Boris Cyrunilk
Su dogma es simple: una infancia infeliz no determina la vida. Boris Cyrunilk, uno de los psiquiatras más reconocidos en el mundo, enseña que si se puede sobrevivir al sufrimiento, que sí se puede ser resiliente.
Cuando Boris Cyrunilk cumplió 2 años, su padre no volvió a casa. Al año siguiente pasó lo mismo con su madre. Eran judíos. Acontecía la Segunda Guerra Mundial. Estaban desaparecidos. Cyrunilk no tiene en sus manos el certificado de defunción de sus padres, en realidad no tiene recuerdo de quienes le dieron la vida, solo la certeza de que lo amaron con tanta intensidad que le regalaron recursos para sobrevivir. A los 6 años, soldados nazis lo apresaron y Boris sabía que estaba condenado a morir. Solo, sin familia, en una cárcel de Burdeos y junto a varios adultos judíos, supo esconderse en el techo hasta que los soldados se marcharon Y luego escapó en un auto con una mujer que no volvió a ver y que lo dejó en una granja con otros desconocidos que le dieron afecto. Cuando cumplió 10 años, la hermana de su madre lo encontró. Hasta hoy no puede explicar cómo aprendió a leer.
¿Cuándo piensa en ese niño, escondido, esperando que los “malos” se vayan, escapando de la muerte, cómo explica a su salvación?
Creo que dos factores me salvaron. Probablemente, en los primeros meses de mi vida mi madre supo amarme y darme confianza en mí mismo, y el segundo factor es que en período de guerra los niños maduran mucho más rápido o son eliminados. Yo me volví psiquiatra para entender lo que me había pasado.
¿Cómo se recuperan los años de ausencia de afecto?
Nunca se recuperan. La definición de la resiliencia dice que si nuestro entorno afectivo y sensitivo se reconstituye en torno a nosotros, uno puede tomar otro tipo de desarrollo que puede ser bueno.
La resiliencia plantea, además, que las heridas del pasado siempre estarán, pero con afecto la memoria es más soportable.
En un primer término uno intento negar la herida porque si no, puedes convertirte en un preso del pasado y eso es precisamente la antiresiliencia: no pensar nada más que en la desgracia, en la pérdida, en el trauma y sufrir todo el tiempo. Si uno niega lo que ocurrió, no quiere decir que uno olvida, quiere decir que uno se compromete en la relación y eso permite decir: ya lo pensaré luego. Está en la memoria, pero no en la conciencia. Cuando uno se vuelve más fuerte, se puede pensar en lo que pasó y dejas de negar. Uno dice: esto es lo que me sucedió. ¿Qué voy a hacer con esta herida?, esta es la frase que resume la resiliencia. No olvido, pero quiero hacer algo con lo que me sucedió. A partir de allí transformó el sufrimiento en creación.
Boris Cyrunilk está convencido de que cuando se deja a una persona sola con su herida, surgen las autoagresiones piensa en el suicidio o cae en el alcoholismo, por ejemplo, y todo porque no se le ha permitido transformarse su herida. El proceso de terapia puede ser la filosofía, la pintura, la música, la literatura, a veces la psicoterapia. Lo importante es relatar lo que pasó, reelaborar el pasado. Hay dos palabras que permiten iniciar el proceso de la resiliencia: afectividad y mentalización. La afectividad da seguridad al niño y la mentalización permite tomar distancia con la herida. Cuanto más busco comprender lo que me sucedió, mejor retomo un desarrollo que no es el inicial, sino otro desarrollo.
¿Qué le dice a un adulto que tiene un trauma y todavía no lo cuenta?
La gente que ha sido traumatizada se calla siempre. Solo cuando ellos se fortalecen y si la cultura que los rodea da la posibilidad, hablan. Antes no.
Hay que hacer algo con la herida para dejar de ser un patito feo. Dice este doctor. El pasado no podrá cambiar, lo que cambia es la representación del mismo. Esa es la clave.
¿Cuál es el principal miedo de la gente en este siglo?
La violencia, pero creo en realidad es la soledad. No puedes estructurar tu mente, ni siquiera desarrollar tu actividad si te sientes solo, desamparado. No puedes aprender a amar si estás solo, tampoco puedes aprender a decir lo que sientes. La soledad es más peligrosa que la violencia, pero esta última es más espectacular.
¿Perdonar es olvidar?
Yo no quiero olvidar ni perdonar, yo quiero comprender.
¿Qué siente por las personas que lo apresaron siendo niño, por quienes desaparecieron a su familia?
No siento odio, pero sí un poco de desprecio porque no hicieron su labor de hombres y se sometieron a una ideología pervertidora. Fueron demasiado sumisos.
Transcripción y adaptación: Angélica Canales Goycochea
Fuente bibliográfica: Diario El Comercio
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Hace meses dediqué una entrada a este autor y al fenómeno de la resilencia,al que ha dedicado su vida profesional y que ha experimentado en si mismo.
ResponderEliminarhttp://uvedevisi.blogspot.com/2009/06/felicidad-patos-y-lecciones-contra-la_19.html
Me sigue sorprendiendo la capacidad de algunas personas de salir reforzados de las situaciones vitales más duras.
Es verdad. Y alabo la persistencia de nuestra colega Angélica Canales, por su constante estímulo en estos menesteres.
ResponderEliminarSaludos cordiales
Orlando Tipismana Neyra
Lima - Perú