"Buscamos la felicidad, pero sin saber dónde, como los borrachos buscan su casa, sabiendo que tienen una" (VOLTAIRE)
Desde el momento de nuestra concepción se inicia una ardua, constante y aferrada lucha por nuestra supervivencia en un mundo, a priori hostil. Sí, nos lo disfrazan con algodones, suaves mantas de terciopelo, confortables cunas y un cálido y necesario lazo afectivo maternal que acolcha nuestro primer contacto con la realidad. Nacemos sin poder elegir, sin que nadie nos convoque a consulta de opinión, sin tener la posibilidad de escoger dónde queremos aparecer y con quién queremos desarrollarnos. TODO nos viene impuesto en nuestro debut terrenal. Y así, con ese calzado con el que hemos venido al mundo, iniciamos nuestras andanzas humanas en busca de ese eterno concepto de felicidad que todos nos atrevemos a definir pero que ninguno conseguimos alcanzar o, por lo menos, preservar. Si me pidiesen que otorgase al concepto felicidad un adjetivo definitorio, sin duda, le asignaría el de lábil. Por su fragilidad, caducidad, debilidad, poca estabilidad y esa sutil y abrumadora capacidad de aparecer y desaparecer de forma constante a lo largo de nuestra vida. Siempre he aplicado una máxima: si hay algo o alguien verdadero en tu vida, consérvalo, mímalo, no lo pierdas, porque es tan corta la existencia que nos ha tocado vivir que, todo lo supérfluo, hipócrita y engañoso no debe tener cabida. Para concluir y volviendo a Voltaire, a veces, perdemos el sentido de lo verdadero para buscar otros caminos que se nos antojan más atractivos, menos complicados, más embriagadores, así como los borrachos en plena efervescencia buscan un hogar porque olvidan, de forma temporal, que ya tienen uno que tal vez deberían renovar, pero, en definitiva, su hogar.
Recuerda: "HAPPINESS ONLY WHEN SHARED"
Dreaminfinito
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