Con cierto afán de humor y tratando de relativizar la importancia de la cuestión, hoy hablaremos de ciertas manifestaciones de la sexualidad dentro del trabajo.
Tomemos por ejemplo a los sádicos. El sadismo, se considera una perversión sexual. El sádico goza molestando y haciendo daño a aquella persona a la que ha elegido como víctima de su sadismo.
Por norma general, los sádicos laborales, buscan a personas tímidas, conformistas, incapaces de quejarse y con niveles alto de tolerancia al sufrimiento. Suelen comenzar abusando de su confianza, les cargan de funciones, tratan de generarle un estrés laboral, ridiculizan en público a la persona elegida incluso hasta hacerla llorar. Luego es capaz incluso de pedirla perdón para sí comenzar de nuevo su juego sádico. Podemos decir, que su destreza consiste en apretar y llevar hasta un cierto límite el grado de tolerancia psicológica de la persona. El sádico sabe cuando debe aflojar y siempre encuentra buenas maneras para salir airoso de la situación y no generar sospecha sobre su actuación. Podemos decir, que el sádico goza “ torturando a su víctima laboral”.
El sadico laboral no busca la aniquilación de la persona, ya que si así sucediese, se terminaría su disfrute y tendría que buscar una nueva víctima con la que saciar su sexualidad. La pregunta que debemos hacernos – para la próxima semana- es: por qué la víctima calla.
Gentileza de Miguel Martinez Fondon
http://www.dpjgrupocero.com/
Tomemos por ejemplo a los sádicos. El sadismo, se considera una perversión sexual. El sádico goza molestando y haciendo daño a aquella persona a la que ha elegido como víctima de su sadismo.
Por norma general, los sádicos laborales, buscan a personas tímidas, conformistas, incapaces de quejarse y con niveles alto de tolerancia al sufrimiento. Suelen comenzar abusando de su confianza, les cargan de funciones, tratan de generarle un estrés laboral, ridiculizan en público a la persona elegida incluso hasta hacerla llorar. Luego es capaz incluso de pedirla perdón para sí comenzar de nuevo su juego sádico. Podemos decir, que su destreza consiste en apretar y llevar hasta un cierto límite el grado de tolerancia psicológica de la persona. El sádico sabe cuando debe aflojar y siempre encuentra buenas maneras para salir airoso de la situación y no generar sospecha sobre su actuación. Podemos decir, que el sádico goza “ torturando a su víctima laboral”.
El sadico laboral no busca la aniquilación de la persona, ya que si así sucediese, se terminaría su disfrute y tendría que buscar una nueva víctima con la que saciar su sexualidad. La pregunta que debemos hacernos – para la próxima semana- es: por qué la víctima calla.
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