Revista Más Alla
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.