Romper una relación amorosa es romper al menos con dos vínculos: el externo con esa otra persona y el interno, que tenemos de apego intimo (que tarda más tiempo en debilitarse).
Esa es la razón por lo que es difícil terminar sin rencor una relación: se produce un conflicto entre la ruptura de la pareja y el apego que aún se siente, situación que crea malestar que se trata de superar disminuyendo el valor del otro (despreciando, odiando, perjudicando...) para así no sufrir o sufrir lo menos posible de frustración.
No solo el apego, sino también la propia autoestima queda amenazada, lo que implica tensiones que urgen ser compensadas.
No siempre existen en demasía estas reacciones ya que la madurez emocional las atenua externamente gracias a la autodisciplina que esta proporciona. En personas menos integradas, este desahogo emocional es de esperar.
Juan Carlos Medina
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