La nutrición, punto de partida para el estudio de la pureza.
Pregunta: “Maestro: ¿podría decirnos como debe comprenderse la pureza?
¿La pureza?... Hace años, hice ya varias conferencias sobre la pureza… En realidad se puede responder de muchas maneras, pero en el fondo, la pureza equivale a simplicidad; sí, lo puro es lo simple, es decir, lo que no está mezclado, lo que no contiene ningún elemento extraño o contrario al buen funcionamiento o la armonía del conjunto. Tomemos el organismo por ejemplo… ¿Por qué el organismo? En primer lugar porque para comprender la pureza, no es necesaria estudiarla en el campo ético, moral. La pureza puede darse en todos los campos y la comprenderemos más claramente si empezamos a estudiarla en el organismo, en la nutrición.
Cuando comemos, todos los elementos que absorbemos y que no contribuyen a la vitalidad, a la salud del organismo, son considerados impuros, nocivos. Evidentemente estos elementos no siempre tienen la apariencia de impurezas; un veneno puede ser transparente, pero si lo tomáis, moriréis. Cuando cortáis, frutas, naranjas o manzanas, por ejemplo, os asombráis la transparencia de su materia, pero en realidad ésta no es totalmente pura, y ningún elemento es perfectamente puro. Entonces ¿qué hace el organismo? En el organismo sucede algo igual que en las fronteras. En las fronteras hay aduaneros que inspeccionan vuestro coche y vuestras maletas para verificar que no hacéis tráfico ilegal, que no pasáis nada de forma fraudulenta. De la misma manera, en el ser humano hay unos aduaneros que examinan los elementos y que rechazan todo aquello que no puede entrar en la constitución del organismo. Pero, desgraciadamente, el hombre se encuentra a menudo en un estado tal que impide inconscientemente el trabajo de estos aduaneros. Cuando tiene preocupaciones, por ejemplo, o cuando está cansado, deprimido, trastornado, obstaculiza las funciones de todas estas entidades encargadas de hacer la selección, y éstas dejan pasar elementos nocivos que comienzan a acumularse en su organismo. Así pues, según su forma de obrar, de comprender las cosas y sentirlas, el hombre actúa sobre las criaturas que están en él, sus células; y si no es razonable llega a deformarlas, a embotarlas o a pervertir sus gustos. Así es como se introduce la codicia, el desorden y la falta de discernimiento entre los funcionarios que comienzan a no ver las cosas claras y a dejar pasar los elementos nocivos.
Ya os expliqué en Izgrev cuán equivocados están los humanos cuando piensan que basta con mostrar ante los demás una apariencia de valor, de moralidad, de autocontrol, de paciencia o de bondad, y que, cuando están solos, pueden hacer lo que les venga en gana. No saben que el ejemplo deben darlo ante sí mismos, porque sus hijos son, en primer lugar, sus propias células, y deben educarlas. Esto es algo que los hombres no saben; ante los demás son impecables, pero cuando están solos, ante sí mismos, se permiten todo lo que les apetece y que a menudo no es nada “católico”; y sus células dicen: “Bien, nosotras también haremos todo lo que nos apetezca”, y luego es imposible hacerlas obedecer. Pero hoy no volveré a abordar de nuevo ese tema. Quería simplemente deciros que si el hombre no tiene cuidado, perturba el trabajo de las entidades encargadas de proteger su organismo, y un dia, aparecen los tumores, las fiebres, y las enfermedades de todo tipo.
- En el cuerpo físico la pureza es la salud.
- En el campo del sentimiento, la pureza es la felicidad, la alegría, la expansión.
- En el campo de la voluntad, es la facilidad y la soltura en la acción, el poder.
- En el campo del pensamiento, es la luz que permite ver y comprender…
Si dispusiese de varias horas os diría en detalle como considero la pureza, y porqué la pureza es la base de todas las adquisiciones, incluso de la belleza. Sí, cuando uno se purifica, se hace más bello, porque todos los obstáculos y las capas opacas que impedían el paso de la luz desaparecen, y esta resplandece en el rostro.
“Toda mi vida he meditado sobre la pureza porque he comprendido muy pronto que sin ella todo periclita. . Cada pequeña impureza que se introduce en la sangre, en el estómago, en los pensamientos, es ya el punto de partida de futuros desórdenes. Es necesario que penséis a menudo en esta cuestión, que meditéis todos los días sobre ella para comprender los beneficios que obtenéis viviendo una vida pura. Evidentemente es muy difícil encontrar la pureza: el aire lleno de humo y de vapores de gasolina, todo el mundo lo sabe; los alimentos y las bebidas están envenenados por todo tipo de productos químicos; y en las palabras, los deseos, ¿dónde está la pureza? Diréis: “Pero la tierra absorbe las impurezas, trasformándolas… Sí, es cierto, pero no llega a absorberlo todo. Sólo absorbe los elementos físicos, materiales, los residuos y los deshechos que el hombre arroja, pero no los pensamientos y sentimientos impuros. Y si fueséis suficientemente sensitivos para captar todo lo que desprende de los humanos, no seríais capaces de resistirlo. Porque mirad de qué se ocupan, en qué piensan, qué desean… En sus pensamientos, en sus sentimientos, en sus deseos hay todo tipo de venenos, de mezclas que su alma no puede absorber. ¿Por qué es tan puro el diamante? Porque es simple; no contiene ninguna mezcla, es carbono puro. Añadirle otro elemento y perderá su valor.
Veis, pues, que se puede estudiar la pureza en todos los niveles del ser humano. Para el cuerpo físico, el mayor secreto de la salud es la pureza de la sangre. La sangre recibe y transporta los materiales; buenos o malos, los transporta y deposita en el organismo. Si estos materiales son puros, el organismo se restablece, si no… Por tanto, el primer trabajo que el discípulo debe hacer es el de purificar su sangre mediante el alimento, las bebidas y la respiración. Y, de la misma manera, los sentimientos deben ser puros para entrar en la estructura del ser psíquico, porque nuestro mundo de sentimientos es, también, como un organismo que debemos alimentar, y más arriba, en el plano mental, se encuentra otro organismo que también es necesario alimentar con pensamientos. Así pues, si comemos sentimientos y pensamientos impuros, introducimos en nosotros exactamente las mismas impurezas que cuando absorbemos elementos nocivos para el organismo físico. Se trata de las mismas leyes, de las mismas correspondencias…
Sí, mis queridos hermanos y hermanas, la pureza no consiste sólo en no acostarse con mujeres o con hombres. Hay muchos chicos y chicas castos que nunca han sido tocados, pero que en su corazón, en sus deseos, en sus pensamientos, ¡son de una impureza indescriptible! Y hay madres de familia, por ejemplo puras como el cristal, y que, sin embargo, tienen una decena de hijos.
Evidentemente, la pureza en el campo sexual es muy importante, pero cuando hablo de pureza, me refiero sobre todo a la pureza en el pensamiento y en el sentimiento. Porque es primeramente en el pensamiento y en el sentimiento donde uno es desvergonzado y extravagante, y este estado interior produce, a continuación, las consecuencias en el plano físico, en el comportamiento sexual.
Bonfin, 24 de agosto de 1966
(pag 29-33 de Los misterios de Iesod/Ediciones PROSVETA/Omraam Mikhael Aivanhoe)