Usted toma sus emociones como prueba de verdad.
Su lógica es la siguiente: “Me siento como un inútil, por consiguiente soy un inútil”. Este tipo de razonamiento es equívoco porque sus sentimientos reflejan sus pensamientos y crerencias. Si éstos están distorsionados -como suele suceder-, sus emociones no tendrán validez.
Entre los ejemplos que pueden encontrarse de razonamiento emocional: “Me siento culpable, por consiguiente debo haber hecho algo mal”; “Me siento abrumado y desesperanzado, por consiguiente, debe de ser imposible resolver mis problemas”. “Me siento inadaptado; por lo tanto, debo ser una persona inútil”. “No tengo ánimo para hacer nada; de modo que es lo mismo que me quede en la cama”. O, “Estoy enfadado con usted, lo cual prueba que usted ha estado actuando muy mal y tratando de aprobecharse de mi”.
El razonamiento emocional interviene en casi todas sus depresiones. Dado que las cosas le parecen tan negativas, supone que realmente lo son. No se le ocurre cuestionar la validez de las percepciones que crean sus sentimientos.
Un efecto secundario habitual del razonamiento emocional es la dilación.
Usted evita ordenar su escritorio porque se dice: “Me siento tan mal cuando pienso en ese desordenado escritorio, que limpiarlo será imposible”.
Seis meses después, finalmente se da ánimos a sí mismo y lo hace. Resulta una tarea bastante gratificante y no tan dura. Se ha estado engañando todo el tiempo porque tiene el hábito de dejar que sus sentimientos negativos guíen su manera de actuar.
Su lógica es la siguiente: “Me siento como un inútil, por consiguiente soy un inútil”. Este tipo de razonamiento es equívoco porque sus sentimientos reflejan sus pensamientos y crerencias. Si éstos están distorsionados -como suele suceder-, sus emociones no tendrán validez.
Entre los ejemplos que pueden encontrarse de razonamiento emocional: “Me siento culpable, por consiguiente debo haber hecho algo mal”; “Me siento abrumado y desesperanzado, por consiguiente, debe de ser imposible resolver mis problemas”. “Me siento inadaptado; por lo tanto, debo ser una persona inútil”. “No tengo ánimo para hacer nada; de modo que es lo mismo que me quede en la cama”. O, “Estoy enfadado con usted, lo cual prueba que usted ha estado actuando muy mal y tratando de aprobecharse de mi”.
El razonamiento emocional interviene en casi todas sus depresiones. Dado que las cosas le parecen tan negativas, supone que realmente lo son. No se le ocurre cuestionar la validez de las percepciones que crean sus sentimientos.
Un efecto secundario habitual del razonamiento emocional es la dilación.
Usted evita ordenar su escritorio porque se dice: “Me siento tan mal cuando pienso en ese desordenado escritorio, que limpiarlo será imposible”.
Seis meses después, finalmente se da ánimos a sí mismo y lo hace. Resulta una tarea bastante gratificante y no tan dura. Se ha estado engañando todo el tiempo porque tiene el hábito de dejar que sus sentimientos negativos guíen su manera de actuar.
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