domingo, 28 de diciembre de 2008

Educar sin gritar



Si al educar a un niño te sorprende su falta de habilidad, trata de escribir con la mano izquierda. Recuerda que un niño es todo él una mano izquierda. 
ANÓNIMO 

A día de hoy puedo afirmar que la condición como ser humano de la que más orgulloso me siento es la de padre. Tengo dos hijas adolescentes en las que, desde que nacieron, hemos intentado poner ilusión, dedicación y amor. 

Al igual que le ocurre a muchos padres y madres, me cuesta expresar con palabras los sentimientos hacia mis hijas. El lenguaje parece quedarse corto cuando intentamos comunicar emociones tan especiales y profundas. Lo cierto es que los hijos, cuando nacen, pasan a formar parte de nuestra vida. Nos costaría mucho entender nuestra existencia sin ellos. 

La vida se llena al principio de desvelos, biberones y papillas, pediatras, guardería, colegio. Hay mucho que enseñar y todo por aprender. Los días se llenan con horas de juego, de parque, de risas; hay momentos de diálogo y también de discusión y debate. 

El tiempo parece pasar muy rápido, y esa sensación resulta cada vez más acusada. Con el paso de los años me reafirmo cada día más en que todo el esfuerzo y la dedicación que se ponen en la educación, especialmente en los primeros añosJustificar a ambos lados, están sobradamente justificados y compensados. 

Muchos padres y madres estarán probablemente de acuerdo en que la educación de los hijos es una labor tan apasionante como compleja. Y es que la función educativa se convierte en ocasiones en una tarea ardua y difícil. Sin embargo, cuando se realiza con conocimiento y responsabilidad es una experiencia única, ilusionante. 

Mi intención es que estas páginas puedan servir de guía, de orientación y de reflexión para los padres. A pesar de que muchos de ellos se desviven por sus hijos, su esfuerzo no llega a dar -por diversos motivos- los frutos esperados. Aquí pueden encontrar algunas claves y diversas estrategias que, sin duda, les resultarán útiles. 

Los contenidos que expongo en este libro no son sólo fruto de la profundización teórica en el campo de la psicología y la pedagogía, especialmente en el apasionante tema del aprendizaje y la educación. Son producto también de una doble experiencia: por un lado, la práctica clínica como psicólogo y el trabajo que realizo en entornos educativos y en el ámbito universitario; por otro, mis propias vivencias personales y, lo que es más importante, mi experiencia como padre. 

El presente libro desarrolla algunas de las principales estrategias para educar a los hijos. Sus páginas profundizan en los aspectos esenciales y animan a fomentar y construir una educación más positiva a partir de cinco pilares básicos: 

. El afecto, el cariño, la aceptación y el reconocimiento. 
. El diálogo, la comunicación, la escucha y la comprensión. 
. La autoridad, aplicada desde la competencia y la ecuanimidad. 
. La coherencia, el criterio y el sentido común. 
. El respeto, la consideración y los valores humanos. 

Si los padres nos aplicamos en cada uno de ellos, y dedicamos las dosis necesarias de paciencia y constancia que requiere la tarea educativa, los resultados pueden ser muy beneficiosos para la convivencia y, lo que es más importante, para el desarrollo equilibrado y pleno de nuestros hijos. 

Mejorar la comunicación entre padres e hijos contribuye a establecer y mantener unas relaciones más positivas, sanas y equilibradas en el entorno familiar. 

También se pone de relieve la importancia de transmitir valores y de buscar el desarrollo personal integral de los hijos. Y se destaca la necesidad de lograr un equilibrio razonable entre la libertad y la necesaria autoridad. 

La educación es probablemente el mejor legado que podemos dejar a nuestros hijos. Es un patrimonio que les acompañará durante toda su vida. 

Aunque existe una continuidad en las bases sobre las que se asienta el aprendizaje y la educación, el tema siempre está inmerso en una permanente actualización y sometido a continua revisión. Las peculiaridades de cada nueva generación y los rápidos e incesantes cambios que experimenta la sociedad convierten una y otra vez la cuestión de la educación de los hijos en un tema de actualidad. 

Muchos padres están llenos de buenos propósitos a la hora de educar. Lo hacen según su criterio y con la mejor intención, pero se plantean dudas sobre si estarán haciéndolo bien. Se preguntan cómo hacerlo y, lo que es más importante, buscan explicaciones que justifiquen por qué deberían hacerlo así. 

Pero antes de ponernos manos a la obra, dispuestos a conocer y aplicar nuevas estrategias, conviene revisar algunas cuestiones sobre nuestra propia experiencia y nuestro papel como padres. Es necesario buscar espacios y momentos para poder reflexionar y profundizar en el conocimiento y el análisis de nuestra forma de educar, en la eficacia de los métodos que utilizamos y en su adecuación al contexto social actual. 

Podemos formularnos algunas preguntas que nos sirvan de punto de partida para ese análisis: . ¿Cómo fue la educación que recibimos en su día de nuestros padres? 

. ¿Cuáles son nuestras principales virtudes y cualidades personales? 
. ¿Qué defectos podemos pulir y mejorar? 
. ¿Qué criterios aplicamos para educar a nuestros hijos? 
. ¿Conocemos estrategias para hacerlo de forma adecuada? 
. ¿Hay acuerdo entre nosotros sobre la manera de educar? 
. ¿Qué valores les transmitimos y de qué modo lo hacemos? 
. ¿Cómo es nuestra relación con los hijos? 
. ¿Nos comunicamos adecuadamente con ellos? 
. ¿En qué aspectos podemos mejorar? 

Reflexionar sobre la educación es adentrarnos en nuestra propia forma de ser y de concebir el mundo. Nos ayuda a conocernos un poco mejor, a descubrir de qué modo establecemos y mantenemos esas relaciones humanas tan estrechas. Optimizar la convivencia en el entorno familiar es una de las mejores contribuciones que podemos hacer al equilibrio y al desarrollo personal de todos y cada uno de los miembros de la familia. 

Este libro intenta conjugar los conocimientos teóricos y la aplicación práctica de los mismos. Es necesario procesar las claves de las diversas teorías para traducirlas y trasladarlas al día a día de cada padre y de cada familia. Sus argumentos son fruto de la investigación, de la teoría, de la experiencia, de la práctica clínica, de la orientación a padres, de la formación. 

Cabe destacar en esta presentación algunas ideas esenciales, referidas a la educación de los hijos. De entrada, la enorme e innegable importancia de ésta, así como la necesidad clara de formación e información dirigida a los padres. Y, casi como una consecuencia que se deriva de las dos anteriores, el gran valor y la indiscutible utilidad de la prevención. 

La educación es, sin duda, una cuestión compleja. Las circunstancias, características y contextos personales con las que nos podemos encontrar son muy diversos. Se multiplican las posibilidades y las opciones a la hora de tomar decisiones sobre lo que puede ser la estrategia educativa más adecuada. 

¿Qué ocurre en la práctica? Unas técnicas resultan tan obvias que con frecuencia se olvidan. Otras pueden parecer extrañas o inútiles a falta de una explicación más profunda y clara sobre su justificación y forma de aplicación. Y algunas pueden dar la impresión de ser tan complejas que no se llegan a poner en práctica, o se abandonan casi al empezar a trabajar con ellas. Si se aplican de modo inadecuado, o no somos constantes y sistemáticos en su aplicación, su eficacia sólo será relativa. 

La persona que aborda la tarea de educar tiene en sus manos una gran responsabilidad y dispone de un gran poder de influencia que también tiene que saber gestionar de un modo adecuado. Sus palabras y su conducta son un referente, un modelo a imitar. 

Las palabras del educador transmiten sus expectativas y son capaces de desarrollar actitudes, despertar emociones y alentar comportamientos. 

El presente libro revisa los contenidos más relevantes de la educación de los hijos. El lector descubrirá en sus páginas algunas claves que puede tener presentes a la hora de educar, diversos argumentos que reafirmarán, modificarán o renovarán sus criterios educativos, contenidos para la reflexión, el autoconocimiento y la mejora, en suma, estrategias que le permitirán realizar de una forma más positiva su tarea educativa. 

Los temas que se desarrollan están estructurados de la siguiente forma: 

. Reflexiones sobre el valor de la educación de los hijos a modo de introducción general. 
. La familia como sistema que evoluciona e incluso puede romperse. 
. Diferentes aplicaciones de los principios del aprendizaje a la educación. 
. La utilidad y el manejo de los refuerzos para premiar la conducta. 
. Diversos consejos para ejercer la autoridad de un modo eficaz. 
. Reflexiones sobre las conductas violentas en los jóvenes. 
. Consejos para una comunicación más eficaz en el entorno familiar. 
. Estrategias para abordar los conflictos. 
. Propuestas para afrontar la complejidad de la adolescencia. 
. La mejora del estudio y del aprendizaje de los hijos. 
. La transmisión de valores desde la educación. 
. Propuestas para educar en la sociedad actual. 
. Consejos finales a modo se conclusión y de resumen. 

. Bibliografía. 

Educar a los hijos no es sólo una cuestión de toma de conciencia o de adquisición de determinados conocimientos. Nuestros buenos sentimientos no nos convierten automáticamente en buenos educadores. Educar requiere de un esfuerzo consciente en el que con frecuencia será necesario revisar nuestras actitudes, aprender a conocernos mejor y a conocer, entender y descubrir a nuestros hijos, modificar hábitos a veces muy arraigados, revisar determinadas habilidades sociales que se ponen en juego en nuestra relación con los hijos. 

Algunas familias no encuentran en el hogar apoyo, ni salidas a sus conflictos y problemas cotidianos. En algunos casos, éstos incluso se agravan en el entorno familiar, y se enrarecen las relaciones. Los miembros se limitan casi a sobrevivir y a soportar con resignación el tiempo que tienen para estar juntos. 

Este libro pretende ser una contribución a la mejora de la educación y las relaciones familiares. El hogar no es un sitio de paso, que únicamente satisface necesidades básicas propias de la supervivencia, como la alimentación o el sueño. Es un espacio que debe posibilitar una convivencia real, para el aprendizaje y el enriquecimiento mutuo, para la armonía, el bienestar y la felicidad de todos y cada uno de sus miembros. 











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