Las verduras de hoja, los tomates o los espárragos son sólo algunos de los alimentos que ayudan a trabajar a nuestro intestino, pero también conviene incorporar buenos hábitos. Texto Laura Kohan. Fotos Becky Lawton.
Con la llegada del buen tiempo, se acentúa un problema que ya sufre más de la mitad de la población española a lo largo del año. Y es que si el exceso alimentario, la sobrecarga de estrés y el sedentarismo se lo ponen difícil a nuestro tránsito intestinal normalmente, los cambios que trae el comienzo del verano agravan aún más el problema. La falta de hidratación, los desplazamientos asociados a estas fechas o la alteración de las horas de sueño por los días más largos son algunos de los motivos por los que deberíamos extremar los cuidados en nuestra forma de alimentarnos.
¿Cuánta agua bebes?
Lo primero que deben hacer tanto los que tienen predisposición a sufrir estas molestias como quienes puntualmente se encuentran en un día de atasco es preguntarse si están bebiendo suficiente líquido. Porque por mucha fibra que incorporemos a nuestra dieta, si no hay suficiente agua para acompañarla, nuestro intestino no podrá hacer bien su trabajo.
Para estar siempre seguros de beber lo necesario, deberíamos repartir seis vasos de agua a lo largo del día a razón de dos vasos por la mañana, dos por la tarde y dos por la noche. Esto, independientemente del resto de líquidos. Otro buen consejo es empezar el día con un vaso de agua tibia para limpiar y preparar el tracto intestinal antes de que se empiece a llenar con alimentos.
Seguidamente, debemos incorporar a nuestra dieta diaria la fibra. Aunque si no estamos acostumbrados, es mejor hacerlo poco a poco para no irritar los intestinos y sentirnos hinchados. Una buena dosis para una persona de peso normal estaría en torno a los 30 gramos. Claro que si no estamos muy acostumbrados a esta cantidad, podemos empezar con diez gramos e ir aumentando cinco cada semana hasta llegar a la cantidad recomendada. Así iremos educando poco a poco a nuestro intestino para que la tolere, dado que, a veces, la adición de una gran cantidad de fibra de golpe no hace otra cosa que agravar el problema.
Para repartir esta fibra, tenemos que tomar un mínimo de dos piezas de fruta, dos raciones de verdura y dos de cereales o legumbres al día, siempre teniendo en cuenta que la mejor fibra para el estreñimiento es la insoluble, como la que nos proporciona la celulosa. La encontraremos en las verduras de hoja, los tomates, los espárragos o las judías verdes, por eso no es mala idea incluir una buena ensalada al día con estos ingredientes. En cuanto a la fruta, no conviene pelarla, dado que su mayor fuente de fibra se encuentra en la cáscara. Y para asegurarnos de que está exenta de ceras sintéticas o pesticidas, se recomienda comprarla biológica.
El salvado de trigo –mezclado con zumos o incorporado en cualquier salsa– es otra buena fuente para activar la motilidad intestinal. Y también deberíamos sustituir todo el pan y cereales que tomemos por sus versiones integrales, aunque debemos descartar los más comerciales, que no son más que cereales refinados con un poco de fibra añadida.
Alimentos buenos y malos
Tan importante como incluir muchos productos frescos e integrales es evitar al máximo todos los alimentos refinados y azucarados, ya que en su desmesurado consumo se encuentra la principal causa del aumento de esta patología en nuestra sociedad. Siempre que nos sea posible, deberemos sustituir el azúcar por estevia, que no sólo es ligeramente diurética sino que aporta una significativa cantidad de fibra. También es recomendable evitar el té, los plátanos, el membrillo o el arroz blanco. Y ni qué decir tiene que las bebidas carbonatadas deben eliminarse por completo de la dieta, ya que irritan el intestino e hinchan el estómago, retrasando el proceso digestivo.
En casos de estreñimiento severo es fundamental, además, suprimir ciertos productos lácteos como la leche, la mantequilla o los quesos y dar mucha más presencia a yogures o fermentados como el kéfir. Y si se busca este efecto con un producto que no provenga de un derivado animal, nada como una buena sopa de miso, pero sin hervir para no destruir sus enzimas beneficiosas.
Sucede a menudo que, además de no seguir la dieta adecuada, recurrimos a laxantes de laboratorio, con lo que sólo logramos que nuestro organismo se vuelva vago y se haga dependiente. Como alternativa, la naturaleza pone a nuestra disposición ingredientes que reactivan nuestro sistema digestivo mientras le enseñamos a encontrar vías para que funcione por sí mismo. Es lo que conseguimos cuando le damos en ayunas una gran dosis de vitamina C. Para ello, nada como los kiwis, ya que con sólo dos piezas lograremos casi todo el aporte diario necesario de vitamina C más una gran dosis de fibra de gran calidad. Otras opciones son la papaya o una infusión concentrada de escaramujo.
Las semillas de lino también nos van a ser de gran ayuda. La manera de tomarlas es dejándolas en remojo durante la noche en medio vaso de agua que nos beberemos en ayunas por la mañana. Al contactar con el agua, el gel que desprenden recubre nuestro colon de una capa protectora y evita la aparición de hemorroides y otros problemas asociados al estreñimiento. Y si buscamos estimular el sistema digestivo o incluso purgarlo, podemos recurrir al aloe vera. Cada vez hay más marcas que comercializan esta pulpa pura, que también deberíamos tomar en ayunas. En el caso de que su sabor nos resulte demasiado extraño o su textura nos parezca desagradable, es posible mezclarlo con un poco de zumo natural, miel o incluso un yogur. Estos alimentos, además de tener efectos emolientes, desinfectantes y laxantes, nos van a regalar una dosis extra de vitaminas y minerales.
Otro ingrediente interesante para incluir en nuestra dieta es el jengibre, puesto que tiene la virtud de acelerar el metabolismo. La mejor forma de tomarlo sería rallando un trozo de raíz fresca e hirviéndola durante unos 15 minutos en abundante agua. Así obtenemos un té que podemos tomar tanto frío como caliente a lo largo de la mañana.
Hidroterapia de colon
Además de seguir una dieta equilibrada e introducir nuevos ingredientes en ella, hay otras recomendaciones muy valiosas que pueden mejorar sustancialmente la frecuencia de nuestras deposiciones. Para empezar, hay que intentar mantener una cierta regularidad en nuestros horarios de comida y, siempre que nos sea posible, dar un pequeño paseo después de las principales comidas del día para que fomente los tan necesarios movimientos peristálticos. Aunque si hay algo verdaderamente eficaz para mejorar nuestro funcionamiento interno, es la hidroterapia de colon. Someterse a este tipo de tratamiento al menos una vez al año permite desintoxicar rápidamente nuestro organismo y nos da una sensación de bienestar y ligereza sorprendente.
Fuente: Revista Integral
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